Quiero que me desvirgues, papi.

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Roque era un cuarentón, alto, moreno y bien parecido. Le había tocado la lotería hacía unos años y vivía mejor que bien. Tenía una sola hija y le daba todo lo que se le antojaba. Su nombre era Bárbara, pero le llamaban Barbie, ya que era como la muñeca. Era flaca, tenía el cabello rubio, los ojos azules y unas piernas de vértigo, la única diferencia entre ellas consistía en que Bárbara era de carne y hueso, tenía tetas medianas, cintura fina y el culito respingón.

Eran las diez de la noche. El servicio se había ido y Beatriz, la segunda esposa de Roque, se fuera a la despedida de soltera de una amiga. Roque, en bata de casa, estaba sentado en un tresillo de cuero negro  leyendo un artículo de prensa. Barbie, sentada a su lado, con la cabeza en su hombro y en pijama, miraba la televisión donde estaba hablando una sexóloga de los genitales masculinos. Barbie le preguntó a su padre:

-¿Puedo ver tu pene, papi?

Roque, que estaba a lo suyo, le respondió:

-Claro, hija, claro, lo que tú quieras.

Barbie le abrió la bata, le echó la mano a la polla y Roque dio un bote en el tresillo.

-¡¿Qué haces, Barbie?!

-Me has dicho que podía ver tu pene.

-Yo jamás te diría eso.

-Pues me lo acabas de decir.

-No te había prestado atención.

Barbie, que era muy caprichosa, hizo pucheros.

-Quiero verlo.

-Tú lo que vas a ver es la cama.

Seguía haciendo pucheros.

-No me voy para cama hasta que lo vea.

Le volvió a echar la mano a la polla.

-Está más gorda. ¿Te he producido una erección? La sexóloga...

Le quitó la mano de la polla.

-¿Qué sexóloga?

-La de la tele.

Roque miró para la televisión. La presentadora decía:

-"Ahora os hablaré de ese gran desconocido para los hombres, sí, me refiero al clítoris."

Roque cogió el mando de la televisión y la apagó.

-¿Quién era esa?

-Lorena Berdún, es una sexóloga y ese programa se llama "Dos rombos"

-¡Si Franco levantara la cabeza, se moriría otra vez al ver esto en la televisión pública! Tira para tu cama.

Barbie le tenía la medida tomada y hacía siempre lo que le salía del coño.

-Vete tú que cuando estés dormido veré cómo es tu pene.

-¡No te atreverás a hacer algo tan obsceno!

-Sabes que lo haré, a no ser que me lo enseñes ahora.

-A ver, hija. ¿Qué dirías si yo te dijese que quería ver tu chochito?

Barbie se puso en pie, se bajó el pantalón del pijama y le enseño a su padre el coño, coño que tenía una pequeña mata de vello rubio.

-¿Te gusta?

Mirando para su precioso coño, le respondió:

-¡Sube el pantalón!

Barbie abrió el coño con dos dedos y mirando hacia abajo, le dijo:

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