Capítulo 5

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Las cosas iban bien para el trío de "locos" que vivían en el 109, como se autodenominaron Jake y Jungwon la noche en que se quedaron hasta tarde bailando y cantando como si no hubiera un mañana. El pequeño Niki no se quedaba atrás, una fiera en el baile a pesar de su corta edad, y se encargaba de demostrarlo cada vez que podía. Aquella noche había sido especial porque el chico de ojos gatunos, aún no del todo listo para dejar de cuidar a Niki, la bautizó como la "última noche con el mocoso", aunque en realidad el niño no se iba a ninguna parte. La única novedad era que alguien llegaría para ayudar a Jungwon con Niki: un chico llamado Felix.

A primera vista, Felix parecía intimidante, pero quienes lo conocían mejor sabían que era un tipo dulce, con un rostro encantador que contrastaba con su voz grave y juguetona, que usaba a veces para asustar a Niki en broma. Antes de que Felix asumiera su rol, Jungwon quiso disfrutar de un último paseo a solas con el hijo de su amigo, así que lo llevó al parque. Pasar tiempo con Niki siempre le había resultado gratificante, pero de repente el niño desapareció de su vista, haciendo que el corazón de Jungwon se detuviera.

Niki jamás se alejaba sin permiso, y si algo le pasaba, Jungwon sabía que nunca se lo perdonaría, ni Jake tampoco. Desesperado, comenzó a buscarlo por todas partes, preguntando a cualquiera que se cruzara en su camino, mientras su mente y su cuerpo empezaban a fallarle por la fatiga y la angustia. Estaba al borde de la locura cuando, como si fuera una bendición, lo divisó al otro lado de la calle, rodeado por un grupo de chicos que lo estaban fastidiando.

Sin pensar en nada más, Jungwon corrió hacia ellos, pero en su desesperación no se dio cuenta de que un coche venía directo hacia él. El sonido de la bocina lo hizo reaccionar a tiempo, pero el miedo lo paralizó, haciéndolo caer al suelo. Afortunadamente, el coche se detuvo justo antes de golpearlo. Jungwon, tembloroso, se quedó allí, incapaz de procesar lo cerca que estuvo de un accidente.

El conductor salió rápidamente del coche, temiendo lo peor.

—¿Estás bien? —preguntó, agachándose para quedar a la altura de Jungwon, quien mantenía la cabeza baja, demasiado aturdido para reaccionar—. Por favor, dime algo. Si hace falta, puedo llevarte al hospital —añadió, mientras lo levantaba con cuidado en sus brazos.

Al escuchar esas palabras, Jungwon levantó la mirada, y el conductor se sorprendió al ver sus ojos llenos de lágrimas, pero sorprendentemente hermosos.

—¡No! —exclamó Jungwon, forcejeando para soltarse—. Niki me necesita —dijo, señalando al niño que en ese momento estaba siendo agredido por otros chicos.

Al darse cuenta de la gravedad de la situación, el conductor bajó a Jungwon con cuidado y lo siguió mientras corría hacia Niki. Aunque quería intervenir, Jungwon llegó primero y, con un grito furioso, apartó a los adolescentes. Se arrodilló rápidamente junto a Niki, tomando su rostro con delicadeza, pero sus ojos mostraban una preocupación profunda.

—Niki, mi amor, no estás bien. Te llevaré al hospital —susurró, su voz rota por el miedo.

—Yo lo llevo —intervino el conductor, que había seguido de cerca la escena—. Su hijo necesita atención médica inmediata, y esto es lo mínimo que puedo hacer para disculparme por lo de hace un rato.

Jungwon, demasiado preocupado como para detenerse en el hecho de que el chico acababa de llamar a Niki su "hijo", simplemente asintió. No había tiempo para aclarar ese malentendido. Todo lo que importaba ahora era que el hijo de su mejor amigo estaba herido, y él no podía perdonarse por haberlo descuidado, aunque fuera por un segundo.

Cuando llegaron al hospital, Jungwon no dejaba de caminar de un lado a otro, visiblemente ansioso. El chico que casi lo había atropellado, sentado en silencio, solo lo observaba, sin mucho que decir, pues apenas lo conocía.

El amor como el día en que nos conocimos - HEEJAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora