Estigmas de Tinta

EL CONSUELO DE ELENA

Un oscuro secreto se cierne sobre la humanidad, un secreto que pocos se atreven a mencionar o imaginar. Todos los seres humanos, sin excepción, llevamos dentro de nosotros un agente de la muerte: una sombra maligna que nos acompaña sigilosamente hasta que llega nuestra hora final.

En un pequeño pueblo donde el miedo y la melancolía se respiraban en cada esquina, vivía una joven llamada Elena. Su vida transcurría sin mayores sobresaltos, pero cierta inquietud la acompañaba. Desde su niñez, sentía como si algo oscuro la acechara constantemente, como si su sombra tuviese vida propia.

Aquella noche, mientras caminaba sola por las calles vacías, una presencia siniestra comenzó a perseguirla. Las luces parpadeaban y las sombras parecían alargarse más de lo normal. Sintiendo el terror recorrer su cuerpo, Elena aceleró el paso y buscó refugio en su hogar.

Una vez dentro de su habitación, decidió investigar sobre aquel oscuro presagio que la había perturbado durante tanto tiempo. Incansablemente, investigó en viejos libros y oscuros folios, encontrando una antigua leyenda que hablaba sobre las sombras como portadoras de la muerte.

Según la leyenda, las sombras eran agentes enviados desde el más allá para llevar a los humanos a un destino incierto, a un lugar donde nada existía: ni un cielo ni un infierno.

Eran seres neutrales que se alimentaban de la vida de aquellos a quienes habían acompañado por tanto tiempo.

Con el corazón palpitante y el miedo invadiendo cada rincón de su ser, Elena se dio cuenta de que no tenía escapatoria. Las sombras siempre habían estado allí, esperando pacientemente su turno. Eran seres implacables que tan solo cumplían su propósito: acabar con la vida y alimentarse de ella.

Aterrada, Elena comprendió que su hora había llegado. Las sombras se acercaron lentamente, envolviendo su cuerpo con sus frías y oscuras manos. Sin poder escapar, sin siquiera poder gritar, Elena se convirtió en alimento para aquellas siniestras criaturas.