CAPÍTULO 5 - Jinx y la clase de las sirenas/ El misterioso Yunklian

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Jinx se había despedido de Taethiel y caminaba con paso firme hacia la clase de las sirenas. Llevaba ya varios años en la escuela Nemeton, un lugar donde convivían seres sobrenaturales de todo tipo, y a estas alturas se había convertido en toda una experta en las criaturas que la habitaban. Sus conocimientos sobre las diferentes especies eran tan vastos que las hadas de su clase solían pedirle consejo sobre qué modalidad escoger. Muchas querían acercarse a ella no solo por su sabiduría, sino porque Jinx era un hada deslumbrante, con imponentes alas de mariposa que siempre llamaban la atención. No obstante, la admiración que despertaba en algunas también generaba envidia en otras.

"Flora armó un escándalo tremendo frente a Taethiel... Debió de llevarse una mala impresión", pensaba Jinx, recordando el incómodo episodio de aquella mañana. Sin embargo, una pequeña sonrisa asomó en sus labios al pensar en lo mucho que Taethiel parecía interesada en la modalidad de las hadas. "Seguro que será una alumna excelente", reflexionó mientras seguía su camino.

A pesar de todo su conocimiento sobre las criaturas de la escuela, a Jinx nunca le habían permitido inscribirse en la clase de sirenas. Las hadas de su entorno insistían en que el canto de las sirenas era peligroso, que podría llevarla a una muerte segura. Pero Jinx no les creía. Había pasado muchas veces cerca de los salones donde practicaban las sirenas, y su canto le parecía, más que peligroso, hermoso y fascinante. Este año, cansada de las advertencias y los rumores, decidió inscribirse en la modalidad de sirenas en secreto, fingiendo que asistía a otra clase. Solo confió su decisión a Taethiel, una chica que apenas conocía, pero cuyos ojos le transmitieron una sensación inmediata de confianza. "¿Por qué seguí escuchando esas tonterías durante tanto tiempo?", se preguntó Jinx al llegar finalmente al aula.


—Hola, soy Jinx. Vengo para la modalidad —dijo con voz clara, presentándose ante el profesor.

—Bienvenida, Jinx. Toma asiento donde quieras —respondió este con una sonrisa.


Jinx echó un vistazo a la sala antes de escoger su lugar. Se sentó junto a un chico sirena que estaba absorto mirando por la ventana, con los brazos cruzados y un gesto de profunda seriedad en su rostro. "¿Estará bien?", se preguntó Jinx, intrigada por la actitud distante del chico.


—Hola, soy Jinx, vengo de la clase de las hadas. Encantada de conocerte —le dijo amablemente.


El chico giró la cabeza, la miró un instante y asintió sin decir una palabra, volviendo a clavar su mirada en el horizonte. "Qué extraño... Aunque no parece ser antipático. Algo le preocupa", pensó Jinx mientras lo observaba con disimulo. Siempre había tenido una sensibilidad especial para detectar cuando alguien atravesaba un mal momento, pero esta vez no sintió esa punzada en el corazón que solía alertarla del sufrimiento ajeno. "Por ahora no hay nada grave", pensó, aliviada.

Lo que más le llamó la atención de él fueron sus ojos. Eran de un color púrpura intenso, algo poco común entre las sirenas, cuyas miradas solían ser de tonos azul verdoso o gris. "Qué interesante... Me pregunto si habrá algo especial en él", pensó Jinx, sin poder apartar la vista.


—Chicos y chicas, hoy pasaremos el test de conocimientos sobre sirenas. Tendréis toda la clase para completarlo —anunció el profesor, repartiendo los papeles.


Jinx notó que el chico junto a ella fruncía el ceño al recibir su test. Al principio, había supuesto que, siendo un sireno, las respuestas le resultarían pan comido, pero pronto se dio cuenta de que no era así. Mientras avanzaba en las preguntas, también descubrió que ella misma no sabía casi nada. “Esto es más difícil de lo que pensé”, murmuró para sí, riéndose en silencio mientras intentaba adivinar. Miró de reojo al chico y se sorprendió al ver que apenas había escrito algo, mientras su expresión de frustración se hacía más evidente. "¿Cómo es posible que no sepa nada? Si es un sireno, debería conocerlo todo", pensó, confusa.

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