Mejores amigos|Eddie Munson

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•Parte 4•

La luz a través de las persianas duele, como una daga a través de tu cerebro mientras tomas consciencia. No sabes cómo entraste a la habitación de Steve y no sabes cómo es que estás debajo de sus sábanas.

Tan pronto como te sientas el dolor de cabeza de apuñala, empujándote de nuevo hacia la cama. No te levantarías de nuevo hasta que tuvieras muchas ganas de ir al baño. Frotas tus ojos, volviendo debajo del edredón azul oscuro que decoraba la cama de Steve.

Steve toma asiento en la esquina de la cama, sosteniendo una bebida.

—¿Cuánto te duele la cabeza?—.

Te estremeces ante el volumen de su voz.

—Se siente horrible—mencionas mientras colocas tus manos sobre tus ojos.

Él te mira con simpatía, ofreciéndote aquella bebida.

—¿Qué es lo último que recuerdas?—.

Imágenes borrosas pasan por tu mente, la cocina, Daniel... Intentas recordar más, pero todo sale en blanco.

—Recuerdo haberme encontrado con Daniel—.

Mientras tomas un sorbo de aquella sorpréndete y deliciosa bebida anti resaca, Steve te observa, con una clara expresión de preocupación.

—¿Algo después de eso?—.

Steve te estaba presionando, buscando algo con mucha seriedad. Pero no tenías memoria después de eso. Sacudes la cabeza con cautela, lo que envía más agujas de dolor a través de tu cráneo.

—¿Por qué?— preguntas débilmente. Steve hace una pausa, pasando una mano por su cabello mientras suelta un largo suspiro.

—Realmente no lo recuerdas, ¿eh?—Pregunta Steve, como un último intento. —Tal vez sea bueno que hayas bebido tanto, entonces—.

—Steve, me estás asustando— las imagines de los peores escenarios recorren tu mente, ¿qué hiciste?

Steve acaricia el lugar en la cama junto a ti, comprobando dos veces que no hayas vomitado más.

—Daniel trató de sobrepasarse contigo— es amable y compasivo mientras observa tu reacción.

—¿Qué tan lejos llegó?— tartamudeas, con gran dificultad para respirar mientras sostienes los sollozos que de repente amenazan con salir.

—Fue interrumpido antes de que pudiera llegar tan lejos— te consuela, envolviendo su brazo alrededor de tus hombros mientras acaricia uno de ellos. —Eddie casi lo mata a golpes—.

Ahora que lo piensas, el recuerdo de Eddie encorvado sobre Daniel mientras le daba golpes tras golpe; su nariz, su pómulo, su ceja. No viste el resultado final de Daniel, pero recuerdas vagamente los nudillos amoratados de Eddie.

Eddie.

—¿Qué...?— te detienes, tartamudeando entre respiraciones. —¿Qué pasó después de eso?—.

—Le gritaste a Eddie. Creo que incluso le dijiste que ya no querías ser su amiga. Al menos, eso fue lo que deduje según lo que me dijiste—.

Tu sangre se enfría. Desde las semanas completas de silencio, las conversaciones apresuradas, el lento resentimiento que floreció en tu interior. El dolor que sentías por la ausencia de tu mejor amigo; pero eso había sido bueno para ti. Te habías desahogado. Pero dolía.

—¿Eso es todo?—.

Steve se ríe, metiendo tu cabeza en su cuello.

—Eso y que no logras retener el licor en tu interior—.

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⏰ Última actualización: Oct 14 ⏰

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