La temporada de exámenes finales había llegado, y la escuela entera estaba sumida en una atmósfera de nervios y estrés. Kyoko, a pesar de sus esfuerzos, se sentía abrumada. Había pasado tanto tiempo ajustándose a su nueva vida que, aunque intentaba concentrarse, su rendimiento académico no era el mejor.
Una tarde, mientras caminaban juntos hacia la salida, Ryota notó su expresión preocupada.
“¿Todo bien?” preguntó, mirándola con curiosidad.
Kyoko suspiró. “Estoy tratando de mantenerme al día con todas las materias, pero… la verdad, no sé si podré aprobar todos los exámenes.”
Ryota sonrió, dispuesto a ayudar. “Oye, yo soy bastante bueno en los estudios. ¿Qué tal si te ayudo? Podríamos reunirnos en la biblioteca o en mi casa y repasar juntos. Te aseguro que lo entenderás mucho mejor.”
Kyoko dudó al principio, pero finalmente aceptó la oferta. Así, comenzaron a reunirse cada tarde en la biblioteca. Ryota le explicaba con paciencia cada tema, tomando tiempo para asegurarse de que Kyoko entendiera cada paso. Kyoko, aunque solía ser orgullosa, se sintió agradecida y sorprendida por la dedicación de Ryota.
Con el paso de los días, las sesiones de estudio se hicieron más amenas. Entre risas y pequeñas bromas, ambos se acercaban cada vez más. Una tarde, mientras intentaban resolver un complicado problema de matemáticas, Kyoko soltó una carcajada.
“No sé qué haría sin ti, Ryota. Esto es imposible,” dijo, sonriendo.
Él la miró con cariño. “Tú puedes hacerlo, Kyoko. Solo necesitas confianza… y bueno, quizá un poco de paciencia.” Ambos rieron, y el ambiente ligero hizo que la tensión del estudio se desvaneciera por completo.
En una de esas sesiones, Ryota la miró con admiración, notando facetas de ella que no había visto antes. A pesar de sus luchas académicas, Kyoko mostraba una determinación genuina y una disposición a aprender que él encontraba admirable.
Esa misma tarde, cuando ya estaban por despedirse, Kyoko se acercó y le dio un rápido beso en la mejilla. “Gracias, Ryota. De verdad, no sé cómo podré agradecerte toda esta ayuda,” murmuró, sonrojada.
Ryota, sorprendido y ligeramente ruborizado, sonrió. “No tienes que agradecerme. Estudiar contigo es lo mejor que me ha pasado en esta temporada de exámenes.”
Ambos se despidieron, y mientras cada uno caminaba hacia su casa, sintieron que las pruebas finales les habían dado algo mucho más valioso que buenas notas: la certeza de que podían contar el uno con el otro, incluso en los momentos difíciles.
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El sabor del primer amor.
RomanceEn la secundaria Shimizu, Ryota es el estudiante ideal: popular, inteligente y carismático. Su vida da un giro inesperado con la llegada de Kyoko, una nueva alumna transferida de Osaka. Con su cabello rojo y su actitud desafiante, Kyoko es una chica...