Lynn Loud Jr., capitana de su equipo de fútbol, es forzada a tomar clases de ballet, lo que la lleva a convivir con Giselle Westwood, su compañera en la escuela, una sofisticada bailarina, que es prejuzgada y molestada por Lynn. Aunque al principi...
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Narra Lynn
La luz matutina apenas comenzaba a bañar las calles, pero para mí, todo se sentía gris. Me levanté de la cama después de una noche inquieta. El insomnio me había hecho compañía desde que Giselle y yo decidimos terminar lo que teníamos. Aunque en mi mente había una especie de calma, como si finalmente hubiera hecho lo correcto, mi corazón seguía siendo un campo de batalla.
El olor a café recién hecho me recibió cuando bajé las escaleras, y al entrar en la cocina, vi a mamá. Rita estaba de pie, sirviéndose una taza mientras tarareaba una canción en voz baja. Parecía tan despreocupada, ajena al caos que vivía en mi interior.
—Buenos días, Lynn—dijo con una sonrisa cálida al verme entrar. No pude evitar sentirme algo reconfortada por su presencia.
—Buenos días, mamá—respondí, intentando que mi voz sonara más firme de lo que realmente me sentía.
Me acerqué a la cafetera, esperando que el café ayudara a despertar más que solo mi cuerpo. Tomé una taza y me apoyé en la barra de la cocina, buscando algo que decir. Mamá siempre ha sido perceptiva, y pronto sus ojos se encontraron con los míos, llenos de preguntas.
—Pareces... pensativa esta mañana—dijo, mientras se sentaba a la mesa y me invitaba con un gesto a que me uniera.
Me senté frente a ella, sin saber exactamente cómo empezar. Sabía que mamá tenía una intuición increíble, y no tardaría en darse cuenta de que algo me afectaba.
—Es... complicado—admití finalmente, mirando la taza de café en mis manos. —Ayer terminé algo... algo importante.
Rita inclinó ligeramente la cabeza, esperando a que continuara, pero sin presionarme. Eso era algo que siempre aprecié de ella: sabía escuchar sin juzgar.
—¿Recuerdas a esa amiga de la que te hablé hace un tiempo?—pregunté, tratando de mantener las cosas vagas. No me sentía lista para abrirme del todo, no todavía. —Bueno, teníamos algo... más que amistad. Y ayer decidimos que... lo mejor era terminarlo.
El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. Mamá asimiló lo que había dicho antes de hablar.
—A veces, aunque los sentimientos estén allí, no siempre es el momento adecuado—comentó con suavidad. —El amor, en todas sus formas, puede ser complicado, pero siempre nos enseña algo.
Sus palabras, aunque simples, me llegaron al corazón. Yo sabía que tenía razón. Había tomado esa decisión porque quería que Giselle fuera feliz, aunque eso significara estar lejos de mí. Pero en lo profundo, dolía más de lo que podía expresar.
—Creo que tomé la decisión correcta, mamá—continué, mi voz más baja. —Ella no merece estar con una persona insegura... como yo.
Rita me miró, sus ojos reflejando empatía y sabiduría. —Eso no significa que no merezcas amor, Lynn. A veces, hacer lo correcto duele, pero también es una muestra de cuánto te importa esa persona. El amor no siempre es fácil, pero no dejes que el dolor te haga pensar que no eres digna de él.
