Capítulo 5
El agua tibia y perfumada de la tina apenas lograba calmar el temblor de los hombros de Evelyn, cuyas lágrimas se mezclaban con el agua aromatizada que acariciaba su piel. Los ojos de la joven estaban enrojecidos por el llanto constante, y su tierno rostro, se veía apagado y triste. La sirviente que Darcel había estipulado para ella yacía a su lado, ayudándola a tomar el baño, ya que Evelyn lo único que hacía era permanecer inmóvil, sumergida en el agua, y la mujer no evitó mirarla con compasión y pesar. Pronto, ella la ayudó a salir del agua, envolviéndola en una suave toalla de lino.
—Vamos, señorita —dijo la sirviente con voz suave—. Es hora de vestirla para la cena.
La mujer esperó que Evelyn le siguiera, pero ella no respondió, dejando que su tristeza la envolviera junto a la toalla de lino. La sirviente tomó de la cómoda un hermoso y delicado vestido rosado de cuadros blancos, con mangas abullonadas y un corpiño ajustado que se estrechaba en una cintura adornada con un lazo de raso blanco. La falda se desplegaba en suaves pliegues hasta el suelo, con bordados de pequeñas flores que se desvanecían hacia el dobladillo.
Al llegar al cuarto de baño, la sirviente le mostró el vestido a Evelyn, quien al parecer se sintió atraída por lo hermoso que era, ya que jamás había visto un vestido así.
—¿Te gusta? El rey Darcel lo eligió especialmente para usted —dijo la sirviente, sonriendo.
Pero al verlo y oír las palabras de la mujer, Evelyn rompió en sollozos nuevamente. Su dolor era evidente en cada lágrima que caía sobre sus mejillas, y la mujer, preocupada, se apresuró a secar las lágrimas con el borde de la toalla, intentando calmarla.
—Señorita, por favor, no llore; sus mejillas se pondrán rojas de nuevo, y el rey no querrá verla así.
En ese momento, el rey entró en la habitación evitando hacer ruido. Cerró la puerta de los aposentos con cuidado, y caminó hacia el cuarto de baño, deteniéndose en la entrada, donde se quedó en silencio, escuchando la conversación entre las dos mujeres.
—Por favor, ayúdeme a escapar —suplicó Evelyn, con su voz quebrada—. No puedo soportar estar aquí ni un minuto más.
La sirviente bajó la mirada con los ojos llenos de tristeza, sabiendo que no podía cumplir esa petición, pero comprendía el dolor de la joven.
—Lo siento, señorita —dijo en voz baja, acariciando el cabello de Evelyn—. Eso es imposible. El castillo está rodeado de guardias e intentar escapar solo garantizaría su muerte, y yo no podría vivir con eso en mi conciencia.
La princesa sollozó de nuevo con mucho más dolor, al tiempo que su cuerpo temblaba aferrándose a la toalla y la sirviente continuó hablando con una voz cálida y maternal para intentar hacer que ella se calmara un poco.
—Sé que esto es difícil, pero necesita ser fuerte. Ya verá que todo va a cambiar para usted, pero si actúa de manera imprudente, no habrá vuelta atrás.
Afuera, Darcel, que había estado escuchando en silencio, sintió un nudo en el estómago al escuchar el dolor en la voz de Evelyn y dudó por un momento, pensando en si debía entrar e intervenir en las peticiones de ella. Darcel era consciente de que cualquier palabra suya podría ser recibida con rencor, pero por más que quisiera buscar otra manera de retenerla, no la veía, y él no quería lidiar con dramas absurdos a su parecer, pero oír el llanto de Evelyn le causó cierto choque.
La sirviente, ajena a la presencia del rey, comenzó a ayudar a la futura reina a ponerse el vestido, y con cada botón que abrochaba, el silencio en la habitación se volvía más denso.
—Él es malo... es cruel —susurró Evelyn con miedo y tristeza—. No lo soporto, no lo quiero ver.
La sirvienta negó suavemente con la cabeza, manteniendo su brazo firme.
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𝐕𝐀𝐋𝐊𝐎: 𝐂𝐄𝐍𝐈𝐙𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐋𝐎𝐑 𝐏𝐋𝐀𝐓𝐀
RomanceEn un reino donde la paz al parecer se ha desvanecido, la nueva generación de la familia Worwick se enfrenta a una feroz lucha debido a la cabeza de la corona. Con enfrentamientos entre sangre y linaje, traiciones, secretos y rivalidades que amenaza...