20. Beso indirecto

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—Entonces... lo único que faltaría es bordar esta falda para la presentación de la próxima semana. Al menos trabajas rápido, eso es bueno —comentó Lynn, una chica rubia de cabello corto, mientras doblaba y ordenaba algunas prendas. Estaba sentada en la cama de su mejor amigo, su pierna cruzada de manera despreocupada mientras observaba con interés lo que él hacía. Aiden, quien se encontraba en su escritorio, escribiendo en su computadora, solo levantó un pulgar hacia ella como respuesta, concentrado en organizar algunos archivos en su pantalla.


Lynn sonrió para sí misma, jugando con un mechón de su cabello. Ambos tenían quince años, y no tenían otros amigos más que el uno al otro, aunque eso no les importaba. Pasaban gran parte del tiempo juntos, ya sea en la casa de uno o del otro. Por otra parte, la habitación de Aiden era bastante espaciosa, lo que le permitía mantener sus hobbies en casa sin problemas. Tenía una pequeña máquina de coser en un rincón, que utilizaba para confeccionar trajes o hacer reparaciones para el club de teatro en el que ambos participaban.


Aiden, con su cabello castaño largo hasta los hombros, y unos lentes que constantemente ajustaba nerviosamente, era parte del equipo técnico y de efectos especiales del club. Ese día vestía una camisa de cuadros oscuros y pantalones negros, tal como solía hacerlo. Lynn, por otro lado, siempre destacaba. Con su vestido ajustado negro, medias con pequeños corazones del mismo color y sus inseparables botas, se veía como alguien completamente distinta a Aiden, aunque, para él, brillaba como una estrella. Lynn era una de las mejores actrices del club y siempre encontraba la manera de estar en el centro de atención.


—L-lynn, m-mira esto —tartamudeó Aiden, llamando su atención mientras giraba la pantalla de su computadora hacia ella. Lynn se levantó lentamente de la cama, acercándose para ver lo que su amigo le mostraba.


—Interesante... —musitó ella, una sonrisa traviesa curvándose en sus labios. Esa expresión siempre lograba poner a Aiden algo nervioso, a pesar de estar acostumbrado a sus juegos. —Bueno, ya puedo practicar mejor mi entrada. ¡Imagínalo! Justo cuando la cortina de humo comience, apareceré, y nadie se lo esperará.


—P-pero... N-no se s-supone que lo hagas... —Aiden intentaba mantener la calma, pero su tartamudeo se hacía más evidente cuando se ponía nervioso—. L-los chicos prepararon eso para que la sorpresa fuera general.


Lynn dejó escapar una pequeña risa, claramente divertida por la incomodidad de su amigo. Le gustaba verlo así, tan nervioso y tierno, pero también sabía que Aiden confiaba en ella lo suficiente como para mostrarle todos sus trabajos, aunque no siempre los usara de la manera más correcta.


—Oh, vamos —dijo con una mirada juguetona—. Sólo será un pequeño toque. Además, por algo me lo enseñaste, ¿no? Sabes que no puedo resistirme a mejorar las cosas.


Aiden abrió la boca para decir algo más, pero se detuvo cuando vio a Lynn sacar de su bolsillo una pequeña paleta circular, la cual comenzó a chupar distraídamente. Estaba claro que no estaba escuchando. Era una de esas cosas que hacía cuando no quería entrar en razón. El chico suspiró, sabiendo que sería inútil insistir.


—L-lynn... E-es en serio, podrías arruinar la s-sorpresa —intentó de nuevo, su tono suave pero desesperado.


—Hmm... —murmuró Lynn, sin quitarse la paleta de la boca, su mirada perdida mientras lo observaba con una media sonrisa. Sabía que Aiden no le haría caso a sus instintos. Era tan lindo verlo nervioso, intentando convencerla con esa voz temblorosa y sus palabras entrecortadas. Le divertía esa faceta de él.


Aiden intentó decir algo más, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra, Lynn se inclinó ligeramente hacia él y, con una sonrisa pícara, presionó suavemente la paleta contra sus labios. El chico se quedó completamente paralizado, su rostro enrojeciendo al instante, como si el mundo se hubiera detenido por un segundo.


—Shhh, no digas más —susurró Lynn, sus ojos brillando con esa mezcla de travesura y coquetería que siempre lograba desarmarlo—. Mira, si sigues ayudándome... tal vez, sólo tal vez, podrías obtener un beso real.


La voz de Lynn era suave, casi hipnótica, y Aiden sintió que su corazón latía con fuerza en su pecho. Estaba seguro de que si intentaba hablar, apenas sería capaz de articular palabra alguna. Todo lo que pudo hacer fue quedarse allí, con los labios aún ligeramente pegajosos por la paleta, mirando a su amiga, totalmente sonrojado.


Lynn dejó escapar una risita, claramente satisfecha con la reacción de Aiden. Sabía perfectamente el efecto que tenía en él. Era una chica hermosa, de eso no cabía duda: su cabello rubio corto, su atuendo siempre atrevido, y esa actitud tan segura de sí misma la hacían brillar. Para Aiden, ella era simplemente deslumbrante, imposible de resistir.


—¿Qué dices? —dijo ella, cruzando los brazos sobre su pecho mientras lo observaba desde arriba, como si estuviera disfrutando cada segundo de su vergüenza—. ¿Me vas a ayudar o no?


Aiden asintió, aún demasiado avergonzado para pronunciar palabra alguna. Su mente era un torbellino de pensamientos, pero una cosa era clara: no podía decirle que no. No a Lynn. No cuando lo miraba de esa manera.


—B-bueno... —logró balbucear al final, su voz temblorosa—. T-te ayudo.


—Sabía que podía contar contigo, Aidy —respondió ella, acercándose para darle un leve empujón en el hombro—. Eres el mejor.


Aiden apenas podía soportar la vergüenza, pero el leve contacto de Lynn lo hizo sonrojarse aún más, si eso era posible. No había forma de que pudiera negarse a ella, y lo peor era que Lynn lo sabía perfectamente.

«Love Comes In Different Ways» Flufftober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora