𝐗𝐗𝐈. 𝐓𝐎𝐑𝐌𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐈𝐍𝐒𝐄𝐍𝐒𝐈𝐁𝐋𝐄

186 43 17
                                    

Capítulo 21

Después del escabroso escenario en el que los campesinos fueron víctimas a manos de los terribles cangrinos, los príncipes realizaron las rondas necesarias por el pueblo para corroborar que no hubiera más presencia de estos en la zona. 

Ellos se desplazaron por los alrededores, asegurándose de que todo estuviera en calma, mientras la tarde caía lentamente sobre el reino. El ambiente seguía cargado de tensión, pero los daños parecían estar controlados, ya que los guardias se quedaron haciendo rondas en el lugar del ataque, acompañando a las personas que habían logrado huir para que recuperaran lo más que pudieran de sus pertenencias a su regreso. Todo esto, fue ordenado por el príncipe Vermilion.

Una vez cumplida la tarea, los príncipes regresaron al castillo justo cuando el cielo comenzaba a teñirse de tonos naranjas y violetas.

Vermilion, siempre discreto, esperó el momento preciso para buscar a Evelyn y darle información sobre su hermano, ya que sabía que ella debía estar inquieta, especialmente porque ya había pasado mucho tiempo desde que él se había ido. Al encontrarla en la sala de costura del castillo, se acercó a ella con la noticia de que el ataque no había ocurrido en los campos de cereza de su familia. Evelyn, feliz, celebró regalándole un abrazo inocente al rubio. Esa información fue suficiente para calmar su ansiedad, y suspiró aliviada.

Después de hablar por un momento, ambos abandonaron la sala de costura. Justo cuando iban saliendo, Lord Grey pasaba por el pasillo alterno, y los vio caminando juntos por el amplio corredor y, con una ligera sonrisa un tanto maliciosa en su rostro, se giró y siguió su camino.

 Justo cuando iban saliendo, Lord Grey pasaba por el pasillo alterno, y los vio caminando juntos por el amplio corredor y, con una ligera sonrisa un tanto maliciosa en su rostro, se giró y siguió su camino

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ya siendo de noche, los príncipes decidieron cenar cada uno en la tranquilidad de sus aposentos. El día había sido agotador, tanto física como mentalmente, y preferían la intimidad de sus habitaciones antes que la formalidad de un banquete en la mesa familiar. Mientras tanto, Darcel, en su habitual silencio, optó por pasar la tarde y la noche en su sala privada, intentando disipar sus pensamientos acompañado de una copa de vino. 

Al llegar la medianoche, Darcel salió de su sala privada y se dirigió a su habitación en completa calma. Al entrar, vio a Evelyn en la cama, aparentemente dormida, mientras la luz de la luna y unas cuantas velas iluminaban la habitación, dejando claro que ella lo había estado esperando.

Él caminó despacio, cerrando la puerta con cuidado, pensando que ella estaba profundamente dormida, algo que, en el fondo, él deseaba. Las palabras del consejero seguían resonando en su mente, dejándolo con una sensación de decepción y rabia, batallando con el pensamiento de que su Evelyn planeaba dejarlo, y que su corazón no estaba sinceramente con él.

Mientras Darcel se desvestía, sus ojos no podían apartarse de ella, contemplándola de pies a cabeza, y la culpa comenzó a invadir su mente. Él sabía que no había hecho bien las cosas desde el principio con ella, y que había sido algo brusco en su trato. Entre todos esos pensamientos, continuaba considerando la idea de que, si traía a su hermano al castillo, podría frustrar cualquier intención de Evelyn de alejarse de su lado, porque, a pesar de todo, él no quería dejarla ir.

𝐕𝐀𝐋𝐊𝐎: 𝐂𝐄𝐍𝐈𝐙𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐋𝐎𝐑 𝐏𝐋𝐀𝐓𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora