El aire en la escuela estaba lleno de emoción y nerviosismo; el Día de San Valentín se acercaba y todos los estudiantes estaban ocupados haciendo planes para sorprender a sus seres queridos. Kyoko, ansiosa por hacer algo especial para Ryota, se sentó en su escritorio mientras esbozaba ideas en su cuaderno.
“Este año quiero hacerle algo que realmente le guste,” murmuró para sí misma, imaginando la sonrisa de Ryota al recibir su sorpresa. Decidió que hornearía sus galletas favoritas: chocolate con nuez. Mientras escribía la lista de ingredientes, su mente comenzó a divagar hacia cómo podría decorarlas.
Al mismo tiempo, en la sala de profesores, Ryota estaba sumido en sus propios pensamientos. Se sentía un poco presionado para hacer algo grandioso por Kyoko, especialmente después de todo lo que habían pasado juntos. “¿Qué le gustará más? ¿Un regalo? ¿Un mensaje especial?” se preguntó, frustrándose. Finalmente, decidió que un gesto significativo sería el camino a seguir. Se le ocurrió escribirle una carta en la que expresara todo lo que sentía por ella.
Los días previos a San Valentín pasaron rápidamente, y ambos se dedicaron a preparar sus sorpresas en secreto. El día antes de la festividad, Kyoko estaba en la cocina de su casa, concentrada en mezclar los ingredientes para las galletas. Mientras la masa se cocinaba en el horno, Kyoko sonreía al pensar en la reacción de Ryota.
Al día siguiente, el ambiente en la escuela era eléctrico. Los pasillos estaban decorados con globos y flores, y los estudiantes intercambiaban chocolates y cartas. Kyoko, con su mochila llena de galletas y una pequeña caja decorada, se dirigió a la clase de Ryota, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.
Al entrar al aula, vio a Ryota conversando con sus amigos. Cuando sus ojos se encontraron, el tiempo pareció detenerse. Con una sonrisa nerviosa, se acercó a él. “¡Feliz Día de San Valentín, Ryota!” exclamó, sacando las galletas de su mochila.
Ryota sonrió, pero antes de que pudiera responder, un grupo de chicas se acercó a ellos. “¡Ryota! ¡Feliz San Valentín! Mira lo que te traí!” una de ellas le dijo mientras le daba un enorme corazón de chocolate. Kyoko sintió un pequeño pinchazo en el estómago, pero se obligó a sonreír. “Eso es genial, ¿verdad?” murmuró, intentando disimular sus celos.
“Sí, gracias,” respondió Ryota, un poco aturdido por la repentina atención. Se dio cuenta de que Kyoko se había quedado callada. “Kyoko, esto es… uh…” trató de buscar las palabras adecuadas.
Justo en ese momento, Kyoko, queriendo dejar atrás cualquier malentendido, tomó una profunda respiración y le dijo: “Bueno, yo también tengo algo para ti.” Sacó la caja decorada, y al abrirla, el aroma de las galletas recién horneadas llenó el aire. “Hice estas galletas para ti. Son de chocolate con nuez, tu favorita,” dijo, con una mezcla de esperanza y nervios.
Los ojos de Ryota brillaron al ver las galletas. “¡Wow! Esto es increíble, Kyoko. ¡Huelen delicioso!” La conversación se tornó en risas mientras los compañeros de clase miraban con curiosidad. Kyoko, aliviada de ver la sonrisa en el rostro de Ryota, sintió que su corazón se llenaba de alegría.
Mientras compartían galletas y sonrisas, los amigos de Ryota comenzaron a contar historias sobre momentos embarazosos de San Valentín, lo que generó risas y un ambiente ligero. Sin embargo, cuando Ryota tomó la iniciativa de mostrarle a Kyoko la carta que había escrito, se dio cuenta de que había olvidado guardarla en su mochila. “¡Oh no! La carta…” murmuró, sintiéndose desilusionado.
Al percibir la inquietud de Ryota, Kyoko le preguntó, “¿Te pasa algo? Pareces preocupado.”
“Es solo que quería decirte algo especial, pero no puedo encontrar la carta que escribí,” se lamentó, sintiéndose un poco tonto.
Kyoko, sin pensarlo, le respondió con una risa. “No te preocupes, Ryota. A veces, las palabras se dicen mejor en persona. Estoy segura de que cualquier cosa que digas será especial.”
“Pero quería que fuera perfecto,” replicó Ryota, rascándose la cabeza.
“Ryota, ya es perfecto porque eres tú,” dijo Kyoko, su voz suave. Sin darse cuenta, sus corazones latían más rápido al estar tan cerca el uno del otro.
En ese instante, Kyoko, impulsada por la emoción, se inclinó y le dio un suave beso en los labios. Fue un beso breve, pero lleno de promesas y ternura. Ryota se quedó sorprendido por un momento, antes de sonreír con calidez y devolverle el beso.
Los murmullos de sus compañeros desaparecieron mientras el mundo se desvanecía a su alrededor. En ese instante, comprendieron que sus corazones ya habían expresado lo que las palabras no podían.
Cuando se separaron, ambos se sintieron un poco sonrojados, pero más conectados que nunca. “Feliz Día de San Valentín, Kyoko,” dijo Ryota, sintiendo que el día se había vuelto aún más especial.
“Feliz Día de San Valentín, Ryota. Gracias por ser tú,” respondió ella, sintiendo que había encontrado lo que realmente importaba en esa celebración: su conexión genuina.
Mientras el resto de la clase se reía y comentaba, Kyoko y Ryota supieron que a pesar de los malentendidos y las distracciones, siempre encontrarían el camino de regreso el uno al otro, fortaleciendo su relación día tras día.
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El sabor del primer amor.
عاطفيةEn la secundaria Shimizu, Ryota es el estudiante ideal: popular, inteligente y carismático. Su vida da un giro inesperado con la llegada de Kyoko, una nueva alumna transferida de Osaka. Con su cabello rojo y su actitud desafiante, Kyoko es una chica...