El Resurgir del Caos

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La figura oscura de Ukhu Pacha flotaba ante ellos, su presencia impregnada de caos y corrupción. La cámara que había sido un santuario sagrado de los Antiguos ahora parecía un campo de batalla inevitable. Las Llaves del Sol, que antes brillaban con una luz pura, comenzaron a apagarse lentamente, como si el poder de Ukhu Pacha las estuviera drenando de su energía.

—No puede ser... —murmuró Camila, mirando las esferas que vibraban en el pedestal—. ¡Ukhu Pacha está corrompiendo las llaves!

—Tenemos que detenerlo antes de que las destruya —dijo Valeria, con la mandíbula apretada. Podía sentir la vibración de la tierra bajo sus pies, como si todo el lugar estuviera reaccionando a la presencia del Oscuro.

José, sin perder tiempo, dio un paso adelante. Sabía que no podían permitirse fallar. El equilibrio de ambos mundos dependía de esas llaves, y si Ukhu Pacha las destruía, la batalla que habían ganado antes habría sido en vano.

—¡No te dejaremos destruir las llaves! —gritó José, con una furia que brotaba de su interior.

Ukhu Pacha rió suavemente, una risa llena de maldad y poder.

—No pueden detener lo inevitable, jóvenes guardianes —dijo, con su voz resonando en las paredes de la cámara—. El caos es parte de la naturaleza, y siempre encuentra un camino. Los Antiguos intentaron contenerme, pero fallaron. Y ustedes también fallarán.

—¡No esta vez! —exclamó Diego, levantando su mano hacia la figura oscura.

Sin dudarlo, los Cuatro del Sol se alinearon, sus energías sincronizándose al instante. Sabían que la única manera de combatir a Ukhu Pacha era uniendo sus poderes elementales, como lo habían hecho antes. Cada uno de ellos sentía la conexión con su elemento más fuerte que nunca: el agua fluyendo a través de José, el fuego ardiendo en Camila, la tierra firme bajo Valeria y el viento que envolvía a Diego.

—¡Ahora! —gritó José.

Con un solo gesto, cada uno de ellos liberó su poder hacia la figura oscura. Las energías de los cuatro elementos se entrelazaron en el aire, formando una espiral de pura fuerza elemental que se lanzó hacia Ukhu Pacha. Pero en lugar de retroceder, la figura oscura absorbió el ataque, como si se alimentara de él.

—¿Qué...? —murmuró Diego, atónito—. ¡No está funcionando!

—Es más fuerte de lo que pensábamos —dijo Valeria, con los ojos muy abiertos—. No está retrocediendo.

Ukhu Pacha se rió de nuevo, su figura temblando con una energía oscura.

—¿Creyeron que los mismos trucos funcionarían dos veces? Yo también he aprendido. Mientras los elementos estén en conflicto, mi poder crecerá.

La vibración en el suelo aumentó, y las paredes de la cámara comenzaron a agrietarse. El caos se filtraba desde la figura de Ukhu Pacha, extendiéndose por toda la cámara y afectando los elementos a su alrededor. La energía que una vez había fluido pura y armoniosa ahora estaba desestabilizada, y los Cuatro del Sol lo sentían.

José miró a sus amigos con desesperación. Sabía que no podían seguir lanzando ataques sin un plan. Ukhu Pacha había crecido en poder, y parecía que el caos que emanaba de él estaba corrompiendo incluso sus propios elementos.

—¡No estamos en armonía! —exclamó Camila, dándose cuenta de lo que estaba sucediendo—. Ukhu Pacha está usando nuestras propias energías en nuestra contra.

—Entonces necesitamos hacer algo diferente —dijo Valeria, ajustando su postura—. Necesitamos más que fuerza bruta.

—¿Cómo lo hacemos? —preguntó Diego, claramente frustrado—. No podemos luchar si no podemos usar nuestros elementos.

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