La nueva chica.

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El sol brillaba intensamente sobre la escuela secundaria de Shimizu, donde los estudiantes corrían por los pasillos, riendo y bromeando. Ryota, un chico de cabello oscuro y ojos brillantes, se sentaba en su escritorio, absorto en sus apuntes. Sus compañeros de clase lo rodeaban, admirando sus notas y su popularidad. Era un estudiante modelo, conocido por sus habilidades académicas y su apariencia atractiva.

Ese día, el ambiente en la escuela era diferente. La noticia de la llegada de una nueva estudiante se había esparcido rápidamente. Todos hablaban de ella, y la curiosidad flotaba en el aire.

De repente, la puerta del aula se abrió con un estruendo. En el umbral se encontraba Kyoko, la nueva chica. Tenía el cabello medio largo de color rojo, era muy linda, y su uniforme estaba ligeramente arrugado. A pesar de su apariencia despreocupada, había algo en su mirada que llamaba la atención. No se veía intimidada, sino más bien desafiadora, como si estuviera lista para cualquier cosa que la vida le arrojara.

Ryota levantó la vista, intrigado. La mayoría de sus compañeros murmuraban sobre ella, unos la miraban con desdén, otros con curiosidad. Sin embargo, él sintió una extraña atracción hacia la chica. Había algo en su actitud que lo intrigaba.

Kyoko caminó hacia el maestro y se presentó con una voz clara y firme. “Soy Kyoko, y vengo de Osaka. Espero que no tengan problemas conmigo y espero llevarme bien con todos.” Algunos chicos se rieron, asumiendo que era una amenaza, mientras que otras chicas la miraban con desaprobación y algunas con aprobación.

“Bienvenida, Kyoko. Por favor, siéntate aquí al lado de Ryota,” dijo el maestro, señalando el asiento vacío junto al chico popular. Un murmullo de sorpresa recorrió el aula, y Ryota sintió el peso de todas las miradas sobre él. No estaba seguro de qué esperar.

Kyoko se sentó, y al instante, la atmósfera cambió. “Así que tú eres Ryota, ¿eh? El chico perfecto,” dijo, una sonrisa desafiante en su rostro. Ryota no pudo evitar sonreír, sorprendiendo a su propia sorpresa. “No soy perfecto, pero intento hacerlo bien,” respondió con modestia.

Las clases transcurrieron con normalidad, pero Ryota no podía dejar de pensar en Kyoko. Era diferente a las chicas que conocía; no tenía miedo de ser ella misma. Durante el almuerzo, decidió acercarse a ella.

“¿Te gustaría sentarte conmigo y mis amigos?” preguntó, tratando de sonar casual. Kyoko levantó una ceja y respondió con un tono sarcástico: “¿Por qué? Para que me digan que no soy parte de su grupo? No gracias.”

Ryota se sorprendió por su franqueza, pero a la vez, le agradó. “No todos son así, ya sabes. Puedo presentarte a algunos que son buenos.”

Kyoko lo miró, evaluando su oferta. “Está bien, pero no me gusta que me traten como a una recién llegada. Si me quieren, tendrán que aceptarme como soy.”

Ryota asintió, admirando su confianza. “Te prometo que lo haré. Pero, ¿puedes contenerte en las peleas?” preguntó en tono de broma.

Kyoko sonrió, y por un instante, ambos compartieron una conexión silenciosa. La risa y las palabras empezaron a fluir, y lo que comenzó como una simple conversación se convirtió en algo más.

El resto del día, Ryota no pudo sacarla de su mente. ¿Podría haber algo más que una simple amistad con la chica nueva?

El sabor del primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora