𝗢𝟯.⠀𝗲𝘅𝘁𝗿𝗮𝗻̃𝗮 𝗰𝗲𝗿𝗰𝗮𝗻𝗶́𝗮.

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⠀—Sí

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—Sí. —murmuró, su voz apenas un susurro. Al ver que Lyle seguía expectante, levantó la mirada, sus ojos llenos de una mezcla de dolor y resignación. —Tu padre me insinuó que, si quería el papel, debía... hacer cosas.

La expresión de Lyle cambió de inmediato. Su mandíbula se tensó, y por un instante, Blair pudo ver la furia contenida en sus ojos. Era evidente que Lyle había temido esa respuesta, pero escucharla confirmada por la castaña era un golpe que no esperaba.

—Lo sabía. —murmuró Lyle, su voz apenas contenida.

Blair observó cómo Lyle respiraba profundamente, intentando controlar su ira. Podía ver cómo sus puños se apretaban a los costados, pero él no se movió. En lugar de eso, se volvió hacia la ventana de la oficina, mirando hacia el jardín iluminado por las luces de la fiesta. Sabía que si perdía el control en ese momento, no habría vuelta atrás.

Antes de que pudiera decir algo más, Erik irrumpió en la oficina, completamente ajeno a la tensión que flotaba en el aire. Sostenía una botella de cerveza y sonreía despreocupado, como si nada malo pudiera ocurrir en esa casa.

—¡Lyle, papá llamó! —dijo con entusiasmo, ignorando el ambiente pesado en la sala —Me dijo dónde está el guion. Lo dejó en el escritorio de la biblioteca, debajo de una absurda pila de papeles o algo así.

El mayor, sin apartar la mirada de la ventana, asintió lentamente. Se giró hacia Blair, y con un gesto firme, caminó hacia la biblioteca. No le dijo ninguna palabra a Erik, que seguía en la oficina sin comprender del todo lo que estaba ocurriendo.

Blair observó cómo el castaño buscaba entre los papeles en la biblioteca hasta que, finalmente, sacó el guion. Al entregárselo, sus dedos rozaron los de ella, pero no hubo palabras. Blair pudo ver que la rabia seguía latente en él, pero estaba haciendo todo lo posible por contenerla.

—Toma. —su voz sonaba controlada, pero en su mirada había algo que ella no pudo descifrar del todo. —Nos vemos luego.

Blair tomó el guion, y asintió lentamente, murmurando un pequeño "gracias" antes de salir de la habitación. Mientras caminaba hacia la salida de la mansión, no pudo evitar mirar hacia atrás una vez más. Mirando a Lyle parado junto a la puerta, observándola.

Cuando Blair se fue, el mayor se quedó solo en la oficina. Aún sintiendo la furia que bullía bajo su piel, caminó lentamente hacia el escritorio de su padre. Revolvió entre los papeles, documentos y carpetas. Hasta que después de unos minutos de buscar, encontró lo que estaba buscando; el pequeño bloc de notas donde su padre guardaba números de teléfono y contactos importantes. Ahí, entre varios nombres, estaba el número de Blair. Sin pensarlo dos veces, arrancó la página y la guardó en su bolsillo.

Esa misma noche, Lyle se sentó con Erik en la sala. Su hermano ajeno a todo lo que había ocurrido minutos antes, seguía tomando una cerveza y charlando sobre la fiesta. Lyle lo interrumpió de repente.

—Erik, papá ha estado... haciéndolo de nuevo. —el nombrado lo miró, sorprendido al escuchar a su hermano mencionar algo tan serio.

—Hijo de puta. —se recostó en el sofa, frunciendo el ceño y bajando la cerveza. —¿Fue con Blair? Lyle, no otra vez, porfavor. —Lyle suspiró, frotándose las sienes.

—No podemos dejar que eso siga. Tenemos que hacer algo. —Erik se quedó en silencio por un momento, fijando sus ojos en los del mayor.

⠀La siguiente noche, después de darle muchas vueltas a la situación, Lyle decidió que no podía esperar más

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La siguiente noche, después de darle muchas vueltas a la situación, Lyle decidió que no podía esperar más. Sacó el papel de su bolsillo y con el corazón latiendo rápidamente, marcó el teléfono.

El sonido del timbre parecía eterno, pero finalmente, Blair respondió.

—¿Hola? —su voz sonaba sorprendida al otro lado de la línea.

—¡Blair! —dijo él, esforzándose por sonar relajado. —Mi padre me pidió que te avisara de algunas cosas importantes sobre la próxima grabación.

La chica se quedó en silencio por un momento, claramente extrañada por la llamada.

—¿Qué cosas? —preguntó, con la voz dudosa mientras esperaba respuesta alguna. Lyle respiró hondo, sin responder directamente.

—¿Podemos vernos? ¿Te parece bien que salgamos a caminar?

—Sí, si, bien por mi.

Se encontraron en una pequeña calle cerca de la casa de Blar, en un vecindario tranquilo y para nada bullicioso. La noche era tranquila, y el aire fresco los envolvía mientras caminaban juntos. Era extraño, pero en lugar de ir directo al grano, comenzaron a conversar sobre cosas triviales al principio, poco a poco, la conversación volviéndose relajada.

Se detuvieron frente a una heladería, y Lyle con una sonrisa algo tímida, le ofreció un helado. La castaña aceptó y ambos se sentaron en una pequeña banca frente al local, disfrutando del helado mientras compartían risas y comentarios casuales.

La conversación se volvió divertida y ligera, muy distinta de lo que Lyle había esperado. Blair, viendo que Lyle parecía más relajado, no pudo evitar reírse cuando descubrió la verdad.

—Así que... ¿tu padre te dijo que hablaras conmigo sobre el papel? —preguntó, con una sonrisa traviesa en los labios.

Lyle, sabiendo que había sido atrapado, bajó la mirada con una sonrisa nerviosa.

—No, la verdad es que solo quería verte. —confesó finalmente, sintiéndose un poco avergonzado.

Blair lo miró con una pequeña sonrisa, sorprendida de que sus sospechas hayan sido ciertas. Mientras escuchaba al castaño disculparse por haberla engañado y demás, no pudo evitar concentrarse más en sus labios al hablar. Se veían suaves y delicados, y antes de que Lyle pudiera reaccionar, se inclinó tomándolo por desprevenido, atrapando sus labios en un beso suave que luego se volvió desesperado.

Por un segundo, Lyle se quedó inmóvil, pero lentamente, respondió al beso, sintiendo el calor de los labios de Blair sobre los suyos. Tomó el cuello de la chica con su mano, con la urgente necesidad de querer sentir cada parte de su cuerpo. Apartó los mechones cafés que caían de su largo cabello, separándose. Ambos se miraron a los ojos, sonriendo satisfechos.

—Eso fue... inesperado. —dijo Lyle, todavía aturdido. La castaña sonrió, con sus ojos brillando bajo las luces de la calle.

—A veces, las mejores cosas lo son. —respondió, antes de atacar nuevamente su boca, escuchando un pequeño quejido del mayor que la divirtió.

—No sabes hace cuanto quería probar tus labios. —habló suavemente, aún con sus labios rozando sobre los de ella.

angel⠀✶⠀lyle menendezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora