Capítulo 24

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A la mañana siguiente los medios explotaron. En cada portada y sección de sociales de Holanda, la noticia principal era la privada fiesta de compromiso de Max Verstappen con Sergio Pérez. Había vendido como pan caliente y ahora el país entero lo sabía. Alguien había logrado atrapar al hombre más rico del lugar y ese alguien era un extranjero de cara parda.

—¡Agh!— Cierta pelinegra gruñó amargamente al ver en redes, todo su feedback tapizado de la misma noticia, era muy temprano en la mañana y ya cada medio digital estaba hablando de lo mismo —Se supone que la noticia no debería ser así.

—Bueno, es lo que es. Max se va a casar, bien por él.— Nelson Piquet leía el periódico, había evitado el área de sociales.

—¿Exactamente de qué lado estás, papá?

—Del tuyo, por supuesto. Y como alguien que está de tu lado, te sugiero que empieces a trabajar en otro plan. Tu madre nos dejó muchas deudas y tú... bueno.— él dirigió su mirada a la mujer —Ya no eres una jovencita. Pronto se acabarán los solteros jóvenes y millonarios. 

Claramente, Kelly berreó de la rabia. 

Ella no tenía ese plan, sabía que Max estaba fuera de su alcance, pero por lo menos quería tener siquiera una victoria. Ella había fotografiado a la pareja semanas antes, cuando ambos estaban solos en el restaurante. Aquel contacto acalorado serviría para acusar a  Max Verstappen y crear una nube frondosa de chismes a su alrededor, pero ahora no era posible, el maldito había contrarrestado su plan.

—¿Y qué hago?

Nelson suspiró. No era que de pronto tuviese un dejo de consciencia y decidiera dejar a la familia en paz, era que sabía que lo más inteligente que podían hacer era salir del país antes de que Max o el mismo Jos se enteraran de los desplantes de su hija. —Nueva vida, nuevo plan. Todavía tenemos lo suficiente para sobrevivir con este nivel económico por un par de meses.

Así que el plan era simple, Kelly debía engatusar a cualquier otro niño rico. Una pena, porque habían trabajado en Max y Jos durante años.


Pato corría persiguiendo a su hermano, los dos niños rodeaban a la pareja que caminaban lentamente en los pasajes del parque. Disfrutaban de una tarde agradable en compañía del aire frío y una nevada que dejó rastros la noche anterior. 

Habían pasado ya días desde su compromiso, las personas a veces les miraban raro porque al final de cuentas, seguían siendo dos hombres a punto de contraer matrimonio y, para colmo, dos niños les orbitaban. Era escandaloso por donde se viera, pero también se trataba de Max, el hombre que podía despojar de sus bienes a media población si así lo quería.

—No sé si estoy listo.— Se habían sentado en una banca a ver a los niños jugar en la nieve. Sergio estaba preocupado, se le notaba en el rostro. —¿Y qué tal si no le agrado?

—Lo harás. Mi padre es como yo, y yo te amo.

—¿Es igual de arrogante, narcisista y egocéntrico?— Sergio sonrió para su prometido.

—Yo lo llamaría trabajador, guapo y de buen gusto.— Max le besó, pero una bolita de nieve interrumpió el momento al impactar en el rostro del rubio.

Cuando volteó de inmediato, Pato le retaba con otro proyectil en la mano. —Todavía no me caes bien.— Balbuceó y salió corriendo a cubrirse, pues Max se levantó de inmediato a perseguirlo.

Animado por Oscar, Sergio se les unió poco después. Los cuatro pasaron un divertido momento jugando. Daban vueltas, se lanzaban nieve y hacían carreritas para lanzarse en montañas de aquel hielo blanquecino. Se reían, se divertían. Eran una pequeña y hermosa familia.

Checo's pizza | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora