17. Noche de gala

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Era una tarde tranquila, la luz del sol se filtraba suavemente por las ventanas, iluminando la habitación donde dos amigas se preparaban para una noche importante. Entre risas y pequeñas quejas, el aire estaba cargado de emoción y expectativa. Todo tenía que ser perfecto para la gala que se avecinaba, y los últimos ajustes en los vestidos estaban en marcha.


—¡Auch! ¡No lo aprietes tanto! —se quejó Angélica mientras trataba de respirar bajo la presión del corsé.


—Vamos, Angie, si quieres que resalte bien tu cintura, debo ajustarlo así. Como dice mi madre: "Para ser bella, hay que apretar con fuerza". —Astrid se río mientras tiraba un poco más de las cintas.


—... Solo no seas tan tosca —respondió la otra chica, resoplando.


Ambas adolescentes continuaron con la ardua tarea de preparar el vestido, haciendo retoques de último minuto. Astrid, una chica alta de piel morena, con cabello oscuro y rizado que caía sobre sus hombros, finalmente dio un paso atrás para admirar su trabajo. El vestido de Angélica era impresionante: un diseño largo de terciopelo rojo burdeos, ajustado al cuerpo, con detalles bordados en hilos plateados que recorrían el torso y se deslizaban hasta el borde de la falda. Un par de guantes negros largos cubrían sus brazos, añadiendo un toque de elegancia vintage, y un collar de perlas descansaba sobre su cuello, contrastando perfectamente con el tono profundo del vestido. Las luces de la habitación parecían reflejarse en los pequeños destellos que el tejido desprendía.


Angélica se dio la vuelta para que Astrid pudiera verla en su totalidad, apartando la mirada nerviosa. Sabía que su amiga era una crítica implacable en cuanto a moda, y aunque confiaba en su juicio, el nerviosismo era inevitable. Ese vestido lo había encontrado unos días antes, mientras ambas recorrían tiendas en busca del atuendo perfecto para la "Operación Glamour" —nombre que habían dado a la siguiente misión que tenían en sus manos—. Tenían la libertad de escoger cualquier traje, ya que sus superiores cubrirían todos los gastos, y ambas sabían que no podían dejar pasar una oportunidad así.


"Solo míralo, Astrid, ¡es perfecto! Y si me dejan quedármelo, ¡podré usarlo para otra ocasión!" había dicho con una emoción que ahora, en retrospectiva, le parecía algo exagerada. Sin embargo, no podía negarlo: su amor por los vestidos elegantes era genuino.


Cuando por fin volvió la mirada hacia su amiga, buscando su opinión, lo único que pudo ver fue el brillo en los ojos de Astrid, quien parecía igual de emocionada.


—¡Te lo dije! Ajustarlo así te favorecía mucho más. Siempre tengo la razón —dijo Astrid, cruzando los brazos con satisfacción. Los ojos oscuros de Astrid recorrían el conjunto: el rojo profundo del vestido resaltaba de manera espectacular con el cabello suelto de Angélica, cuyos cabellos rojizos caían hasta su espalda, creando un contraste que hasta a ella la dejaba sin aliento. El brillo en el vestido, junto con la elegancia natural de su amiga, provocó que Astrid sintiera un leve sonrojo en las mejillas.


Angélica sonrió, a punto de responder algo sarcástico, pero en lugar de eso, dio un salto hacia el otro lado de la habitación, donde había dejado otra prenda. Con emoción contenida, sacó de su mochila un vestido verde esmeralda.


—Es tu turno, Tidy —dijo Angélica, agitando el vestido en el aire.


«Love Comes In Different Ways» Flufftober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora