Parte /9/La huida

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Cuando la esposa del patrón se enteró de que su esposo había mandado traer al doctor para ver a la hija de un trabajador, se llenó de rabia y despecho, ellos desde un principio de casados tuvieron un acuerdo, él podía tener todas las aventuras que quisiera, pero a una amante de planta no y menos una que viviera en la misma hacienda, se dio a la tarea de averiguar quién era la imbécil que le había sorbido el coco a su marido.

No le dio trabajo averiguar, últimamente el patrón se había vuelto descuidado, por medio de su sirvienta más allegada le informó que desde hacía varios meses, Ramona era la única mujer que entraba al despacho de su marido, ella ya sospechaba que algo no andaba bien.

Una ciega rabia la segó, se dirigió al despacho de su marido, de un empujón abrió la puerta, allí estaba el hombre deshecho en llanto por la pena, éste estaba sentado en su escritorio con la cabeza inclinada estrujando un pañuelo blanco entre sus manos, cuando escuchó el ruido de la puerta levanto el rostro bañado en lágrimas, su esposa en ese momento se dio cuenta del amor intenso que profesaba a la mujer y más rabia sintió, lo empezó a recriminar.

─¡Eres un bastardo, mírate nada más, llorando por tu amante, tú que nunca has llorado por nadie, ni siquiera fuiste capaz de llorar cuando tu hijo se vio a las puertas de la muerte, ni cuando tu madre murió, que tiene esta mujer que tú que eres tan insensible al dolor ajeno, te conmuevas hasta las lágrimas!

El hombre levanto la vista diciendo.

─No sé de qué hablas.

─¡Claro que sabes de lo que hablo! yo me voy a encargar de que esa mujer salga de nuestra propiedad, y no muevas un dedo para impedirlo, porque soy capaz de hablar con mi padre, él se encargará de darte el castigo merecido, tú sabes que él tiene poder y con un simple tronar de dedos te deja en la ruina, tu escoges, tu esposa y tus dos hijos, o la vergüenza de quedar deshonrado y quizás refundido en la cárcel, sabes muy bien que mi padre tiene el poder de hacer eso y mucho más.

Diciendo eso, salió del despacho al igual que llegó, dando un fuerte portazo. Él no tuvo fuerzas para refutar nada, sólo pensaba y le rogaba a Dios, que sus ojos bellos recuperasen la salud.

Su esposa después de averiguar cuál era la vivienda hacía allá se dirigió, se dirigió iba dispuesta a sacarla de la hacienda junto con su familia ya que, estaba segura que sus padres se sentían muy orgullosos de que su hija fuera la protegida de su esposo, pero cuando llegó a la humilde vivienda y vio el cuadro que ahí se le presentaba no tuvo valor para hacer lo que se proponía en ese momento, solo vio a una madre sufriendo por su hija a la cabecera de su cama, se vio ella misma, cuando uno de sus hijos tuvo una enfermedad que lo puso al borde de la muerte. Francisca la miro directo a los ojos al mismo tiempo que le decía.

─¡Mire lo que su esposo le hizo a mi niña! no se conformó con una sola vez como lo hace con las otras niñas, si no que se encapricho con la mía, yo no pude protegerla, pero ahora no sé qué va a pasar cuando Alejandro regrese, él no se va a quedar tranquilo, tengo miedo de que cometa una barbaridad, él siempre me decía, que no me preocupara tanto por Ramona que el patrón la iba a respetar porque él era su amigo y mire lo que paso.

La señora vio por primera vez a Ramona, pensó

─Pero si es una niña, podría tener la misma edad de mi hija, solo de pensar que eso le hubiera pasado a mi niña.

No tuvo otra opción más que darle la razón a Francisca, después de todo la adolescente solo obedecía ordenes, después de escuchar a Francisca, exclamó sorprendida.

RamonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora