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El primer encuentro
Año: 2023

El rugido de los motores apenas se escuchaba en la fábrica de Red Bull Racing aquella mañana, pero el ajetreo constante en las instalaciones era evidente

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El rugido de los motores apenas se escuchaba en la fábrica de Red Bull Racing aquella mañana, pero el ajetreo constante en las instalaciones era evidente. Ingenieros caminaban de un lado a otro, ajustando piezas, revisando datos y asegurándose de que todo estuviera en orden para el regreso de la Fórmula 1. Pero, esa mañana en particular, había una expectativa diferente en el aire. No solo porque el gran premio de Monza se acercaba, sino porque Sophie Verstappen haría su debut como piloto del equipo.

Sophie entró en la fábrica con su paso firme y decidido. Llevaba el uniforme del equipo con una naturalidad que dejaba en claro que, a pesar de los años fuera del circuito, seguía siendo una Verstappen. Había algo en su presencia que inmediatamente captaba la atención, una combinación de confianza y misterio que nadie podía ignorar.

Mientras recorría los pasillos, fue llevada al centro de operaciones del equipo, donde los pilotos solían reunirse con los ingenieros. Al cruzar las puertas, la atmósfera se cargó de murmullos; todos la reconocían. Sin embargo, Sophie apenas notaba las miradas a su alrededor, enfocada en lo que le esperaba: conocer a su equipo y, por supuesto, a su compañero de escudería.

—Emma, me alegra verte por aquí —dijo Horner, quien la recibió con una sonrisa afable—. El equipo está emocionado de tenerte de vuelta.

—Gracias, Christian —respondió Sophie, asintiendo con la cabeza—. Estoy lista para empezar.

Mientras conversaban, la puerta se abrió y una figura conocida para todos en la fábrica hizo su entrada: Sergio Pérez. Con una sonrisa relajada, entró ajustándose su gorra de Red Bull, sin percatarse de inmediato de la presencia de Sophie.

—¿Qué tal, Chris? —saludó Checo, antes de notar la figura femenina junto a su jefe. Se detuvo por un segundo, observando a Sophie, y sus ojos se entrecerraron ligeramente mientras trataba de procesar lo que veía.

—Sophie, te presento a tu compañero, Sergio Pérez —dijo Christian, presentándolos con una leve sonrisa que indicaba que sabía que este momento había generado mucha expectación.

Checo estiró la mano de inmediato, cortés pero con curiosidad. Sophie le devolvió el gesto, su apretón de manos firme pero no forzado.

—Checo —dijo él, presentándose de manera informal—. Es un placer tenerte aquí.

Sophie lo miró directamente a los ojos, sin rastro de nerviosismo o duda en su expresión.

—El placer es mío, Sergio —respondió ella—. He escuchado mucho sobre ti.

Checo dejó escapar una ligera risa, con ese carisma desenfadado que lo caracterizaba.

—Espero que cosas buenas —respondió con humor—. Porque no todo lo que se dice de mí es verdad, ¿eh?

Sophie apenas esbozó una sonrisa, manteniendo su habitual frialdad.

—Solo me importa lo que hagas en la pista —replicó—. Y por lo que sé, eres rápido.

Checo arqueó una ceja, sorprendido por la respuesta directa de Sophie. A lo largo de su carrera, había conocido a muchos pilotos, pero ninguno que lo tratara con tanta indiferencia desde el primer encuentro. Le intrigaba. Estaba acostumbrado a compañeros que, o bien lo admiraban o intentaban competir con él desde el primer día, pero Sophie parecía completamente inmutable.

—Bueno, espero que me sigas el ritmo —dijo Checo, con un tono juguetón—. Porque lo que dura del año tenemos que trabajar duro si queremos mantener el campeonato en casa.

Sophie no se dejó llevar por las bromas. Mantuvo su postura firme y asintió con la cabeza.

—No te preocupes. Estoy aquí para ganar —dijo con una seriedad que hizo que Christian interviniera con una carcajada.

—Vamos, chicos, vamos a llevarnos bien desde el principio —comentó Christian, claramente entretenido por el intercambio.

—No hay problema —dijo Sergio, volviendo a su actitud relajada—. Siempre es bueno tener a alguien con determinación. ¿Qué te parece si después de la reunión me acompañas a dar un paseo por la fábrica? Te puedo mostrar dónde realmente se hacen las cosas.

Sophie asintió, aceptando la oferta.

—Perfecto —dijo—. Me vendría bien un tour.

Tras una breve reunión con los ingenieros, donde se discutieron algunos aspectos técnicos del coche y la preparación para los próximos tests, Checo y Sophie salieron a recorrer las instalaciones. Caminaban uno junto al otro, pero el silencio entre ellos era denso. Checo no era alguien que se quedara callado por mucho tiempo, pero Sophie, por alguna razón, lo desconcertaba. Había algo en su manera de ser que le resultaba diferente.

Finalmente, mientras pasaban por el área de diseño aerodinámico, Checo decidió romper el silencio.

—Así que... Max no habla mucho de ti —dijo, tratando de iniciar una conversación—. ¿Estuviste fuera por mucho tiempo, no?

Sophie lo miró de reojo, su expresión neutral.

—Ocho años —respondió simplemente, sin entrar en detalles.

Checo asintió, sin querer presionarla. Había oído los rumores, claro, sobre por qué Sophie se había alejado del deporte, pero no era del tipo de persona que se inmiscuía en la vida personal de los demás.

—Debe haber sido difícil regresar —continuó Checo, buscando un punto de conexión—. Pero me alegra que estés aquí. Sé lo que es tener que demostrarte constantemente.

Sophie lo miró por un momento, y aunque sus ojos eran fríos, había algo en su mirada que indicaba una ligera empatía.

—No estoy aquí para demostrar nada —respondió—. Estoy aquí para hacer lo que mejor sé hacer: correr.

Checo sonrió ante la respuesta.

—Me gusta tu actitud —admitió—. Pero ya verás que en Red Bull somos más que solo velocidad. Somos un equipo. Así que cualquier cosa que necesites, solo dime.

Sophie asintió, pero no respondió. Checo sabía que le tomaría tiempo abrirse, si es que alguna vez lo hacía. Sin embargo, no podía negar que había algo en ella que lo intrigaba profundamente. No solo era la hermana de Max Verstappen, ni el hecho de que volvía tras años fuera de las pistas. Era su forma de ser, esa barrera que parecía levantar ante todos.

Mientras continuaban el recorrido por la fábrica, Checo decidió que intentaría conocerla mejor. Sabía que detrás de esa fachada fría había una razón para su forma de ser, y estaba dispuesto a descubrirla. Pero por ahora, lo único que podía hacer era asegurarse de que Sophie se sintiera bienvenida en el equipo. Porque, al final del día, si ambos querían llevar a Red Bull a la cima, tendrían que trabajar juntos.

Y Checo estaba listo para ese desafío.

Who's Afraid of Little Old Me? ▬▬ Checo Pérez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora