Los Guardianes del Amazonas

La Oscuridad Despierta

El descenso desde el Templo del Aire fue más rápido de lo esperado, pero la tensión en el grupo era palpable. Con las cuatro reliquias en su poder, el destino de Viracocha y del mundo humano descansaba ahora en sus manos. Cada paso que daban los acercaba más a la confrontación final con Ukhu Pacha, el Oscuro, la entidad que había esperado durante siglos para desatar el caos y destruir el equilibrio entre los mundos.

—Ahora que tenemos las reliquias, ¿qué debemos hacer? —preguntó Valeria, mientras caminaban a través del terreno montañoso. La preocupación en su voz era evidente.

Tupaq, caminando al frente como siempre, se detuvo y los miró con seriedad.

—Debemos ir al Valle de la Oscuridad. Es allí donde Ukhu Pacha está más fuerte. El poder de las cuatro reliquias, cuando se combinen, será suficiente para sellarlo de nuevo, como hicieron los Antiguos. Pero no será fácil. Ukhu Pacha está esperando, y sus sombras han comenzado a invadir Viracocha.

El grupo se quedó en silencio, asimilando las palabras de Tupaq. José sintió el peso de la responsabilidad aumentar con cada paso. Sabía que la batalla final estaba por llegar, y aunque tenía a sus amigos a su lado, no podía evitar preguntarse si serían lo suficientemente fuertes para enfrentar a Ukhu Pacha.

—¿Qué tan fuerte es Ukhu Pacha? —preguntó Diego, finalmente rompiendo el silencio—. Lo he sentido antes, en esos momentos de duda. Es como si sus sombras trataran de invadir mi mente.

Tupaq asintió lentamente.

—Ukhu Pacha no es como los guardianes que han enfrentado hasta ahora. Es una fuerza antigua, nacida del caos y la desesperación. Se alimenta del miedo, de la ira, de las emociones más oscuras. Cuanto más dejen que esas emociones los controlen, más fuerte se volverá. Esa es su verdadera arma.

José sintió una punzada de miedo en su estómago. Sabía que el grupo había pasado por muchas pruebas, pero esta batalla sería completamente diferente. No solo tendrían que luchar contra Ukhu Pacha físicamente, sino también enfrentarse a sus propios miedos y dudas.

—Entonces no podemos dejarnos llevar por el miedo —dijo Camila, intentando sonar decidida, aunque sus ojos reflejaban la misma incertidumbre que todos sentían—. Debemos mantenernos unidos.

—Exactamente —respondió Tupaq—. La fuerza de los Cuatro del Sol radica en la unidad. Mientras se mantengan juntos y en equilibrio con los elementos, podrán enfrentarse a Ukhu Pacha. Pero deben estar preparados para lo peor. El Oscuro no peleará limpio.

El grupo continuó avanzando hasta que el paisaje comenzó a cambiar. La exuberante vegetación de Viracocha desapareció lentamente, y lo que una vez fue un vibrante mundo natural se transformó en una tierra estéril y oscura. Las nubes grises cubrían el cielo, y una sensación sofocante de pesadez los envolvía con cada paso que daban.

—Estamos aquí —dijo Tupaq en voz baja.

Ante ellos se abría el Valle de la Oscuridad, un vasto abismo rodeado por montañas de roca negra y picos afilados. En el centro del valle, una sombra densa y espesa parecía pulsar, como si el propio suelo estuviera respirando con vida propia. Era Ukhu Pacha.

—¿Está... ahí? —preguntó Diego, con la voz apenas un susurro.

—Sí —respondió Tupaq—. Ukhu Pacha ha estado esperando. Sabe que hemos llegado. Y sabe que ustedes son la única amenaza para él.

José respiró profundamente, intentando calmar el nerviosismo que crecía en su pecho. Sabía que no había vuelta atrás. El tiempo de dudar había terminado. Ahora, todo dependía de ellos.

—Vamos a terminar con esto —dijo José, intentando sonar más seguro de lo que se sentía.

Con las reliquias en sus manos, el grupo comenzó a descender hacia el valle. A medida que se acercaban, la presencia de Ukhu Pacha se volvía más abrumadora. Las sombras se arremolinaban a su alrededor, susurrando palabras que sembraban el miedo y la incertidumbre en sus corazones.