Parte/35/Testamento

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Pasaron tres meses del fallecimiento del patrón, un buen día a Doroteo Jr. le entregaron un citatorio en propia mano de una notaría, tenía que presentarse al día siguiente, él le pregunto al mensajero.

─Disculpe, ¿Sabe para que se me cita?

─No señor, yo solo entrego los citatorios.

Doroteo, le dio algo de dinero al mensajero, éste le dio las gracias y se retiró. Doroteo lleno de curiosidad acudió al día siguiente al domicilio de la notaría, una empleada lo atendió.

─Señorita me llegó este citatorio ¿usted me puede decir de que se trata?

La mujer vio el sobre, leyó el nombre de Doroteo, le dijo.

─Sígame por favor.

Lo condujo hasta un saloncito donde había varias personas sentadas, un hombre sentado tras un escritorio revisaba unos documentos, la señorita le entrego el sobre y salió, el hombre levanto la vista y lo invito a sentar.

─Tome asiento por favor, solo esperábamos por usted para proceder con la lectura.

Hasta ese momento Doroteo se percató en las personas que al parecer estaban esperando por él, se preguntó.

─De qué diablos se trata todo esto.

─Perdone, pero no entiendo para que fui citado ¿Usted me lo puede decir?

─En estos momentos lo va a saber.

Estamos reunidos en la notaría pública No.15 para dar lectura a la última voluntad del señor Jean Betancourt, Doroteo no entendía nada, la lectura empezó así.

─Si están reunidos aquí, es porque yo ya no estoy con ustedes, yo Jean Betancourt, con todas mis facultades mentales y sin que nadie me obligara a hacerlo, quiero que se respete mi última voluntad.

Quiero que mis bienes se repartan de la siguiente manera, primero empezó con los sirvientes en los que incluyo a Amparito y a su chofer, algunos trabajadores de la hacienda, y a su esposa.

─Los demás bienes quiero que se reparta en partes iguales a mis tres hijos, quiero reconocer públicamente que Doroteo, hijo de Ramona dijo los apellidos, es mi hijo, y es mi voluntad que se le entregue la parte que le corresponde.

Todos los presentes exclamaron oh, y voltearon a ver a Doroteo que estaba igual o más desconcertado que los presentes, hasta ese momento los presentes no se habían percatado mucho en él, cuando lo miraron notaron el gran parecido con el finado, la única diferencia era el color de la piel, el pelo y los ojos.

Doroteo quedo muy impactado, poniéndose de pie objeto.

─Perdón, pero creo que hay una equivocación, es la primera vez que escucho el nombre de esta persona, por lo tanto, no me pertenece nada de la fortuna del finado, con su permiso me pasó a retirar.

Enseguida tomó la palabra la esposa de don Jean.

─No existe equivocación alguna, usted es hijo de mi difunto esposo es por eso que quiero que acata la última voluntad de mi esposo.

Tomando la mano de sus hijos les dijo.

─Espero que ahora que ya se conocen, se den la oportunidad de conocerse y se lleven bien entre sí, es lo que su padre lo hubiera deseado.

Los tres hermanos se dieron la mano, el notario prosiguió.

─Bueno estando todos de acuerdo voy a enumerar una lista de los bienes para el reparto de bienes, posteriormente se llevará a cabo un juicio que durara alrededor de tres meses, enseguida se repartirán, los bienes, por lo tanto, doy por finalizada la lectura del testamento, Doroteo espere un momento, los demás se pueden retirar.

Se despidieron todos en buenos términos, los hermanos quedaron de reunirse para conocerse más.

Cuando quedaron a solas el notario le dijo a Doroteo.

─El señor Betancourt me entrego en vida esta llave con la consigna de que se la entregue a usted en propia mano, es de una caja de seguridad del Banco Nacional de México, el contenido de la misma no entra en la repartición de bienes, solo le pertenece a usted, no la rechace por favor, fue la última voluntad de su padre y hay que respetarla. Ya le llegará el aviso del juzgado con la fecha del juicio para que tome posesión de los otros bienes que le corresponden.

─Gracias señor.

Doroteo salió de la notaría sin deglutir todo lo que había pasado, pensó en ir con su madre para que ella le explicará todo, pero lo pensó mejor, se dirigió al banco para saber que contenía la caja de seguridad, cuando llegó lo pasaron al interior donde se encontraban a buen resguardo las cajas de seguridad, el encargado le entrego la suya se la abrió lo dejo sólo, lo primero que vio fue un sobre era una carta de don Jean dirigido a él, la abrió y la leyó la carta empezaba así.

─Querido hijo, quiero pedirte perdón por no haberte dado tu lugar que ocupabas en la sociedad, pero las circunstancias me lo impidieron, siempre estuve al pendiente de ti, aunque siempre permanecí en las sombras.

Le contó que fue fruto del gran amor que sintió por su madre desde el primer día que la conoció, tu madre llego demasiado tarde a mi vida, yo no era libre, cuando, termino de leer la carta unas lágrimas rodaron por sus mejillas, había una fotografía de ellos cuando su madre era casi una niña, donde están simulando que se casaban, vio otra foto donde aparecía Ramona elegantemente vestida, similar a la que había tomado Alicia y en ella reconoció a su padre, viendo que era el mismo hombre que le entrego su título de ingeniero, en ese momento lo comprendió todo, su padre biológico fue su protector, él siempre estuvo con él, nunca lo abandonó.

Al final, encontró las joyas que le había comprado a Ramona, allí estaba el collar y los aretes de perlas, que lucía su madre en la fotografía, siguió leyendo; como comprenderás estas joyas son de tu madre, por las circunstancias que tú conoces ella no las puede tener, has los que crean conveniente con ellas, es parte de tu herencia. Doroteo salió del banco, ahora solo faltaba que su madre le aclara, cómo es que ella había acabado siendo la esposa de su padre Doroteo. 

RamonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora