CAPÍTULO 1 - ESCUELA NEMETON - 500 AÑOS DE ENSEÑANZA

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Siglo XXI. La escuela de seres sobrenaturales Nemeton abría sus puertas por quinto siglo consecutivo. Aunque los tiempos habían cambiado y las confrontaciones tanto con los humanos como entre las especies sobrenaturales se habían apaciguado, aún existía una cierta tensión en el aire. Sin embargo, dentro de los muros de Nemeton, todo era distinto. Protegida por un poderoso círculo mágico y rodeada de un frondoso bosque, la escuela se mantenía como un refugio seguro, lejos de las influencias del mundo exterior, donde los estudiantes podían aprender sobre las costumbres y tradiciones de sus compañeros.

Este curso escolar era uno de los más esperados en toda su historia: Nemeton celebraba su 500 aniversario. Era un acontecimiento histórico. Pocos habrían imaginado que la escuela sobreviviría durante tanto tiempo, después de haber enfrentado múltiples amenazas, desde boicots hasta guerras devastadoras. Que siguiera de pie, invicta y próspera, era un testimonio de la fortaleza de su fundadora y directora, la Banshee Althea.

Desde su despacho, Althea observaba cómo los estudiantes iban llegando al gran salón. Los más jóvenes eran recibidos con una mezcla de vítores y abucheos por parte de los alumnos más veteranos, un vestigio de las rivalidades entre especies que, aunque suavizadas, seguían latentes en algunos. Aunque Althea había trabajado incansablemente por fomentar el respeto y la comprensión mutua, sabía que ciertos prejuicios eran difíciles de erradicar. Sin embargo, esto no la desanimaba. Llevaba cinco siglos liderando la escuela y estaba más decidida que nunca a seguir adelante con su misión.

Cuando llegó la hora de su discurso, Althea se dirigió al gran salón, donde los estudiantes ya esperaban ansiosos. Muchos de ellos habían oído historias sobre ella, algunas distorsionadas, otras más cercanas a la realidad. Se decía que Althea había vivido durante siglos, que sus gritos podían destruir montañas, que su mirada atravesaba el alma. A pesar de los rumores, la directora siempre los recibía con una sonrisa, disfrutando del misterio que rodeaba su figura.

Al llegar al atril, los murmullos comenzaron a crecer, pero bastó un simple gesto de Althea, aclarando su garganta, para que el salón se sumiera en un silencio absoluto. Los estudiantes, expectantes, aguardaban sus palabras.

Althea los observó con serenidad, su mirada profunda recorriendo cada rincón del salón antes de hablar.


— Bienvenidos, nuevos y antiguos estudiantes de Nemeton —comenzó, con la voz resonando con autoridad y calidez a la vez—. Hoy celebramos un hito que pocos en este mundo pueden reclamar: quinientos años de historia, de lucha, de aprendizaje y de convivencia. Lo que hace cinco siglos parecía una locura, hoy es una realidad. Nemeton ha perdurado, y lo ha hecho gracias a la fortaleza y la voluntad de aquellos que han creído en su misión.



Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran entre los estudiantes.



— Pero no debemos olvidar por qué estamos aquí. Esta escuela no es solo un lugar de estudio. Es un refugio. Un espacio donde seres de todo tipo pueden conocerse, aprender unos de otros y superar las diferencias que una vez nos dividieron. Sin embargo, siempre hay quienes intentarán romper esa armonía. Aquí, dentro de estos muros, prevalecen nuestras normas. Y como cada año, debo recordarles una en particular: está prohibido procrear con miembros de otra especie. Los híbridos no tienen cabida en este mundo. Es una norma antigua, una que se ha mantenido durante siglos, y seguirá siendo inquebrantable mientras yo esté al frente de esta escuela.



El silencio se hizo más profundo tras su declaración. Althea sabía que esas palabras siempre generaban cierta incomodidad, pero también eran necesarias. Había visto lo que ocurría cuando las reglas no se respetaban, y no estaba dispuesta a permitir que su visión de Nemeton se desmoronara.



— Dicho esto —continuó con una sonrisa—, espero que este sea un año de descubrimientos, de aprendizajes, y sobre todo, de respeto mutuo. La verdadera fuerza de Nemeton no reside en su magia ni en sus muros, sino en todos vosotros. Vosotros sois el futuro de esta escuela y, tal vez, del mundo.



Althea terminó su discurso entre aplausos, aunque también percibió algunas miradas de desprecio entre los presentes. Con su parte completada, cedió el atril a los profesores, quienes debían hacer sus respectivas presentaciones. En total, había treinta docentes, cada uno especializado en diversas disciplinas, y divididos en tres subgrupos: los seres terrenales, los acuáticos y los aéreos. Aunque las clases estaban organizadas por especies, los estudiantes podían elegir entre dos modalidades: una orientada a aprender las costumbres de cada grupo, y otra enfocada en el desarrollo de las habilidades innatas de su especie.

El discurso de los profesores se alargaba, y el entusiasmo inicial en el salón comenzó a desvanecerse. Algunos estudiantes, incapaces de mantener la atención, se quedaron dormidos en sus asientos, mientras otros susurraban entre ellos, aburridos por la monotonía de las presentaciones.



— Ey, hola —dijo un chico con una sonrisa amable, inclinándose hacia su compañera de asiento—. Soy Hobi. Encantado.

— Oh, hola —respondió la otra, una joven de aspecto misterioso y sereno—. Yo soy Taethiel.



Los dos intercambiaron miradas curiosas, en medio del murmullo que crecía lentamente en la sala. ¿Quiénes eran estos chicos? Algo en ellos, quizás una chispa en sus ojos, sugería que no serían estudiantes comunes. Quizás, en medio de esta antigua escuela, los caminos de Hobi y Taethiel estaban destinados a cruzarse para algo más grande de lo que cualquiera podría imaginar.



ESCUELA NEMETONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora