Una secundaria diferente (Super Mario bros)

Se acercan las semifinales

Era 10 de mayo...lTos días en el instituto pasaron como un suspiro, llenos de prácticas y preparativos para las semifinales del torneo de fútbol y la competencia de baile. La atmósfera estaba cargada de energía y tensión; las diferentes clases estaban volcadas en sus entrenamientos, cada una buscando perfeccionar sus habilidades para los importantes eventos que se acercaban. En la Clase 2º-A, la intensidad se sentía aún más, ya que no solo eran favoritos en ambas competencias, sino que también tenían una rivalidad especial con la Clase 2º-B, el grupo que más les había dado problemas en los últimos meses.

Aquella mañana, Mario Segaly y Peach Toadstool caminaban juntos hacia el despacho del director Eijiro Suzuki. Ambos habían sido llamados para una reunión especial, junto con los capitanes de las otras clases, para discutir las próximas semifinales y anunciar oficialmente los enfrentamientos y fechas. Aunque el motivo era formal, el ambiente entre ellos era relajado. Habían pasado mucho tiempo liderando a sus equipos y enfrentando juntos los desafíos que conllevaba ser capitanes. Pero lo que les unía aún más era el enemigo común: la Clase 2º-B, cuyos capitanes, Asano Suzuki en fútbol y Ayako Ikeda en baile, eran rivales formidables.

—Es increíble cómo han mejorado los chicos en el equipo —comentó Mario, ajustando su gorra roja con satisfacción—. Pero conociendo a la Clase G, no podemos confiarnos. Y menos sabiendo que si pasamos, podríamos enfrentarnos a la Clase B en la final.

Peach asintió, sosteniendo una carpeta con las notas de su última práctica de baile. Aunque siempre trataba de mantener la calma, la idea de enfrentarse a Ayako Ikeda y la Clase B en las semifinales le causaba cierta inquietud.

—Lo sé. Es como si la Clase B viviera para fastidiarnos. Ayako siempre intenta lucirse en las prácticas. Cada vez que veo uno de sus movimientos nuevos, no puedo evitar pensar que es un mensaje directo para nosotros —respondió, dejando escapar un suspiro.

Mario rió levemente, aunque había una pizca de nerviosismo en su tono.

—Y no olvides a Asano. Ese tipo parece hecho de acero. Vi un poco de su entrenamiento el otro día y, bueno... no puedo decir que no me preocupe. —Miró a Peach y añadió con confianza—. Pero tenemos a Donkey en defensa. Si alguien puede detener a Asano, es él.

—Eso espero —respondió Peach, pensativa—. Aunque en el baile lo tenemos más complicado. Ayako tiene un arte natural para bailar; es tan precisa y perfeccionista que incluso a mí me sorprende. Además, parece que nada la desconcentra. Siempre está tan seria...

Mario asintió, entendiendo su preocupación.

—Sí, Ayako parece una máquina. Pero tú tienes algo que ella no tiene: carisma. Tus chicos te siguen porque confían en ti, no solo porque seas buena bailarina, sino porque los inspiras.

Peach sonrió tímidamente ante el cumplido.

—Gracias, Mario. Eso significa mucho, sobre todo viniendo de ti —respondió con sinceridad.

Finalmente, llegaron al despacho del director. Cuando Mario abrió la puerta, notaron que ya había otras personas dentro: Ayako Ikeda, con su postura impecable y su expresión seria, y Asano Suzuki, quien parecía irradiar confianza y control. Junto a ellos estaban los capitanes de las otras clases, aunque los de la Clase B siempre destacaban.

Ayako, como siempre, estaba perfectamente arreglada, con su cabello suelto que le llegaba a la sintura y su postura erguida. Había algo en su presencia que imponía respeto; aunque no hablaba mucho, su arte y precisión en el baile eran innegables. Incluso quienes no simpatizaban con la Clase B reconocían su talento natural, que parecía hacer que cada movimiento suyo en el escenario fuera perfecto.

Asano, por otro lado, tenía una actitud completamente distinta. Era un líder nato, con una energía que dominaba cualquier espacio en el que entraba. Su sonrisa confiada y su forma de hablar directa hacían que cualquiera lo escuchara, y sus compañeros lo seguían sin dudar. Aunque su rivalidad con Mario era evidente, Asano siempre mantenía una actitud profesional, aunque con un toque de arrogancia.