Momento de crisis (especial).

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Los rumores sobre Kyoko y Ryota parecían haberse calmado, pero a veces, el silencio era más preocupante que las palabras. Todo cambió una tarde cuando Kyoko tuvo un encuentro inesperado y desafortunado con un grupo de estudiantes de otra escuela que solían causarle problemas en su antiguo instituto. Ella pensó que había dejado atrás ese pasado, pero al ver a aquellos rostros familiares en una calle cercana a la escuela, supo que estaba a punto de enfrentar una tormenta.

Uno de los chicos, con una sonrisa arrogante, se acercó a ella. "Mira quién tenemos aquí… ¿La ‘nueva chica’ intenta vivir una vida diferente, verdad? ¿Crees que puedes fingir que eres alguien más?"

Kyoko sintió un nudo en el estómago. Sabía que lo mejor sería ignorarlos y alejarse, pero sus palabras comenzaron a incomodarla. Uno de los chicos mencionó a Ryota, insinuando que alguien como él nunca podría interesarse en alguien "tan problemática" como ella. Las palabras se quedaron en su mente, alimentando sus inseguridades.

De regreso a la escuela al día siguiente, Kyoko intentó aparentar que todo estaba bien, pero Ryota notó su distracción. “¿Estás bien? Pareces preocupada,” preguntó, mirándola con preocupación.

Kyoko vaciló, no queriendo involucrarlo en sus problemas, pero finalmente confesó: “Es solo… que siento que todo el mundo sigue juzgándome, y no puedo evitar pensar que un día te cansarás de todo esto. De los rumores, de la gente hablando… de mí.”

Ryota frunció el ceño y tomó sus manos, mirándola a los ojos. “¿Por qué piensas eso? No me importa lo que digan. Estamos en esto juntos.”

Sin embargo, al día siguiente, los rumores tomaron un giro inesperado. Los mismos chicos que Kyoko había encontrado comenzaron a difundir historias falsas sobre ella, diciendo que la habían visto peleando y causando problemas. Algunos estudiantes comenzaron a mirarla con desconfianza nuevamente, y los murmullos volvieron a llenar los pasillos.

Esa tarde, mientras Kyoko y Ryota caminaban juntos, un grupo de chicos de su clase se acercó a Ryota. Uno de ellos, Yuta, quien había sido su amigo desde la primaria, le dio una mirada seria y dijo: “Ryota, creo que deberías reconsiderar estar con ella. Es obvio que sigue siendo la misma que antes, solo está metiéndote en problemas.”

Ryota, enfadado, respondió: “No tienen idea de lo que dicen. Conozco a Kyoko y sé que ella no es así.” Sin embargo, la tensión era evidente, y Kyoko sintió que su mundo se desmoronaba. A pesar de las palabras de Ryota, una parte de ella comenzó a creer que él podría cansarse de tener que defenderla constantemente.

Esa noche, en un arrebato de emociones, le envió un mensaje: “Ryota, creo que es mejor que dejemos de vernos. No quiero arruinarte la vida ni tu reputación.”

Ryota, sorprendido y dolido por su mensaje, respondió rápidamente: “¿Por qué piensas que me importa mi reputación más que nuestra amistad? No eres un problema para mí, Kyoko, eres una persona importante en mi vida.”

Sin embargo, Kyoko, abrumada por sus miedos, decidió alejarse. Durante los siguientes días, evitó a Ryota en la escuela y apenas hablaba con sus amigas. La tristeza de alejarse de él era casi insoportable, pero pensaba que era lo mejor para ambos.

Finalmente, un día después de clases, Ryota la encontró en la azotea de la escuela, donde solía ir cuando necesitaba un momento a solas. Se acercó a ella, decidido a resolver la situación de una vez por todas.

“Kyoko, sé que estás tratando de protegerme, pero no quiero eso. Quiero que estemos juntos en esto, sin importar lo que piensen los demás,” dijo, su voz cargada de emoción.

Kyoko, con lágrimas en los ojos, lo miró. “Ryota… solo no quiero que sufras por mi culpa. Esas personas no dejarán de hablar y temo que un día te canses de todo esto.”

Ryota le tomó las manos y la miró con una sinceridad que la desarmó. “Kyoko, he elegido ser tu amigo y estar contigo porque creo en ti. Lo que digan los demás no cambia eso. La única opinión que importa es la tuya y la mía.”

Kyoko, entre lágrimas, asintió, sintiendo cómo una enorme carga desaparecía de su pecho. Comprendió que estaba dejando que sus propios miedos e inseguridades dictaran su relación con él. En ese momento, se prometió a sí misma confiar más en Ryota y en la conexión especial que tenían.

Ambos se quedaron en silencio, observando el atardecer desde la azotea. Aunque sabían que aún enfrentarían desafíos y rumores, también sabían que su amistad era más fuerte que cualquier obstáculo.

Kyoko y Ryota seguían en la azotea, en silencio, después de esa intensa conversación. Ambos miraban el atardecer que pintaba el cielo de tonos cálidos y suaves. Era un momento que ninguno de los dos había planeado, pero ambos sentían que habían llegado hasta ahí juntos por una razón.

Ryota suspiró y, sin soltar las manos de Kyoko, la miró con una calidez en sus ojos que ella nunca había visto antes. “Kyoko… No sé cómo decir esto, pero creo que mi vida cambió desde que apareciste en ella,” dijo en voz baja, casi temeroso de decir esas palabras en voz alta.

Kyoko sintió que su corazón latía rápido. Era la primera vez que alguien le decía algo así, y de pronto no supo cómo reaccionar. Una sonrisa tímida asomó en su rostro, y sin saber muy bien qué decir, solo murmuró: “Tú también me has cambiado, Ryota. Nunca pensé que… me sentiría tan cómoda con alguien.”

Ambos se miraron por un momento, y en sus miradas había algo más profundo, algo que iba más allá de las palabras. Era como si hubieran estado esperando este momento sin saberlo.

Kyoko sintió cómo sus mejillas se sonrojaban mientras Ryota se acercaba, despacio, buscando asegurarse de que ella también quería ese instante tanto como él. Sus rostros quedaron apenas separados por unos centímetros, y ambos cerraron los ojos mientras sus respiraciones se sincronizaban.

Entonces, suavemente, Ryota se inclinó y sus labios rozaron los de Kyoko en un beso tímido, pero lleno de ternura y promesas. Fue un beso breve, como un susurro, pero en ese instante todo lo demás se desvaneció: los rumores, los problemas, las inseguridades. En ese momento solo existían ellos dos.

Al separarse, Kyoko abrió los ojos, encontrándose con la sonrisa cálida de Ryota. Ambos rieron suavemente, como si compartieran un secreto.

“¿Esto significa que no dejarás de hablarme después de todo?” bromeó Ryota, aún sosteniendo sus manos.

Kyoko sonrió y asintió, llena de una felicidad que nunca había sentido. “No. Creo que estás atrapado conmigo, Ryota.”

Los dos se quedaron ahí, juntos, observando cómo el sol terminaba de ponerse. Sabían que vendrían más desafíos y que no sería fácil enfrentarlos, pero también sabían que ahora estaban unidos, y esa conexión era mucho más fuerte que cualquier rumor o malentendido.

Ese fue el comienzo de algo especial, algo que sabían que no cambiaría sin importar lo que pasara a su alrededor.

El sabor del primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora