Carol:
Hoy fue un día emocionante en el internado. Era martes, lo que significaba que tenía mi primer entrenamiento de baloncesto aquí. Me desperté temprano, ansiosa por lo que me esperaba. Después de las clases de la mañana, me dirigí al comedor para el almuerzo, intentando contener mi entusiasmo por lo que vendría más tarde.
-¿Lista para el entrenamiento?- me preguntó Marta, mi compañera de habitación, mientras se sentaba a mi lado en la mesa del comedor. Hoy me sentaria con ellas, queria socializar un poco con las del equipo antes de jugar.
- Sí, aunque estoy un poco nerviosa. Es mi primer entrenamiento aquí y quiero causar una buena impresión- respondí, tratando de sonar más confiada de lo que me sentía.
-Vas a hacerlo genial, ya verás. Además, he oído que hoy compartiremos la pista con el equipo masculino- dijo Marta con una sonrisa.
- ¡¿En serio?! No sabía eso- exclamé, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Marta asintió, y seguimos conversando sobre nuestras expectativas para el entrenamiento mientras terminábamos de comer.
Después de almorzar, me dirigí a la clase de matemáticas, donde me encontré con Vicky, mi mejor amiga. Nos sentamos juntas como siempre, y aproveché para contarle sobre el entrenamiento.
- Vicky, hoy es mi primer entrenamiento de baloncesto aquí. Y resulta que vamos a compartir la pista con el equipo masculino- le dije en voz baja mientras el profesor explicaba un nuevo concepto en el pizarrón.
- Eso suena increíble. No te preocupes, vas a hacerlo genial. Solo sé tú misma y diviértete- me susurró Vicky, dándome una palmada en la espalda para animarme.
- Gracias, Vicky. Necesitaba escuchar eso- respondí, sintiéndome un poco más tranquila.
Durante la clase, intenté concentrarme en la lección, pero mis pensamientos seguían volviendo al entrenamiento. Finalmente, la campana sonó y fue hora de ir al gimnasio. Me cambié rápidamente y me dirigí a la pista de baloncesto. Al llegar, noté que no éramos solo nosotras, el equipo femenino; también estaban Paul y Mateo, jugadores del equipo masculino. Al parecer, compartiríamos la pista para entrenar juntos, tal y como me dijo Marta, mi compañera de habitacion y equipo. Esto me puso un poco nerviosa al principio, pero decidí tomarlo como una oportunidad para mejorar y aprender.
Mateo y yo nos habíamos hecho muy amigos desde que llegué al internado. Aunque no lo conocía desde hacía mucho, se había convertido en mi mejor amigo rápidamente. Era fácil hablar con él y me hacía sentir cómoda.
- Hola, Carol- dijo Mateo con una sonrisa cálida al verme llegar- ¿Lista para hoy?
-¡Hola, Mateo! Sí, lista y un poco nerviosa- respondí.
- Tranquila, lo harás genial. Y cualquier cosa, sabes que estoy aquí para ayudarte- dijo, dándome un apretón de manos.
Paul también estaba allí. Aunque habíamos sido pareja en el pasado, nuestra relación ahora era cordial. Me alegraba ver que podíamos llevarnos bien después de todo. Paul y yo habíamos entrenado juntos en el pasado y conocía bien mi historia.
- Carolina- dijo Paul, asintiendo con la cabeza. -Me alegra verte de nuevo en la cancha.
Me dijo eso, porque el sabia que yo tuve que dejar el baloncesto por 2 años, hasta ahora, que decidi volverlo a intentar. Y todo por un puto esguince mal curado de tobillo. Paul sabe todo eso porque claramente eramos pareja, amigos y compañeros, no solo de instituto, sino de equipo, Paul y yo entrenamos juntos durante mucho tiempo, nuestro equipo era el mejor de la liga, a pesar de que los partidos fueran separados los entrenamientos eran mixtos, y los dos ultimos años aunque yo no jugara no me perdi ni un solo entrenamiento. Me sorprende lo bien que se ha integrado Paul en un solo verano en el internado, aunque a la vez no me sorprende, a el siempre se le ha dado bien hacer amigos. Lo que no entendia era el como hablaba conmigo si no estan permitidos los moviles, pero despues me entere que como al tener padres divorciados la que lo metio aqui fue su madre, por lo que cuando le tocaba estar con su padre este lo sacaba de alli, pero claro esto solo se aplicaba en las vacaciones, en los dias lectivos siempre estaba alli.
- Gracias, Paul. A mí también me alegra estar aquí- respondí, sonriendo. A pesar de nuestra historia, había aprendido a ver a Paul solo como un compañero de equipo.
Nos dividimos en grupos mixtos para realizar algunos ejercicios de calentamiento. Mateo fue bastante amable y nos ayudó con algunos ejercicios, dándonos consejos valiosos.
- Intenta mantener la postura más baja cuando defiendas, así tendrás más control- me sugirió Mateo mientras practicábamos.
-Gracias, lo intentaré- respondí, agradecida por su consejo.
La energía en la pista era contagiosa, y pronto me olvidé de mis nervios iniciales, disfrutando cada momento del entrenamiento. Nosotras jugamos un partido amistoso con ellos, y aunque fue competitivo, también fue muy divertido. Sentí que estaba mejorando con cada minuto que pasaba.
-Buen tiro, Carolina- me dijo Paul después de que logré encestar desde fuera del área.
-Gracias, pero todavía me falta mucho por mejorar- respondí, sintiéndome más cómoda y segura, me sentia como en los viejos tiempos.
Entrenamos durante tres horas intensas, terminando a las 20:00. Estaba exhausta pero satisfecha con el progreso que había hecho. Después de despedirme de mis compañeros, me dirigí a las duchas. El agua caliente fue una bendición para mis músculos cansados, y mientras me duchaba, me sentí orgullosa de lo que había logrado hoy.
Me cambié rápidamente y me dirigí al comedor para la cena. Allí me encontré con Anna, mi pequeña sobrina, aunque siempre la he considerado más como una hermana pequeña. Estaba esperándome, saltando de emoción.
-¡Carolina, Carolina! ¿Cómo te fue?- preguntó Anna, sus ojos brillando de curiosidad.
- ¡Fue genial, Anna! Me divertí mucho y aprendí un montón. ¿Y tú? ¿Qué hiciste hoy?- le pregunté mientras caminábamos juntas hacia la mesa.
- Estuve en la biblioteca y luego fui al taller de arte. Hice un dibujo para ti- dijo, sacando un papel de su mochila y mostrándome un colorido dibujo de nosotras dos jugando al baloncesto, a Anna siempre le ha gustado todos los deportes, pero tenia una especial atraccion por el baloncesto y la gimnasia o fútbol.
- ¡Es precioso, Anna! Lo colgaré en mi pared- dije, abrazándola con fuerza.
Pasamos un rato juntas, riéndonos y contando historias del día. Anna es una fuente constante de alegría para mí, y su presencia siempre logra hacerme olvidar cualquier preocupación.
Antes de ir a nuestra habitación, volví a encontrarme con Vicky en el pasillo.
-¡Carolina! ¿Cómo te fue en el entrenamiento?- me preguntó Vicky, visiblemente interesada.
- Fue increíble. Paul y Mateo nos ayudaron mucho. Incluso jugamos un partido amistoso con ellos. Me sentí bastante bien- le conté, con una sonrisa.
- Sabía que lo harías genial. Estoy tan orgullosa de ti- dijo Vicky, dándome un abrazo.
Al final del día, volví a mi dormitorio, exhausta pero satisfecha. Mientras me preparaba para dormir, reflexioné sobre lo bien que había salido todo. No solo había tenido un buen entrenamiento, sino que también había hecho nuevos amigos y pasado tiempo con Anna y Vicky, aunque me hubiera gustado pasar mas tiempo con ellas, pero eso seria para otro dia en el que Mateo, que era el capitan del equipo, por lo cual era el entrenador de ambos equipos cuando el entrenador faltaba, no me quitara tanto tiempo. Me dormí con una sonrisa, esperando con ansias que me depararia el siguiente día. Por un dia consegui olvidarme de todo, no pense en mamá ni nadie, solo en mi y Anna.
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The Torres Boarding School
Genç KurguCarolina, una niña de 16 años que entra en un internado junto a su pequeña sobrina, la hija de su prima mayor, por varios temas fue que se tuvieron que ir a el internado Torres para estar mas seguros, pero al parecer no todo fue como creían, en el i...