Capitulo Cincuenta Y Uno.

59 10 3
                                    

Giuseppe Mildford.

Recordé cada segundo que estuve pegada a su pecho, era la primera persona a la que deje verme llorar, a la única a la que le eh mostrado mi lado más vulnerable y dañado.

Ese día la Luna Larissa curó mis manos, pero ella fue la que rogó y suplico que la dejaran llevarme a su manada por mi cumpleaños.- Hablo con melancolía mientras cierto queso por toda la crema espesa de la cazuela.- Fue la primera vez que...alguien me trato como lo que era, una niña cumpliendo años.

La sensación de calidez en mi pecho se instaló pero tambien el agrio sabor de un dolor viejo, era doloroso pensar en lo que mi yo pequeña había pasado por su niñez, pero lo que ahora a esta edad me dolía era saber que nunca podria sanar esa parte de mi, una parte tan rota y desolada.

En un momento sentí unos grandes brazos voltearme con brusquedad, pero el impacto de un abrazo tan fuerte como si quisieran protegerme fue lo que me hizo recordar aquella sensación de ese día.

¿Cuando llegó?

Tan sumida estaba en mis recuerdos que no lo percibí...

Mi rostro estaba pegado al pecho de una camiseta blanca, el intenso olor de Daemon me impregno las fosas nasales, sus brazos me apretaban contra el en un intento de darme consuelo o dárselo a él...

Al subir un poco mi mirada pude observar aquellos cabellos oscuros caer con suavidad por su rostro, pero aquella mirada verdosa fue la que me hizo ver lo tan afligido que se sentía, podía mirar su expresión de impotencia , su enojo creciente pero su dolor en aquella mirada me daba ganas de decirle que no debía preocuparse.

Ninguno sabía que decir pero aquel abrazo decía todo, mis manos abrazaron su cintura y deje que mi cuerpo fuera protegido por el suyo en aquel abrazo, podía sentir su mandíbula en mi cabeza y su corazón latiendo freneticamente.

Era la primera vez que me dejaba abrazar por alguien que no fuera mi madre o mi padre, pero el sentimiento de ser abrazada por Daemon era diferente, me hacia sentir pequeña de nuevo, me hacia sentir que nada malo me pasaría si estaba con el protegiendo mi espalda, me hacia sentir como si nadie fuera capaz de volverme a poner una mano encima y solo porque el me defendería antes de que lo insinuaran.

Me hacia sentir... Acompañada.

Era un sentimiento extraño para mi, pero lo disfrutaba.

Perdoname...- Sus palabras llegaron a mi alma dándole un golpe de dulzura pero también de tristeza, parecía que me pedía disculpas por algo a lo que el no tenía la culpa pero también un deje de culpabilidad.

Su abrazo se hizo un poco más intenso pero sus manos pasaban por mi espalda en una caricia, eran suaves, tranquilas y dulces como cuando tocas una pieza de un cristal ligero temiendo qué se rompa.

¿Giu estas triste?.- Las manitas de Kalet tomaron mi pantalón haciendo que despegara mi rostro del pecho de Daemon.

No cariño, solo estaba recordando cosas.- Digo mirandolo mientras este abraza mi pierna.

¡Yo te protegeré Giu!.- Dijo en un grito Miloun a un lado de Daemon, había sido tierno al decirme aquello.

¡Yo tambien!.- Grito con emoción Kalet siguiéndole el juego a su hermano por lo que me inque sobre mis tobillos.

Muchas gracias mis pequeños protectores.- Dije revolviendoles el cabello pero el abrazo de ambos hacia mi me impacto, los cachorros siempre eran tan dulces pero estos dos en especial se han ganado mi corazón.

Atada en un destino de espinas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora