Ya habían pasado unos días desde mi apasionante tarde de playa con mi amiga, después de lo que había pasado entre nosotras las cosas estaban raras no habíamos vuelto a quedar desde entonces solo nos habíamos escrito algún que otro mensaje suelto. La situación era un poco incómoda para decirle de quedar de nuevo para hacer algo juntas, por lo que pensé que darle unos días de margen sería lo mejor para ambas.
Aquel día yo me encontraba aburrida en mi casa sin nada que hacer. Las tareas del hogar ya estaban hechas y mi papá como de costumbre estaba trabajando por lo que no tenía con quien pasar el rato. Como no tenía nada que hacer me puse a recordar lo que había ocurrido aquella tarde y el porqué. Luego de un rato llegué a la conclusión que todo había empezado a irse fuera de control justo después de quedarme en topless y sentirme el centro de atención de mis vecinos de toalla. Me excitaba su admiración y el deseo de poseerme que emanaban. Como no tenía nada que hacer ese día ni con quien pasarla decidí que sería interesante irme a la playa, pero esta vez yo sola.
A eso de las doce pasaba el bus que usaba a diario cuando iba al instituto en Montería, solo que en sentido contrario es decir que en vez de dirigirme a la ciudad como casi siempre me subí para bajarme en la última parada la de Puerto Rey, donde había una pequeña playa en la cual podría pasar la tarde tranquilamente para luego tomar la última línea del día que me dejaría en mi casa.
El sol brillaba en todo su esplendor cuando llegamos a mi destino, traer las gafas de sol había sido un acierto, cuando me bajé del autobús sentí la agradable brisa marítima subiendo por mis piernas, ese día llevaba puesto tan solo un vestidito de verano y unas chanclas, más nada. También había traído una mochila donde llevaba el traje de baño que me pondría allí mismo, la toalla y el protector solar.
Cuando llegué al arenal enseguida me di cuenta que no era tan buena como la playa a la que siempre iba, esa es la playa Arboletes, pero me tendría que conformar con esta.
El día era caluroso, a pesar de eso la playa no estaba ni mucho menos llena. La verdad es que podía haberme instalado en la parte más alejada del agua para no ser molestada, pero me apetecía tener vecinos. Me fui en dirección a la orilla, allí sí que había algo más de gente donde no sentirme tan sola. Estiré la toalla y me senté en ella para acomodarla, mientras lo hacía analicé a los vecinos que tenía, a mi derecha estaba una pareja de ancianos, a la izquierda un grupo de chavales, detrás mía otra pareja pero de treintañeros y delante ya no había más nadie hasta el agua donde en aquel momento había alguno que otro dándose un baño.
Una vez acomodada era momento de ponerme el traje de baño, me incorporé e inclinada sobre la mochila empecé a buscarlo, de allí saqué el tanga que formaba parte del bikini azul que tanto me gustaba. Sin sacarme el vestido, para no quedarme desnuda, me fui subiendo el tanga por las piernas hasta las rodillas primero y luego hasta donde llegaba a cubrir el vestido, de un movimiento rápido me lo acabé de subir hasta la cintura, si alguno de mis vecinos me estuviera mirando podría haber visto fugazmente mis partes bajas desnudas ya que si o si tenía que levantar ligeramente el vestido para acomodar el tanga. Una vez puesto y sin pudor retiré los tirantes del vestido y lo dejé caer al suelo quedándome en topless, después de la libertad que mis pechos habían descubierto el otro día no iba a desaprovechar la ocasión de volver a hacerlo siempre que pudiese.
Por entonces ya me había ganado la atención de todos los hombres de la zona, no pude evitar echar un vistazo a mi alrededor para así confirmarlo. Eso sí por lo menos tenían el decoro de girar la mirada en el momento en que los miraba a ellos. Ahora que ya había despertado su interés era momento de echarme protector, eché un buen chorro en mi mano izquierda y mientras con la derecha me la esparcía por el cuerpo. Comencé por los pies, seguí subiendo por mis piernas hasta llegar a mis muslos, la crema se sentía fría en contacto con mi piel, pero esta rápidamente recuperaba su temperatura habitual que en aquel momento era muy elevada por la situación. Mi mano izquierda siguió el contorno de mi muslo para aplicar también en los glúteos, firmes y voluptuosos, en esa parte me entretuve más de la cuenta buscando alimentar con esa imagen a los admiradores que allí tenía.