Un día, mientras Kyoko revisaba su correo, una carta inesperada llamó su atención. Provenía de su antigua escuela en Osaka y contenía una oferta para regresar: le prometían un programa de estudios ajustado, apoyo especial y la oportunidad de comenzar de nuevo. Al leerla, una mezcla de emociones comenzó a agitarse en su pecho. Osaka representaba su hogar, el lugar donde había crecido y donde aún tenía recuerdos importantes, aunque también era el sitio que había dejado atrás al enfrentarse a problemas que la llevaron a mudarse.
La noticia se esparció rápido entre sus amigas, y finalmente, Ryota también se enteró. Cuando la encontró en la salida de la escuela, su expresión reflejaba una mezcla de sorpresa y preocupación.
“Kyoko, ¿es cierto? ¿Te han ofrecido volver a Osaka?” preguntó con cautela, intentando esconder el nudo en su garganta.
Kyoko asintió, sosteniendo la carta en su mano. “Sí… No sé qué pensar. Siento que regresar podría darme una nueva oportunidad, pero al mismo tiempo, me ha costado tanto adaptarme aquí y… bueno, encontrarte a ti.”
La voz de Ryota se suavizó. “Quiero que hagas lo mejor para ti, Kyoko. No te voy a mentir… me dolería que te fueras, pero si crees que Osaka es el lugar donde realmente puedes ser feliz, entonces te apoyaré.”
Kyoko sintió su corazón acelerarse ante las palabras de Ryota. Por primera vez, alguien estaba dispuesto a poner sus sentimientos a un lado y apoyarla en lo que decidiera, y eso la hizo valorar aún más la conexión que habían creado.
Pasaron los días, y aunque Kyoko intentaba concentrarse en sus estudios y en sus amistades, la idea de volver a Osaka la perseguía. Sus amigas la apoyaban, aunque también expresaban su tristeza ante la posibilidad de perderla. Sintiéndose abrumada, decidió visitar un lugar especial: el parque donde ella y Ryota solían reunirse.
Allí, bajo un gran cerezo, encontró a Ryota, quien la había estado esperando. Ambos se sentaron en silencio, observando cómo los pétalos caían alrededor.
“Kyoko… sé que tomar esta decisión no es fácil para ti, pero recuerda que estés donde estés, siempre habrá personas que te apoyen y te valoren. Sólo espero que no te olvides de que aquí también tienes a alguien que te quiere y que siempre estará para ti,” le dijo Ryota, tratando de ocultar la tristeza en sus palabras.
Kyoko lo miró y sintió una calidez en su pecho. “Ryota, estar aquí y conocerte me ha cambiado. Me enseñaste que puedo ser yo misma y que no tengo que huir de mis problemas. No sé si regresar a Osaka es lo correcto, pero algo sí tengo claro: quiero seguir creciendo contigo, aquí.”
Con una sonrisa tranquila, Kyoko se recostó en el hombro de Ryota, sintiendo que había encontrado su respuesta. “Gracias, Ryota. Por primera vez, siento que tengo un hogar que no está atado a un lugar, sino a las personas.”
Ryota la abrazó, feliz y aliviado de saber que Kyoko había decidido quedarse. En ese momento, ambos comprendieron que su relación había llegado a un punto de madurez, donde el apoyo y el respeto por los deseos del otro era lo más importante.
Kyoko se recostó en el hombro de Ryota, sintiéndose en paz con su decisión. El silencio entre ellos estaba lleno de emociones no dichas, de pensamientos que sólo ellos comprendían. Ryota, con el corazón latiendo rápidamente, levantó la mano y acarició suavemente el rostro de Kyoko, deslizando sus dedos por su mejilla con una ternura que lo sorprendió incluso a él.
Kyoko levantó la vista, sus ojos brillaban bajo la luz del atardecer. En un impulso, se acercó un poco más, hasta que sus labios apenas rozaron los de Ryota. Fue un beso suave, lento, como si quisieran capturar el momento en toda su esencia.
Cuando se separaron, Kyoko sonrió tímidamente, pero mantuvo la mirada fija en él. “Gracias, Ryota… por ser alguien en quien puedo confiar.”
Sin decir nada, Ryota volvió a besarla, esta vez con más seguridad. Sus labios se encontraron en un beso profundo, en el que ambos dejaban ir todas sus dudas e inseguridades. La brisa acariciaba sus rostros, y el mundo parecía desvanecerse a su alrededor, dejándolos a ellos dos en una burbuja de sentimientos y emociones.
Ryota, con suavidad, acarició el cabello de Kyoko mientras ella recostaba su cabeza en su pecho, sintiéndose protegida y amada. Permanecieron así, en silencio, disfrutando de la calidez del momento, conscientes de que habían alcanzado un nuevo nivel de conexión en su relación.
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El sabor del primer amor.
RomansaEn la secundaria Shimizu, Ryota es el estudiante ideal: popular, inteligente y carismático. Su vida da un giro inesperado con la llegada de Kyoko, una nueva alumna transferida de Osaka. Con su cabello rojo y su actitud desafiante, Kyoko es una chica...