Capítulo 2: Rumbo a la Primera Ciudad

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El sol brillaba en lo alto mientras Anna y Archyx caminaban por el sendero que conducía a la salida de Pueblo Hoja. La emoción estaba en el aire, como un ligero zumbido que acompañaba cada paso que daban. Sus nuevos compañeros Pokémon, Froakie y Chikorita, saltaban y jugueteaban a su lado, llenando el ambiente de energía contagiosa.

“¡Mira eso!” gritó Archyx, señalando hacia un claro en el bosque. “He leído que a menudo hay Pokémon salvajes allí. ¿Te imaginas poder capturar uno?”

“¡Sí, sería increíble!” respondió Anna, sus ojos brillando con entusiasmo. “Tal vez podamos encontrar algo único. Vamos, Chikorita, ¡es hora de tu primera aventura!”

Chikorita, con su cuerpo verde vibrante y su característico diseño de hoja en la cabeza, se movió con gracia al lado de Anna, lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara.

A medida que se adentraban en el bosque, la vegetación se volvía más densa, y los sonidos de la naturaleza llenaban el aire: el canto de los Pidgey que volaban entre los árboles, el susurro de las hojas movidas por el viento y, de vez en cuando, un suave ruido que indicaba la presencia de un Pokémon cerca.

“¿Cómo sabemos si hay Pokémon cerca?” preguntó Anna, mirando a su alrededor con curiosidad.

Archyx sonrió, sacando su Pokédex, un dispositivo que podía identificar Pokémon. “Podemos usar esto. Si hay algún Pokémon cerca, debería registrarse.”

Justo en ese momento, el dispositivo emitió un pitido. “¡Froakie, está atento!” exclamó Archyx, mirando hacia adelante. “Parece que hay un Pokémon cerca.”

Aceleraron el paso, ansiosos por descubrir qué estaba al acecho. De repente, un pequeño Rattata apareció entre los arbustos, sus ojos brillando con curiosidad al ver a los entrenadores y a los Pokémon.

“¡Es un Rattata!” gritó Anna emocionada. “¡Vamos, Chikorita! ¡Es nuestra oportunidad!”

Chikorita salió corriendo hacia el Rattata, sus ojos concentrados y decididos. “¡Chikorita, usa Hoja Afilada!” ordenó Anna.

Chikorita, moviendo su hoja con gracia, lanzó una ráfaga de energía verde hacia el Rattata, quien esquivó ágilmente. El Rattata se preparó para contraatacar, lanzándose hacia Chikorita con una Velocidad.

“¡Esquiva, Chikorita!” gritó Anna, pero el Rattata logró golpear a Chikorita con un ataque rápido. La planta Pokémon retrocedió, pero rápidamente se recuperó, mirando a su oponente con determinación.

“¡Es tu turno, Froakie!” dijo Archyx. “Usa Burbuja para cubrirlo.”

Froakie saltó hacia adelante, abriendo su boca y lanzando una serie de burbujas que flotaron hacia Rattata. Las burbujas estallaron al impactar, causando que el Rattata tambaleara hacia atrás.

“¡Ahora, Anna! ¡Tira la Pokébola!” instó Archyx.

Con el corazón latiendo con fuerza, Anna lanzó su Pokébola hacia el Rattata. La esfera golpeó al Pokémon, atrapándolo en un destello brillante antes de caer al suelo. La Pokébola se movió de un lado a otro, y tras unos momentos que parecieron eternos, se detuvo con un clic.

“¡Lo capturamos!” gritó Anna, levantando la Pokébola con alegría. “¡Rattata, eres parte de nuestro equipo ahora!”

“¡Increíble!” exclamó Archyx, sonriendo. “Eres un gran entrenador, Anna. Con un poco más de práctica, serás formidable.”

“Gracias, Archyx,” respondió ella, sintiendo que sus esfuerzos estaban dando frutos. “¿Deberíamos seguir buscando más Pokémon?”

“Definitivamente,” dijo Archyx, guardando su Pokédex. “Cuantos más tengamos, mejor preparados estaremos para nuestra primera batalla en la ciudad.”

Continuaron su camino a través del bosque, encontrando y capturando varios Pokémon en su travesía. Una pequeña Pidgey fue capturada por Archyx, quien la recibió con entusiasmo y le dio un nombre: “Pidgey, ¡te llamaré Viento!”

Más adelante, encontraron un Caterpie que Anna atrapó con destreza. “¡Te llamaré Brinco!” dijo con una sonrisa mientras el pequeño Pokémon se acomodaba en su hombro.

Con cada Pokémon capturado, la conexión entre Anna, Archyx, y sus compañeros se fortalecía. La emoción de la aventura llenaba sus corazones, y con cada paso que daban, se acercaban más a su destino.

Finalmente, después de explorar el bosque, los dos amigos se encontraron en una pequeña colina con vista a la primera ciudad que querían visitar: Ciudad Verde. El bullicio de la ciudad se escuchaba en la distancia, y el cielo estaba despejado, prometiendo un día espléndido.

“¡Mira eso! ¡Es Ciudad Verde!” exclamó Archyx, señalando hacia el horizonte. “Estoy seguro de que encontraremos muchos desafíos y oportunidades allí.”

“Sí, y también podemos buscar a ese famoso entrenador del que tanto hemos oído hablar,” agregó Anna, sintiendo una oleada de emoción. “¡Quiero aprender de él y mejorar como entrenadora!”

Con determinación en sus corazones, Anna y Archyx comenzaron su descenso hacia la ciudad, listos para enfrentar nuevas aventuras, desafíos y, sobre todo, fortalecer su vínculo con sus Pokémon. La historia de su viaje apenas comenzaba, y con cada paso, su leyenda estaba destinada a escribirse.

Pokémon: El legado del eclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora