Lynn Loud Jr., capitana de su equipo de fútbol, es forzada a tomar clases de ballet, lo que la lleva a convivir con Giselle Westwood, su compañera en la escuela, una sofisticada bailarina, que es prejuzgada y molestada por Lynn. Aunque al principi...
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Narra Lia
Llegué a casa, cerrando la puerta tras de mí con un golpe suave. La familiaridad del hogar me envolvía, pero algo en el aire me hizo sentir inquieta. Mientras me dirigía hacia las escaleras, escuché la voz de mi madre, Cassandra, llamándome desde la sala. Me detuve en seco y giré, sintiendo una punzada de nervios en el estómago.
—Lia —dijo, sosteniendo una taza de té con manos temblorosas.
—Hola, mamá —respondí, un poco desconcertada—. ¿Qué haces aquí a esta hora? Pensé que estabas trabajando.
Ella dejó la taza sobre la mesa, su mirada intensa y seria me hizo fruncir el ceño.
—Tenemos que hablar, Lia.
Una sensación de inquietud creció dentro de mí. —¿Sobre qué?
—Es sobre tu padre. —Las palabras de mi madre me golpearon con fuerza. La respiración se me detuvo, y el nudo en mi garganta se apretó aún más.
—¿Sobre qué de papá? —pregunté, cada vez más confundida.
—Hablé con el oficial Williams. —Cassandra inhaló profundamente, como si estuviera a punto de desvelar un oscuro secreto. —Creen que la muerte de tu padre no fue un accidente. Fue orquestada.
El mundo se detuvo por un momento. La realidad me golpeó como un torrente, y mis ojos se llenaron de lágrimas de inmediato. No, eso no podía ser cierto. La verdad me resultaba demasiado abrumadora.
—¿Qué...? —mi voz se quebró mientras el llanto se apoderaba de mí. Me cubrí el rostro con las manos, sintiendo cómo la tristeza me desbordaba. Las memorias de mi padre, su risa, sus abrazos, se desvanecían en un instante.
Cassandra se acercó, pero su presencia no traía consuelo en ese momento. Su voz era firme, como siempre, pero el cariño brillaba a través de su dureza. —Lia, por favor, controla tus lágrimas. Guarda eso para tu almohada, ¿sí?
Traté de respirar hondo, limpiándome las lágrimas con las muñecas. La verdad estaba ahí, y no podía ignorarla. Necesitaba más detalles. —¿Qué más te dijo? —exigí, mi voz temblorosa pero decidida.
Cassandra se sentó en el borde del sofá, preparándose para revelar lo que había escuchado. Su mirada reflejaba una mezcla de preocupación y amor.
—El oficial Williams me dijo que, tras unas averiguaciones, descubrieron que los frenos del auto que conducía tu padre fueron cortados... con un cuchillo.
Mis ojos se abrieron de par en par. La imagen de mi padre al volante, sin saber lo que le esperaba, me dejó helada. —¿Cómo es posible? —logré preguntar, mi voz apenas un susurro.
Cassandra se pasó una mano por el cabello, visiblemente angustiada. —No lo sé, Lia. Pero esto cambia todo. Tu padre... no solo tuvo un accidente. Alguien hizo esto intencionalmente.
