Tras la presentación del nuevo año escolar, un grupo de amigos, veteranos en la escuela, decidió saltarse la presentación de sus tutores en sus respectivas clases. Ya conocían de sobra cómo funcionaban las materias y modalidades, y con la confianza de la experiencia, optaron por algo más emocionante. En lugar de seguir al resto de los estudiantes, se escabulleron hacia los frondosos bosques de Nemeton, un lugar conocido por su belleza mística y sus misterios ocultos. A pesar de las advertencias que habían recibido sobre los peligros que acechaban entre los árboles, la curiosidad y el deseo de aventura los impulsaron a entrar.
El aire dentro del bosque era distinto, más denso, como si estuviera cargado de secretos antiguos. Los árboles, altos y enmarañados, apenas dejaban pasar la luz del sol, creando un juego de sombras que danzaban entre las hojas. Caminaban entre risas y bromas, buscando un claro donde pudieran sentarse a almorzar, sin prestar demasiada atención a las señales de advertencia que habían pasado al entrar.
—¿Qué hay de peligroso aquí? —dijo uno de los chicos, con un tono despreocupado mientras abría su mochila para sacar un bocadillo—. Solo son árboles y bichos, ¿no?
—No te confíes —respondió otro, con una media sonrisa—. ¿Recuerdas lo que contaron sobre las bestias que vagan por este bosque al caer la noche?
—Sí, claro… —dijo el primero—, historias para asustar a los novatos.
Todo parecía estar en calma cuando, de repente, algo pasó cerca de ellos, moviéndose a la velocidad de la luz. Fue un borrón, una sombra que cruzó entre los árboles, dejando a su paso un susurro inquietante.
—¡¡Qué cojones!! ¿Qué ha sido eso? —exclamó uno de los chicos, alarmado, dando un salto hacia atrás.
Los demás miraron a su alrededor, con los ojos muy abiertos, intentando procesar lo que acababa de suceder.
—Tíos, llamadme loco, pero… parecía un hombre lobo —dijo uno de los amigos, con la respiración agitada.
—¿Cómo? —otro de ellos lo miró incrédulo—. ¿De verdad lo viste?
—Sí... —respondió, tragando saliva mientras intentaba recordar lo que sus ojos apenas habían captado—. Fue rápido, pero estoy seguro de que tenía la forma de un licántropo, con esas garras y ese pelo...
—Joder… —dijo otro, recobrando el aliento—. Yo también lo vi, pero eso no tenía pinta de hombre lobo… más bien parecía algo peor.
El silencio cayó sobre el grupo, mientras el bosque, que antes les había parecido acogedor, se volvía sofocante y oscuro.
—Joder, chicos, será mejor que volvamos. Esto empieza a darme un mal rollo de la hostia —dijo uno, con la voz temblando ligeramente.
—Sí, mejor vámonos, no quiero oír los gritos de Althea si nos pasa algo jaja —dijo otro, intentando quitarle tensión a la situación, pero su risa salió nerviosa.
Con el corazón latiéndoles en el pecho, los amigos comenzaron a regresar por el sendero por el que habían llegado, pero todos sabían que no habían sido los mismos que entraron. Algo, o alguien, los había observado, y ese pensamiento no los abandonaría fácilmente.
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Horas antes de la apertura y presentación del curso, a unas cuantas millas de Nemeton, un tren avanzaba entre vastos campos verdes. En uno de los vagones, un chico de constitución fuerte, con el pelo castaño bien peinado y unos penetrantes ojos amarillos, miraba por la ventana, despidiéndose de sus padres con una mezcla de resignación y alivio. Era la primera vez que se adentraba en una aventura lejos de casa, de su familia, y aunque la idea de explorar lo desconocido le atraía, había algo en su mirada que denotaba cierto resentimiento.
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ESCUELA NEMETON
FantasiaLa escuela Nemeton, erigida en el siglo XVI por la enigmática Banshee Althea, es hoy una de las instituciones más veneradas por seres sobrenaturales de todo el mundo. Su prestigio atrae a miles de jóvenes que ansían formar parte de su historia, pero...