Los Guardianes del Amazonas

Ecos de la Tierra

Después de la batalla con la entidad del viento, los Cuatro del Sol regresaron a Lima con la certeza de que más amenazas se avecinaban. Cada uno podía sentir que su conexión con los elementos era ahora más fuerte, pero también más delicada. El equilibrio que habían restaurado seguía siendo frágil, y sabían que la naturaleza tenía más secretos ocultos, esperando ser desatados.

Valeria, siendo la guardiana de la tierra, no podía ignorar las señales que había estado sintiendo desde su último enfrentamiento. La tierra bajo sus pies vibraba de manera extraña, como si hubiera algo más profundo que el suelo quería revelar.

—La tierra me está hablando —dijo Valeria una tarde mientras caminaban por un parque en Lima—. Hay algo que está ocurriendo, pero no puedo descifrarlo completamente. Siento que la tierra misma está inquieta.

Camila, siempre directa, se cruzó de brazos.

—¿Crees que hay otra entidad relacionada con la tierra, como la que enfrentamos con el viento?

Valeria asintió lentamente, su expresión era de preocupación.

—Es muy probable. Si Ukhu Pacha intentó corromper los elementos principales, es posible que ahora otras fuerzas estén intentándolo. Y si la tierra está desestabilizada, eso podría causar desastres de gran magnitud.

Diego, que había sentido los efectos del desequilibrio del viento, también notó algo inusual en el ambiente.

—Si la tierra está en peligro, estamos hablando de terremotos, deslizamientos... Desastres que podrían afectar a miles de personas.

José, como siempre, tomó la iniciativa.

—Entonces debemos descubrir qué está causando este desequilibrio. Sabemos que la entidad del viento fue solo el comienzo. Debemos estar preparados para lo que venga.

El Llamado de las Montañas

Esa noche, Valeria tuvo un sueño que la perturbó profundamente. En su sueño, estaba en las montañas, caminando sola por un sendero rocoso. Podía sentir el poder de la tierra bajo sus pies, pero también una tensión creciente, como si el suelo estuviera a punto de romperse. A lo lejos, una gran grieta se extendía por el paisaje, y de esa grieta emanaba una energía oscura que amenazaba con consumirlo todo.

De repente, la figura de una mujer anciana apareció frente a ella. La mujer tenía el rostro cubierto de tierra, y sus manos temblaban como si fueran ramas quebradizas. Pero en sus ojos, Valeria vio una fuerza inmensa, la fuerza de la tierra misma.

—La tierra está en peligro —susurró la mujer con una voz que parecía provenir del interior del planeta—. Si no actúas, todo lo que has protegido se desmoronará.

Valeria intentó acercarse a la anciana, pero la tierra bajo sus pies comenzó a desmoronarse, y la grieta se abrió aún más.

—¡Espera! —gritó Valeria, pero justo cuando la anciana iba a responder, Valeria despertó.

Sentada en la oscuridad de su habitación, Valeria sabía que el sueño no había sido solo una visión. Era un mensaje claro de que algo estaba ocurriendo bajo la superficie, algo que amenazaba con desestabilizar la tierra misma.

A la mañana siguiente, reunió al grupo y les contó lo que había soñado.

—La tierra me está advirtiendo de algo —dijo, su voz firme pero preocupada—. Hay una grieta, una fractura en las montañas. Y si no la sellamos, todo podría desmoronarse.

—¿Sabes dónde está esa grieta? —preguntó José, siempre práctico.

Valeria asintió.

—Sí, está en una cadena montañosa al sur. Es una región conocida por su actividad sísmica, pero esto es algo más. No es solo un terremoto. Hay una entidad detrás de esto, estoy segura.