MORWAKOV

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Verano tras verano apareció un misterioso juego de mesa que nadie conocía en la actualidad. Su caja anunciaba ser tan antiguo como el tiempo y que contenía secretos inimaginables. Se llamaba «Morwakov».

Un grupo de amigos se reunió una noche y encontró este juego en el sótano polvoriento de una tienda abandonada. Parecía intrigante, con su tablero de aspecto antiguo y figuras hechas a mano que representaban criaturas monstruosas.

Sin pensarlo dos veces, decidieron llevarlo a casa y probarlo. Al llegar, colocaron las figuras en el tablero y comenzaron su partida. Pero en el momento en que lanzaron los dados, el tablero cobró vida. Las criaturas comenzaron a moverse y a emitir sonidos escalofriantes.

El juego proyectó los miedos más profundos de los jugadores un turno a la vez. El primero en caer fue Alex, cuyo mayor temor era ser perseguido por seres oscuros. Vio cómo una figura sombría se materializaba frente a él y lo persiguió a lo largo del tablero. El resto de los jugadores quedó horrorizado al presenciar su terrible destino.

A medida que avanzaban por el juego, las paredes y el vecindario circundante se convirtieron en una gigantesca casa de los horrores. Las luces parpadeaban, las sombras danzaban y los susurros se oían en los callejones oscuros. Los gritos resonaban en el aire y el terror se apoderaba de todos.

La siguiente en sufrir fue María. Su mayor pesadilla era estar atrapada en un laberinto sin salida. De repente, un enjambre de criaturas laberínticas apareció frente a ella, bloqueándole el paso y obligándola a buscar una salida en un sinfín de caminos tortuosos.

La tensión aumentaba a medida que cada turno revelaba nuevos horrores. La casa misma parecía tener vida propia, con muebles que se movían y paredes que susurraban frases siniestras. Los jugadores sentían una presencia extraña, luchando contra miedos más profundos de lo antes imaginado.

Los jugadores avanzaban con precaución, evitando el juego de mesa que los llamaba a la oscuridad. Solo dos jugadores quedaron en pie: Laura y Marcos. Ambos corrían desesperadamente hacia la casilla de meta, tratando de superar el último obstáculo y salvar sus vidas.

Con cada paso que daban, el juego se volvía más peligroso. El tablero temblaba bajo sus dedos y las criaturas parecían estar más hambrientas que nunca. Sin embargo, con miedo y desesperación, estaban dispuestos a todo con tal de salir de esa pesadilla.

El juego se detuvo de repente y el tablero volvió a ser inerte. La casa volvió a ser su hogar normal y los gritos se silenciaron. Laura y Marcos se miraron el uno al otro, exhaustos pero aliviados de estar vivos.

Pero cuando volvieron hacia el tablero, descubrieron que solo había un ganador. En un rincón oscuro, había una escritura que decía: «El que llega primero a la casilla de meta conserva su vida». Laura sintió la desesperación y el horror mientras veía cómo el tablero se tragaba a Marcos, dejándola sola.

Estigmas de TintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora