El sol brillaba en el cielo despejado mientras Ryota se despertaba esa mañana. Era su cumpleaños número 17, y aunque había recibido mensajes de felicitación de sus amigos y familiares, sentía una mezcla de emociones. Este año, más que nunca, esperaba que fuera especial, especialmente porque tenía a Kyoko en su vida.
Después de una rápida ducha y un desayuno, decidió pasar el día en el parque local, un lugar que siempre le había parecido relajante. Al salir de casa, sintió un pequeño cosquilleo en el estómago; su mente estaba llena de pensamientos sobre Kyoko y cómo la celebración sería diferente este año.
Mientras caminaba hacia el parque, se encontró con sus amigos, quienes lo sorprendieron con una pequeña reunión improvisada. “¡Feliz cumpleaños, Ryota!” gritaron, mostrándole globos y una torta que habían traído. Él sonrió, agradecido por su amistad, pero su mente seguía en Kyoko.
“¿Y Kyoko? ¿No vendrá?” preguntó Ryota, tratando de ocultar su decepción.
“Dijo que tenía algo planeado para ti. ¡Es una sorpresa!” le respondió uno de sus amigos, guiñándole un ojo.
Intrigado, Ryota pasó la tarde en el parque, disfrutando de la compañía de sus amigos, aunque no podía dejar de pensar en Kyoko. La espera se hizo más larga cuando el sol comenzó a ponerse. Finalmente, cuando el cielo comenzó a teñirse de tonos anaranjados, vio a Kyoko acercándose, iluminada por la luz dorada del atardecer.
“¡Kyoko!” exclamó, su corazón acelerándose al verla. Ella estaba vestida con un hermoso vestido de verano que realzaba su belleza. Tenía una sonrisa brillante y en sus manos llevaba una caja envuelta con un lazo.
“¡Feliz cumpleaños, Ryota!” dijo, corriendo hacia él. “Espero que te guste.” Extendió la caja hacia él, sus ojos chispeando de emoción.
“¡Gracias, Kyoko!” respondió él, abriendo la caja con curiosidad. Dentro encontró una pulsera de cuero con un pequeño colgante en forma de estrella. “Es hermosa,” dijo, tocando el colgante con ternura. “¿Es para que siempre me acuerde de ti?”
“Exactamente,” respondió Kyoko, sonrojándose. “Quiero que siempre lleves algo de mí contigo.”
Ryota sintió una oleada de emoción. Se acercó un poco más, sintiendo el calor de su cuerpo. “Me encanta, de verdad. ¡Gracias!”
Los amigos de Ryota los observaron, sonriendo al ver la conexión entre ambos. Con un gesto cómplice, comenzaron a alejarse, dejándolos a solas.
“¿Y bien? ¿Qué planes tienes para hoy?” preguntó Kyoko, mirando a su alrededor. El parque estaba en calma, con el sonido de las hojas susurrando en la brisa.
“No lo sé, solo quería pasar el día tranquilo. Pero ahora que estás aquí, todo es mejor,” respondió Ryota sinceramente, su mirada fija en ella.
Kyoko sonrió, sintiendo que el corazón le daba un salto. “Tenía una idea… ¿qué te parece si hacemos un picnic aquí mismo? Traje algunos bocadillos y bebidas.”
“¡Eso suena genial!” dijo Ryota, entusiasmado.
Se acomodaron en una manta que Kyoko había traído, y empezaron a disfrutar de la comida que ella había preparado. Entre risas y anécdotas, el tiempo voló. Cada momento que compartían hacía que sus corazones se acercaran más.
Mientras la noche caía, el cielo se llenó de estrellas. Kyoko miró hacia arriba, admirando la belleza del firmamento. “Es tan hermoso… no puedo creer que tenga la suerte de estar aquí contigo en este día tan especial.”
Ryota se giró hacia ella, sintiendo que su corazón se llenaba de ternura. “Yo tampoco. La verdad es que… no sé qué haría sin ti,” confesó, su voz seria.
Kyoko lo miró a los ojos, y en ese instante, todo el ruido del mundo exterior desapareció. La tensión entre ellos creció, y antes de que pudieran pensarlo, se acercaron el uno al otro. Ryota, sintiendo la necesidad de estar cerca de ella, tomó su mano y la miró intensamente.
“Kyoko…” empezó a decir, pero ella lo interrumpió con una sonrisa suave.
“No digas nada, Ryota,” murmuró, acercándose más. Sus labios se encontraron en un beso tierno y lleno de emoción. Fue un beso que prometía más de lo que las palabras podrían expresar, un momento que ambos atesorarían para siempre.
Se separaron lentamente, y Kyoko sonrió, un ligero sonrojo en sus mejillas. “Feliz cumpleaños, Ryota. Espero que este sea solo el comienzo de un año increíble.”
“Con momentos como este, sé que lo será,” respondió él, sintiéndose más afortunado que nunca.
La noche continuó, llena de risas y promesas mientras compartían sus sueños y esperanzas. En el fondo de sus corazones, ambos sabían que este cumpleaños era solo el primer paso hacia una nueva etapa en su vida juntos, llena de amor y aventuras.
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El sabor del primer amor.
RomanceEn la secundaria Shimizu, Ryota es el estudiante ideal: popular, inteligente y carismático. Su vida da un giro inesperado con la llegada de Kyoko, una nueva alumna transferida de Osaka. Con su cabello rojo y su actitud desafiante, Kyoko es una chica...