29. Vamos al cementerio

7 2 2
                                    

— Recuérdame una vez más porqué vinimos aquí.

— Relájate, Harbinger.- Rió el pelirojo, que iba guiando a todos.- Será divertido.

— ¿Qué tiene de divertido venir a un cementerio, idiota?

— Ya lo verán~

Ninguno fue capaz de comprender las palabras de Schiller, pero ya estaban ahí. No tenían muchas opciones más que seguir o retirarse del grupo.

Si bien, entrar a un cementerio de noche no era la mejor idea, irse a casa completamente sólo tampoco parecía serlo.

El lugar daba escalofríos, eso no había forma de negarlo. El aroma a muerte y memorias olvidadas se sentía en el aire, llenando el ambiente de melancolía, nostalgia, tristeza y soledad. Pero nada fuera de lo común o esperado.

Desde el momento en que Schiller propuso esa alocada idea, dudaron y se negaron rotundamente al comienzo. Pero el pelirojo fue tan insistente, que terminó colmando la paciencia de todos y convenciendolos de aceptar seguirlo en su locura.

Después de todo, ¿qué era lo peor que podía pasar en una expedición nocturna a un cementerio?... Ahora comenzaban a creer que debieron pensarlo dos veces.

— Bien, ya viste tus lápidas, solo apreció una rata, un gato y una araña gigante.- Habló una de las chicas del grupo.- Ya vámonos.

— No seas tan amargada, Sonia.- Replicó Schiller con una risilla.- Traje algo especial para cerrar con broche de oro.

Los seis lo miraron confundidos. ¿Qué quería decir exactamente?

Cuando vieron a Schiller sacar un tablero de madera de su mochila, sintieron la sangre helarse.

— Estás loco.

— ¡Vamos!- Insistió.- Es solo un juego.

— Yo ya tuve suficiente.- Sentenció Harbinger.- Yo me largo, quién quiera seguirme, hágalo, o quédense aquí y nos envíe una postal de la prisión.

— Voy contigo.- Habló Sonia, siguiendo al más alto.

Las gemelas dudaron por un segundo, pero al final decidieron quedarse, y aceptar el juego propuesto por Schiller, bajo el pensamiento de "Es solo un juego."

Tokusa no dudó en seguir a Schiller en esa locura, y Amor tampoco resistió el impulso de aceptar el desafío.

Schiller colocó el tablero encima de una de las tumbas, y los cinco se colocaron alrededor, valiéndose de las linternas y unas velas proporcionadas por Schiller para iluminarse enmedio de la oscuridad.

Al ver el puntero, un extraño escalofrío les recorrió, como si de un aviso para huir se tratase.

— Ahora, cada uno coloque dos dedos en el puntero.- Indicó Schiller con una sonrisa despreocupada.- Relájense, no va a pasar nada.

Los cuatro dudaron de nuevo, intercambiaron una mirada, tratando de hallar algún indicio de seguridad en los demás... Pero nadie lo tenía. Todos estaban igual de dubitativos y nerviosos.

— Vamos. No sean cobardes.

Finalmente, fue Amor el primero en tomar la iniciativa, aún con su mano temblando del miedo. Siendo imitado segundos después por el resto de los adolescentes.

— Bien, ¡hora de empezar!

Schiller parecía extasiado con ese juego, pero el resto del grupo estaban cada vez más aterrados, sintiendo el aire frío en las mejillas, escuchando cómo el ruido de los grillos y aves nocturnas disminuía cada vez más hasta dejarlos sumidos en total silencio...

— ¿Hay-

— No por el momento y no lo llames, a menos que quieras terminar muerto.

Al escuchar esa voz desconocida y ser el puntero arrebatado del tablero, los cinco soltaron un potente grito de terror, saltando de sus lugares en busca del interlocutor.

— Niños estúpidos...- Bufó en hombres de cabellos violeta.- ¿Estos son sus amigos?

Al tranquilizarse lo suficiente, consiguieron enfocar con la vista a Sonia y Harbinger al lado de un rubio de cabello largo, alumbrandose con una linterna.

— Sí, son esos los idiotas que se quedaron.- Confirmó Harbinger.

— ¿Tienen idea de lo que hicieron, mocosos?- Cuestionó Kardia a los adolescentes.- Es ilegal entrar a un cementerio una vez que las puertas están cerradas. Podrían ir a la carcel y pagar una multa por eso y por mancillar una tumba.

— Es solo un juego.

— Dícelo al juez, muchachito.

Las palabras y la mirada afilada de Kardia fueron suficientes para intimidar a Schiller y hacerlo cerrar la boca. El resto aún seguía tratando de recuperarse completamente del susto inicial.

— Larguense antes de que llame a la policía y pasen la noche tras las rejas.

Ninguno de los adolescentes se atrevió a desafiar a Kardia, sintiéndose pequeños frente a ese hombre.

Su apariencia era innegablemente atractiva y hermosa, pero desprendía un aura aterradora e intimidante. Se sentían incapaces de negarse a su voluntad, era como si una fuerza invisible ejercida por él los controlara.

Solo pudieron dar media vuelta y huir del lugar tan rápido como sus piernas les permitieron.

— Ustedes también vayanse.- Suspiró Asmita, mirando a los dos chicos restantes.- Tomaron la decisión correcta.

— No iba a arriesgarme a terminar en la comisaría... Otra vez.- Murmuró Harbinger.- Schiller es más estúpido de lo que creía.

— Creo que ya tuve suficiente por hoy.- Suspiró Sonia.- Vámonos ya.

Harbinger asintió, y abandonó el lugar en compañía de Sonia, siendo escoltados por Asmita y Kardia hasta la salida del campo santo. No se salvarían de un sermón en casa, pero al menos habían esquivado una bala.

— Estos malditos mocosos...- Gruñía Kardia mientras seguían su recorrido entre las tumbas.- Parece que es una competencia por ser el rey de los estúpidos.

— Son solo niños, Kardia.- Suspiró Asmita.- Son jóvenes, ingenuos, curiosos e inexpertos. No negaré que es una combinación peligrosa, pero al menos esta vez llegamos a tiempo.

— Y si no hubiera sido así, yo no habría movido un dedo por esa bola de imbéciles.

— Kardia...

— ¡Tú viste cómo colocaron esa ouija sobre esa tumba y lo que intentaban hacer!- Replicó el íncubo.- Si tardabamos diez segundos más, ese parásito se les habría pegado como sanguijuela en el culo.

Asmita dejó escapar una pequeña risa, antes de llegar frente a la tumba que aún mantenía encendidas las velas sobre su lápida. Estaba tan irritado como Kardia, pero era maldecir y quejarse o Simplemente tomarlo con el mejor humor posible y continuar con su trabajo.

— Bueno, quejate de ellos toda la noche si quieres, pero recuerda que vinimos aquí por una razón.- Sonrió el rubio, comenzando a escarbar con una pala de jardinería junto a la tumba.- Así que mejor colócate los guantes y terminemos con esto.

— Malditos adolescentes idiotas y malditos brujos haciendo trabajos de magia negra en cementerios...- Bufó el íncubo, obedeciendo las órdenes de su invocador.- Voy a disfrutar revertir este trabajo y que se le regrese al malparido que lo hizo.

— Solo estás molesto por venir al cementerio por la noche y tener que mancharte las manos con tierra, ¿verdad?

— ¿Y por qué más lo iba a estar?

Asmita soltó otra pequeña risa, continuando con el trabajo de excavar al lado de su familiar.

Habían ido hasta ese lugar con el objetivo de desenterrar un trabajo de magia negra y revertirlo, pero de casualidad habían evitado que un montón de adolescentes terminaran atormentados por esos entes...

Bueno, al menos podían decir que había sido una noche productiva.

Cazadores de luces y sombras [#Deathween2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora