𝐗𝐗. 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐑𝐄𝐒𝐄𝐒

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Capítulo 20

El campo, que alguna vez fue un lugar de trabajo para los campesinos que vivían en los alrededores, se transformó en un escenario de caos absoluto. Las casas de los campesinos habían sido destruidas y los cultivos estaban devastados, con grandes columnas de humo alzándose hacia al cielo. Los cuerpos sin vida de los hombres yacían esparcidos por los caminos, mientras que las mujeres eran víctimas de la crueldad de los cangrinos, quienes las trataron con brutalidad.

En medio de la devastación, los niños, jóvenes y mujeres corrían de un lado a otro entre gritos desesperados, intentando escapar, mientras los cangrinos seguían acabando con sus vidas y saqueando lo que encontraban a su paso.

Entre todo aquel caos, los gritos desesperados de una joven mujer resonaban con fuerza, dejando tras de sí un aire desgarrador. Aquellos gritos provenían de detrás de un árbol, donde una mujer clamaba por piedad al tiempo que era sometida  y tomada por la fuerza sin tregua. Para su infortunio, el Cangrino que la estaba atacando se ensañó aún más contra ella, satisfaciendo así su deseo, mientras que de tras de él, otros esperaban para hacer lo mismo incrementando aún más su tormento.

El terror continuaba extendiéndose mientras los campesinos intentaban huir en todas direcciones. Los cangrinos cazaban a las personas con flechas y lanzas improvisadas, atrapando a aquellos que buscaban refugio. Los más pequeños fueron encadenados, y las mujeres, golpeadas, eran forzadas a someterse al control de estos hombres, mientras el caos consumía todo a su paso.

 Los más pequeños fueron encadenados, y las mujeres, golpeadas, eran forzadas a someterse al control de estos hombres, mientras el caos consumía todo a su paso

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Vermilion estaba en la biblioteca, sumergido en la lectura de antiguos pergaminos que solía estudiar, cuando la puerta de la sala se abrió suavemente. Al levantar la mirada, vio a Evelyn entrar con un papel en las manos. Él se giró de medio lado en su lugar y le dedicó una sonrisa amable, saludándola.

—¡Evelyn! ¿Cómo estás?

—Bien, gracias —respondió ella con una leve sonrisa—. ¿Y tú?

—Estoy bien, gracias por preguntar —dijo él, cerrando el libro que tenía en las manos—. ¿Quieres leer algo?

—No, bueno sí, pero ahora no. En realidad, te estaba buscando porque necesito decirte una cosa.

—¿Te sucede algo?

Evelyn, un poco apenada, bajó la mirada antes de responder.

—En realidad, venía a pedirte un favor —dijo en voz baja.

Vermilion adoptó una expresión seria, metiendo una de sus manos en el bolsillo de su pantalón, mirándola a los ojos.

—Yo no hago favores, Evelyn —dijo con voz grave—. Soy egoísta. Y si los hago, cobro por adelantado.

Evelyn, sorprendida y un poco confundida por la actitud de Vermilion, lo miró sin saber cómo reaccionar, así que, con timidez, preguntó:

—¿Cómo podría pagarte?

𝐕𝐀𝐋𝐊𝐎: 𝐂𝐄𝐍𝐈𝐙𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐋𝐎𝐑 𝐏𝐋𝐀𝐓𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora