𝙎𝙤𝙡𝙤 𝙏𝙪́ || 𝖬𝗂𝗇𝗌𝗎𝗇𝗀 [ᵒᵐᵉᵍᵃᵛᵉʳˢᵉ]

50- Arreglado

El tiempo en el cementerio paso más rápido de lo que Minho hubiera querido.

Aún así, aprovecho cada segundo para decirle a sus padres todo lo que no había podido. Sabiendo que seguramente le estaban oyendo.

Lloro mucho, sabía que Jisung también lo había hecho con el. Le agradecía su compañía. Sin el, no hubiera hecho nada de eso.

Aprovecho también a limpiar en el poco tiempo que le quedaba, sacando hojas secas y ramitas que habían caído de los árboles, quitar el polvito acumulado sobre la cerámica y regar con agua las plantas.

Despedirse se le hizo difícil, aún así prometió volver. Había pasado mucho tiempo lejos, sin dudas no iba a dejar que eso siguiera así.

Ahora caminaban hasta la salida, Minho mucho más tranquilo, quitándose un gran peso de encima. Más aliviado.

Jisung acariciaba sus nudillos mientras caminaban, ambos en un cómodo silencio.

La señora Kim no estaba en su puesto así que no pudieron saludarla, fueron directamente hacia el estacionamiento.

Cuando ambos subieron al coche Minho hecho su cabeza hacia atrás, recargandose en el asiento.

—¿Min?—.

—Lo hice... Yo, por fin. Logre venir—Ladeo la cabeza para verle, estaba llorando nuevamente—No puedo creerlo. No estoy soñando, ¿Verdad?—.

—No cielo, no lo haces. De verdad viniste—Le sonrió, el alfa hizo un ligero puchero—.

—¿Crees que estén felices?—.

—Sin dudas—.

—Gracias por esto Jisung... De verdad. S-significa mucho para mí y, que tú estés aquí conmigo. D-de verdad te agradezco lo que haces por mi, todo...—Ya no lloraba por sus padres, ahora había recordado lo anterior en el hospital y se puso mal por aquello— Y l-lamento si yo t-te hice sentir mal y...—.

—Calma cielo, está bien...—Lo tomo de las mejillas y dejo un besito en su frente— Hablemos bien de esto en casa... ¿Si? Ya no llores alfa, tienes los ojitos hinchados—.

—No importa, quiero que sepas que de verdad estoy arrepentido—.

—Ya lo hablaremos, ahora vayamos a casa ¿Si?—Minho seco sus lagrimas y asintió, Jisung dejo otro besito pero ahora en una de sus mejillas, para luego encender el coche y salir de aquel estacionamiento—.