5. Feria

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Blighbrooke era un pueblo inusual e intimidante, al menos así lo veía Anthony desde el primer día que puso un pie en él durante su niñez. La gente no solo era extraña, sino que también mostraba una amabilidad increíblemente efímera, que en cuestión de segundos podía convertirse en una hostilidad voraz si consideraban que eras diferente o te culpaban por algo fuera de lo común, según su propio y contradictorio criterio. No solo el comportamiento de los habitantes resultaba incómodo, sino que el mismo pueblo era perturbador por la cantidad de magia y criaturas mágicas que lo habitaban. Aunque había una regla fundamental que prohibía interactuar con estos seres para no romper el equilibrio, incluso después de cuatro años viviendo allí, Anthony no lograba acostumbrarse a escuchar el viento susurrando cosas peculiares cada vez que el clima cambiaba drásticamente, o a ver ocasionalmente a un duende robando las macetas del jardín de su madre.

A pesar de todo, las pocas personas que el joven de catorce años consideraba sus amigos eran lo único que hacía su estancia en ese pueblo una experiencia menos perturbadora.

Anthony Primrose, con su cabello largo hasta el cuello, de un inusual tono rojo fuego, ojos marrones y lentes que le daban un aire serio, se sentía más tranquilo en compañía de Scarlett. Ella, su mejor amiga, tenía su misma edad, era un poco más alta y llevaba el cabello largo teñido de rubio, que contrastaba con sus hermosos ojos marrones. Scarlett siempre lograba sacarle una sonrisa, algo poco común en él. Aunque podía admitir que ella era algo excéntrica y un tanto extremista con sus ideas para "mejorar el futuro del pueblo", no cambiaría su compañía por nada. Al menos, eso había creído durante un buen tiempo, pues en las últimas semanas, su atención comenzaba a desviarse hacia otra persona, una de las pocas, junto a Scarlett, que podía presumir de tener con Anthony una buena conversación.

—Oye, Tony, ¿me escuchas? —repetía sin cesar la chica de cabellos rubios mientras agitaba su mano frente al rostro de su amigo, quien llevaba un buen rato ensimismado, mirando a la nada. Ambos solían reunirse en la casa del árbol de Scarlett, oculta en el bosque mágico prohibido, para hacer lo que quisieran sin ser molestados por los adultos. Ahora mismo se encontraban en aquel escondite; ella llevaba un rato contándole algo a Anthony, nada demasiado importante, pero le resultó extraño cómo él se había quedado tan distraído de un momento a otro.

—¡Auch! ¡Ya te escuché! —Scarlett había optado por jalarle levemente una oreja para llamar su atención. Funcionó a la perfección, pero ahora Anthony se estaba sobando la oreja con rapidez; su amiga podía ser bastante brusca a veces. La chica insistió en saber por qué se veía tan distraído últimamente, no solo en ese momento, sino en los últimos días. En parte, le preocupaba; aunque Anthony, con su cabello rojizo y semblante serio, parecía desinteresado en todo, tenía la mala costumbre de meter las narices donde no lo llamaban, lo que a menudo lo metía en problemas peligrosos. Scarlett sospechaba que su distracción se debía a algún lío en el que se había metido por entrometido.

—Es que... hace unos días, Elías me invitó a la Soirée Celestial —dijo mientras pasaba su mano derecha por su cabeza—. No entiendo por qué se toma tantas molestias con eso; sabe que ni siquiera me gusta esa feria. Debería haber invitado a Kel si tanto quiere un amigo para esa tontería.

Con solo esa respuesta, la expresión de Scarlett cambió en menos de un minuto; pasó de estar preocupada por la seguridad de su amigo a mostrar un gesto de indignación. Sabía bien que Anthony no tenía las mejores habilidades sociales para captar las intenciones más evidentes de los demás. Aunque era excelente interpretando lo que otros ocultaban a través de gestos sutiles o al analizar cada detalle, cuando se trataba de algo tan simple como entender una cita, sus habilidades se desmoronaban. Internamente, quería darle un golpe en la cabeza por eso, pero también sentía cierto enojo con Elías por no haberle pedido ayuda. Sabía lo torpe que era Anthony para captar las indirectas más obvias, pero parecía haber apostado tanto por esa simple invitación que había olvidado ese pequeño pero significativo detalle. Sin duda, esos dos la desesperaban.

«Love Comes In Different Ways» Flufftober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora