CAPÍTULO 18 - Una extraña visita

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Acababan de dar las ocho de la mañana. El sol apenas iluminaba las torres de Nemeton, cuando los estudiantes y profesores comenzaban su rutina diaria. Aunque las clases aún no comenzaban, los pasillos ya estaban llenos de murmullos y pisadas apresuradas. Entre ellos, Yunklian, quien caminaba con un propósito claro. Desde hacía unos días, algo lo perturbaba profundamente, algo que no podía apartar de su mente: las lágrimas moradas de Minshi. Sin darse cuenta, el chico sirena había capturado su atención de una forma que Yunklian aún no lograba comprender por completo.

A Yunklian nunca le había interesado demasiado lo que ocurría a su alrededor, pero la fragilidad y el misterio que rodeaba a Minshi habían despertado en él una curiosidad que no sentía desde hacía mucho. Además, los recados que Althea le había asignado, de repente parecían tener una importancia mayor. Tenía el presentimiento de que, si los investigaba con seriedad, podría desenterrar secretos que lo cambiarían todo.

Al llegar a la escuela, Yunklian decidió no perder más tiempo y se dirigió directamente al despacho de Althea.


—‘Toc-toc’. ¿Se puede? —preguntó Yunklian, con un tono más formal de lo habitual.

—Adelante —respondió Althea, levantando la vista de su café matutino—. Qué raro que hayas tocado y no hayas entrado sin permiso —le reprochó, arqueando una ceja.

—Como siempre te estás quejando... —Yunklian se encogió de hombros—. Hoy estaré ocupado, investigaré a los padres de Junghaleon, como me lo pediste.


Althea entrecerró los ojos, examinándolo con una mirada afilada. Le resultaba difícil confiar plenamente en el compromiso del vampiro, especialmente después de que en los últimos días se había retrasado en cumplir con sus obligaciones. No obstante, el tono serio de su voz la hizo reconsiderar.


—Finalmente te tomas en serio tu trabajo. —dijo, aunque su expresión se endureció al añadir—. Pero ¿justo hoy? Sabes qué día es, ¿verdad?

—No... ¿Por qué? ¿Qué pasa hoy? —preguntó frunciendo el ceño, confuso.
—Luna llena —respondió Althea, con una nota de advertencia en la voz—. Esta noche tienes que estar aquí para vigilar la clase de los hombres lobo. Ya sabes cómo se ponen.

—No creo que me lleve mucho tiempo. Supongo que regresaré a tiempo. —contestó pensativo.

—Más te vale —respondió la banshee, dejando el asunto por zanjado—. Si eso es todo, tengo mucho que hacer.


Yunklian asintió y se marchó tan rápido como había llegado.

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Jinx acababa de recoger a Minshi de su habitación, y juntos se dirigieron al comedor. Mientras caminaban, Jinx notó cómo su amigo evitaba mirarlo directamente, sus ojos siempre desviándose hacia el suelo o hacia cualquier otro lado. La actitud retraída de Minshi no pasó desapercibida, y Jinx comenzó a sospechar que algo había ocurrido nuevamente entre él y Yunklian. Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos de golpe al ver a la bibliotecaria empujando un carrito lleno de pesados libros mientras conversaba con quien parecía ser el profesor de los vampiros. De inmediato, Jinx se detuvo bruscamente y sin pensarlo dos veces, se escondió detrás de una columna, arrastrando a Minshi quién quedó completamente desconcertado por su repentina reacción.


—¿Has visto? —murmuró Jinx, asomándose con cautela desde la columna.

—¿Qué pasa? —preguntó Minshi, con la voz apenas audible, siguiendo su mirada.

— ¿Esos no son los libros antiguos de la escuela? La bibliotecaria va hacia el ala derecha con ellos —dijo Jinx, observando como retomaba el camino—. Sigamosla.

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