Parte/20 El encuentro

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Todo el camino, Ramona iba sumida en sus pensamientos, estaba luchando con sus sentimientos, por un lado, ardía en deseos de ver a su amado, pero por el otro, los remordimientos la atormentaban, recordaba una y otra vez una sola palabra de todas las que dijo el cura cuando contrajo matrimonio con Doroteo.

Prometes, respetar, respetar, respetar ─Alicia la volvió a la realidad.

─¿Qué pasa Ramona, porque estás tan callada?

─La mera verdad, creo que no voy a tener el valor de ver al patrón.

─Claro que lo vas a tener, ya no hay marcha atrás ya dimos el primer paso, no te acobardes ahora.

─Yo prometí respetar a Doroteo, Dios me va a castigar por romper mi promesa.

─No sigas por favor, si cuando estemos en la ciudad sigues pensando así, no lo verás y no hay nada perdido.

Alicia cerró los ojos, fingiendo dormir, quiso dejar que su amiga siguiera en sus cavilaciones, pero a medida que el tren se acercaba a la ciudad, las palabras de doña Chelo acudieron a la mente de su amiga.

─El destino no se puede cambiar y tú y, el que ya sabemos, están destinados a volverse a ver y se van a volver a amar, no le des la espalda a la felicidad.

En cuanto bajaron del tren, Alicia le preguntó a su amiga.

─Bien amiga ¿Qué decidiste, le llamó a tu patrón, sí o no?

─Si, llámalo.

Alicia se dirigió a el único teléfono que había en la estación para uso del público en la estación, marco el número del teléfono personal que el señor Betancourt le había dado, una voz de mujer contestó al otro lado de la línea.

─Si diga ¿Con quién desea hablar?

Me puede comunicar con él señor Juan Betancourt.

─¿De parte de quién.

─De parte de la señora Ramona.

En cuanto la mujer escuchó ese nombre, inmediatamente la comunico con el señor,  ya que éste le había dicho categóricamente que en cuanto  recibiera la llamada de la señorita Alicia o Ramona lo comunicara inmediatamente, el patrón  con voz trémula de la emoción contesto el teléfono.

─¿Es usted la señorita Alicia.

─Sí señor, tal como se lo prometí, le traigo a Ramona, estamos en la estación del tren.

Pasaron unos segundos, Alicia solo escuchaba la respiración entrecortada del hombre, pasado ese tiempo el hombre solo atinó a preguntar.

─¿La señorita Ramona está aquí?

─Si señor, pero si le causa algún problema su presencia, olvídelo nosotras sabremos comprender.

─No, no, como se le ocurre decir tal cosa, enseguida paso por ustedes, no se muevan de la sala de espera por favor.

Diciendo esto colgó el auricular enseguida le ordenó a la mujer que contestó el teléfono.

─Dígale al chófer que vamos a salir.

A los pocos minutos el señor, se dirigió a la estación del tren, vio a las dos mujeres paradas en la entrada, inmediatamente reconoció a sus ojos bellos, estaba más linda que nunca, se acercó y contuvo el impulso de estrecharla entre sus brazos, en lugar de eso las saludo cortésmente.

─Buenos días ¿tuvieron buen viaje.

─Si señor, no tuvimos ningún contratiempo.

─Permitame su equipaje, el coche espera─. Alicia contestó de inmediato.

RamonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora