IX

11 3 0
                                        

Carol:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Carol:

Pasamos toda la noche despiertas. Julia y yo nos mirábamos en silencio, compartiendo el mismo insomnio inquietante. Vicky, a pesar de todo, había logrado dormirse tras una hora de estar dando vueltas en la cama, pero su sueño no era tranquilo; se movía inquieta, murmurando de vez en cuando palabras ininteligibles. El peso de lo que habíamos presenciado esa tarde se cernía sobre nosotras como una nube oscura, incapaz de disiparse.

Aún sentía el eco de mis propios pasos en los pasillos del internado. La imagen de la chica muerta seguía grabada en mi mente: sus labios azules, la sangre que brotaba de su boca... Una escena que no podía dejar atrás. Era como si estuviera atrapada en ese momento, sin poder avanzar. Miré de reojo a Julia. Ella también estaba despierta, mirando al techo, con los ojos muy abiertos. La luz tenue que se filtraba desde el pasillo apenas iluminaba su rostro.

-No puedo dejar de pensar en lo que pasó -murmuré.

Julia asintió, pero no dijo nada. Sabía que también estaba perdida en sus pensamientos, intentando procesar lo que habíamos vivido. Cada minuto que pasaba en silencio hacía que la sensación de que algo oscuro y peligroso se cernía sobre nosotras creciera.

Alrededor de las cinco de la mañana, decidimos levantarnos. No tenía sentido seguir intentándolo. Además, el desayuno comenzaba en poco tiempo, y sería mejor ocupar nuestras mentes con cualquier cosa que no fuera la muerte de esa chica. Caminamos hasta el comedor en silencio, cada una sumida en su propio mundo. Cuando llegamos, el resto de nuestro grupo ya estaba allí: Mateo, Isaac, Emma, José, Mike, Mar y Paul. Estaban charlando animadamente, ajenos a la oscuridad que habíamos experimentado.

-¿Estáis bien? -preguntó Mateo, frunciendo el ceño al ver nuestras caras.

-Parecéis haber visto un fantasma -bromeó Paul, aunque su tono era amable.

Nos sentamos frente a ellos, sin ánimo para responder con una sonrisa o un comentario sarcástico. Sabíamos que teníamos que contarles lo que había pasado. Tal vez no todo, pero al menos lo esencial. No podíamos seguir guardándonos aquello que había sacudido nuestra realidad.

-Anoche... -comencé, mientras trataba de encontrar las palabras-, Vicky y yo encontramos a una chica muerta en las duchas.

El ambiente en la mesa cambió en un instante. La despreocupación se desvaneció, dejando paso a un silencio cargado de tensión. Emma dejó caer su cuchara en el plato, mientras que José y Mateo se miraban con incredulidad. Ninguno parecía capaz de procesar lo que acababa de decir.

-¿Qué? -preguntó Isaac, con los ojos muy abiertos.

-No sabemos quién era -continuó Vicky, con la voz más firme de lo que esperaba-. Pero no fue un accidente. Estaba... -vaciló un momento, como si recordarlo le causara dolor-, sangrando por la boca. Sus labios estaban azules.

Mateo entrecerró los ojos, claramente perturbado.

-¿La policía? -preguntó José, siempre el más racional-. ¿Vinieron? ¿Qué dijeron?

The Torres Boarding SchoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora