Capitulo Cuarenta Y Nueve.

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Giuseppe Mildford.

Podía ver con claridad aquella pequeña sonrisa juguetona en su rostro, pero el desdén y asco en su mirada al decir aquellas palabras refiriéndose como príncipe no podia ignorarlo.

Es un acto de mucha valentía o estupidez el presentarse ante mi sabiendo que lo estoy cazando.- Digo apartando mi mano de aquel toque frío de su tacto.

Señorita porfavor no me confunda, yo no soy el vampiro que usted está buscando.- Su voz era delicada pero daba la impresión de tener el poder de manipular con solo dirigirte la palabra, era una sensación extraña.

Si no es usted a quien yo busco ¿Quien lo es?.- Mi pregunta lo hizo sonreir, algo muy confuso para mi, parecía incluso contento.

Usted busca a mi padre y yo estaría encantado de entregárselo.- Sus palabras fueron un golpe directo a mi lado coherente ¿Entregarme a su padre?.

Nadie en su sano juicio sería capaz de vender a su padre a un destino desolado.- El tono de mi voz no pasaba de la frialdad, era un tono desconfiado y cortante, algo que a él parecía agradarle la cuestión es ¿porque?.

No me gustaría dar detalles frente a una dama tan bella como usted, pero si así lo desea solo le diré que ese hombre es solo un impedimento para mi al igual que su otro hijo.- Podía notar el rencor en el fondo de cada una de sus palabras, aunque para alguien normal pareciera que te habla tan suave como una caricia, para mi era lo contrario.

No me gusta darle vueltas a las cosas, dígame donde se esconde esa rata escurridiza.- Dije mirando como daba un paso hacia atrás, dándome mi claro espacio personal pero también note como sacaba algo de su bolsillo.

No me lo tome a mal pero si digo su paradero exacto me acusaran de traición y a un traidor el pueblo no lo seguirá.- Así que eso era, quiere convertirse en Rey.- Pero si usted encuentra una pista que de con aquel lugar ya no sería mi culpa.

Claro que entendía sus intenciones, eran demasiado transparentes como para que cualquier persona con bajo entendimiento entendiera sin darle vueltas a sus palabras.

¿Qué es lo que ganaria si ayudo a algo tan descabellado?.- Mi pregunta salió de mis labios con seriedad, nada me garantizaba que fuera honesto con la ubicación o sus intenciones después.

Entiendo su desconfianza, solo diré que si yo llegara a ser Rey haríamos un pacto de paz entre razas y claro estaría encantado de brindarle la ayuda que desee en algún momento.- Si lo pienso es una buena propuesta, terminaría ganando el doble con esto pero no me inspiraba la confianza necesaria como para aceptar y ya.- No tengo más tiempo señorita, pero le daré esto como un regalo entre futuros aliados.

Un anillo me fue puesto sobre la palma, el roce de sus dedos era helado y su mano era pálida a la cual le resaltaban algunas venas, pero lo que me sorprendió fue ver el anillo, era de oro puro con muchos toques refinados, pero el rubí en el centro era el que acaparaba la atención, tenía un brillo singular.

Lo último que vi de aquel vampiro fue su mirada gatuna frente mio, después de eso solo fue la ráfaga de viento que provocó al irse, al igual que el me retire del lugar con rapidez, no quería que nadie se diera cuenta de mi ausencia por mucho tiempo.

En el trayecto hacia la mansión me di la tarea de organizar mis ideas, aunque el cielo anocheciendo ya me estaba cubriendo en mis pasos por el bosque.

Había sido un encuentro extraño, pero podía sacarle provecho si lo uso a mi favor, debía pensar muy bien el como empezar a mover mis piezas, tenía que ser meticulosa apartir de ahora.

Atada en un destino de espinas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora