angel⠀✶⠀lyle menendez

𝟮𝟬.⠀𝗺𝘂𝗲𝗿𝘁𝗲 𝗼 𝗹𝗶𝗯𝗲𝗿𝘁𝗮𝗱.

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Estaba sentada en el sillón de la sala, mirando el teléfono con la ansiedad revolviéndole el estómago. La luz de la tarde entraba a través de las ventanas, bañando la estancia en un tono cálido que, sin embargo, no lograba calmar su agitación interna.

De pronto, el teléfono sonó, haciéndola sobresaltarse. Rápidamente contestó, esperando que fuera una llamada relacionada con Lyle o Erik.

—¿Blair Presley? —preguntó una voz masculina al otro lado de la línea. —Soy de la productora. Sé que estabas interesada en hacer más cine... Y estamos interesados en ofrecerte un papel en nuestro próximo proyecto.

La nombrada cerró los ojos y respiró hondo. Cualquier otra época, cualquier otro momento, y esta habría sido la llamada que cambiaría su vida. Era exactamente lo que siempre había soñado, un papel en una película importante. Sin embargo, ahora todo se sentía distante, casi irrelevante. Las palabras de aquella voz la atravesaban como si estuviera escuchando desde el fondo de una cueva.

—Disculpa... —su voz salió quebrada. —No puedo aceptar. No estoy en un buen momento para enfocarme en mi carrera.

Hubo un silencio al otro lado del teléfono. El hombre parecía confundido, incluso hasta decepcionado de la respuesta que claramente, no esperaba.

—Escucha, Blair, esto es una gran oportunidad, podrías-

—No. —interrumpió ella, conteniendo las lágrimas que se agolpaban en su garganta. —Realmente lo siento, pero no puedo aceptar.

Colgó el teléfono antes de que el hombre pudiera insistir más. Se dejó caer en el sofá, abrazándose las rodillas mientras sentía las lagrimas bajar por sus mejillas. Y un gran nudo empezar a formarse en su garganta.

Su respiración entrecortada, con sollozos silenciosos que retumbaban por todo el vacío de la mansión.

Se sentía atrapada, como si estuviera perdiendo la noción de quien era. Su carrera, sus sueños, incluso su identidad, todo parecía estar desapareciendo mientras intentaba sostener a Lyle y Erik en medio del desastre en el que se encontraban. Y la soledad, era un sentimiento que le parecía imposible no sentir.

El vacío que el hombre que amaba era inmenso, porque no solo estaba lejos, también estaba tras las frías paredes de una prisión. Aunque las llamadas y las visitas eran breves momentos de consuelo, no eran suficientes. Se sentía impotente, sin saber cómo continuar. Quería que Lyle estuviera ahí, abrazándola y consolándola mientras besaba su frente y le decía que todo estaría bien. Sin embargo, eso era algo que no iba a suceder.
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