30. Visiones de muertes

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— Entonces, ¿cómo fue que pasó todo esto, Suikyo?

El joven de cabellos celestes apretaba sus sienes con fuerza, intentando regular su respiración y calmar sus sollozos.

Había llegado hasta ese lugar luego de recurrir con desesperación y desconsuelo al mercado de magia y escuchar de ese hombre. Él mismo lo había buscado, debía hablar... Pero su voz moría en su garganta, presa del dolor.

— Todo... Todo comenzó hace casi un año.- Hipó con dificultad.- Yo... Yo iba en un autobús, regresando de una excursión escolar.

— ¿Qué pasó en ese viaje?

Hablar de ese episodio tan traumático y doloroso de su vida seguía siendo difícil.

Recordar el choque, el dolor del impacto y el inmenso dolor, antes de que todo se volviera oscuridad tras sentir su último aliento abandonar su boca.

No recordaba prácticamente nada de lo que ocurrió en el trayecto hasta el hospital, hasta que una fuerte opresión lo hizo reaccionar, jalando aire con todas sus fuerzas al interior de sus pulmones.

Todo era confuso, no entendía qué sucedía. Era fecha en que sus recuerdos de esa noche seguían borrosos en su mente.

Una vez que fue completamente estabilizador y trasladado a una habitación del hospital, los médicos le explicaron que fue de los pocos sobrevivientes del accidente, pero estuvo clínicamente muerto por alrededor de dos minutos, hasta que lograron reanimarlo.

En ese momento se sintió afortunado, pero pronto descubrió que habría sido mucho mejor morir en esa sala de emergencia.

Al abandonar el hospital, solo con observar a los pacientes a su alrededor, fue capaz de ver las muertes de algunos... Fue una visión horrible, pero lo atribuyó a simplemente seguir conmocionado por el accidente.

Sin embargo, esas visiones, en vez de irse, fueron en aumento.

Mientras estaba en la escuela, al usar el transporte público, mientras comía con su familia en un restaurante, al caminar por la calle... En todos lados veía el final de las personas próximas a morir.

Desde ancianos con vidas llenas que encontrarían el descanso eterno de forma tranquila, hasta las personas que sufrirían las muertes más violentas y horribles a manos de algún criminal...

Quiso convencerse de que eran solo coincidencias o alucinaciones. Pero cuando vió la muerte de su abuelo y no tardó más de un día en cumplirse su visión, supo que no era absolutamente nada de eso.

Había hecho de todo por acostumbrarse a ese nuevo estilo de vida, pero simplemente no podía. Era horrible ver tantas muertes a diario en dónde quiera que mirase.

Contemplar tantos finales trágicos, violentos, injustos, sangrientos... Era demasiado para la psique de un joven de diecisiete años.

Pero todo alcanzó su punto final cuando contempló la muerte de su pequeño hermano.

Vió que Sui moriría al ser arrollado por un auto... Y como tanto temía, tan horrorosa visión se cumplió. Su hermano murió sin que él pudiera hacer nada para evitarlo.

Estaba harto de esa maldición. No podía hacer nada por salvar a las personas, lo había intentado y había fallado. Solo quería deshacerse de esas malditas visiones y recuperar su vida. No soportaría continuar de esa manera.

Por eso acudió hasta el mercado de magia en busca de ayuda, y había llegado hasta las puertas de la casa de Asmita.

— Ya veo.- Suspiró el rubio tras escuchar su historia.- Creo que puedo ayudarte a quitarte ese don si es lo que quieres.

— Esto no es un don, es una maldición.- Sollozó.- Solo quítamelo por favor.

— Lamento mucho lo que has tenido que pasar.- Murmuró Asmita.- Ningún mortal debería conocer los misterios del destino, o podría volverse loco.

— Pareces ser de esos casos que terminan con la capacidad de ver a través del velo del destino por error.- Interrumpió el fiel acompañante de Asmita.- Solo te diré que ya escapaste a la muerte una vez. No lo harás dos.

— No me importa.- Hipó.- Solo quiero deshacerme de esto y morir en paz...

Asmita y Kardia intercambiaron una fugaz mirada. Era claro lo que ese chico planeaba hacer apenas se deshiciera de ese don, pero sabían que no podían hacer nada por evitarlo.

— Bien. Te ayudaré.

Era difícil saber que alguien terminaría con su propia existencia apenas se librara de su tormento, pero Asmita ya había entendido que a veces esas cosas sucedían, y no podía deprimirse.

Los cursos del destino eran muy extraños, pero nada estaba escrito en piedra. Quién sabe, quizás Moros daría un movimiento inesperado en su telar.

Cazadores de luces y sombras [#Deathween2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora