Después de varios días en Ciudad Carmesí, Latios empezaba a mostrar signos visibles de mejoría. Aunque aún estaba lejos de su pleno potencial, el Pokémon legendario ya podía flotar más alto y mantenerse despierto durante más tiempo. Anna y Archyx se sentían más optimistas, pero al mismo tiempo, sabían que la recuperación de Latios requería más cuidados, y cuidar de un Pokémon en esas condiciones no era barato. Habían gastado buena parte de su dinero en medicinas y suplementos especiales, y sus ahorros comenzaban a agotarse.
Una mañana, mientras desayunaban en el pequeño comedor del departamento, Archyx miraba la ventana pensativo. La ciudad bulliciosa seguía su curso, y aunque él disfrutaba de la tranquilidad de esos días, sabía que pronto necesitarían hacer algo para poder mantenerse.
“Anna,” dijo Archyx, rompiendo el silencio. “He estado pensando. Nos estamos quedando sin dinero, y aún necesitamos más medicinas para Latios.”
Anna lo miró, claramente preocupada. “Lo sé… pero no quiero dejar de darle lo que necesita. ¿Tienes alguna idea de cómo podemos conseguir más?”
Archyx sonrió levemente. “En realidad, sí. Escuché que en esta ciudad hay un gimnasio Pokémon algo… peculiar. No es un gimnasio tradicional, de los que otorgan medallas, pero es un lugar donde los entrenadores pueden enfrentarse a varios desafíos por niveles de dificultad. Cuanto más difícil sea la sala que superas, más dinero ganas. Pensaba en ir a probar suerte.”
Anna frunció el ceño, dudando un poco. “¿Y crees que eso funcionará? No quiero que te pongas en peligro solo para ganar algo de dinero.”
“No te preocupes,” respondió Archyx con confianza. “Es un gimnasio controlado, y estoy seguro de que Froakie —bueno, ahora Frogadier— está listo para cualquier desafío. Si gano suficientes batallas, podremos pagar todo lo que necesitamos para Latios, y quizá incluso algo extra para nuestros viajes.”
Anna lo miró fijamente durante unos segundos, considerando su propuesta. Sabía que Archyx era fuerte y que tenía buenas intenciones, pero aún le preocupaba la idea de que asumiera demasiado riesgo por su cuenta.
“Está bien,” dijo finalmente. “Pero prométeme que serás cuidadoso. No quiero que termines lastimado solo por intentar ganar más dinero.”
Archyx asintió, con una sonrisa tranquila. “Te lo prometo. Además, no estaré mucho tiempo fuera. Solo iré, ganaré un par de batallas, y regresaré con lo que necesitamos.”
Anna se acercó a Latios, que flotaba suavemente sobre una cama de almohadas, observando la conversación con su mirada tranquila pero curiosa. “Yo me quedaré aquí cuidando de Latios. Haré todo lo posible para que siga mejorando mientras estás fuera.”
“Gracias, Anna,” dijo Archyx, levantándose y tomando su Poké Ball, donde su confiado Frogadier descansaba listo para la acción. “Volveré pronto.”
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El gimnasio del que había escuchado Archyx se encontraba en una zona más industrial de la ciudad, rodeado por fábricas y almacenes. Al llegar, se sorprendió al ver que el edificio no era como los gimnasios Pokémon tradicionales. Era más bien una estructura moderna y cuadrada, con un gran letrero que decía “Arena de Desafíos Carmesí.”
Dentro, el ambiente era frío y profesional. Las paredes estaban cubiertas de pantallas que mostraban a entrenadores combatiendo en diversas salas. En el centro del gimnasio, una recepcionista con un uniforme negro le explicó el sistema.
“Cada sala tiene un nivel de dificultad diferente,” dijo la mujer, señalando las pantallas. “Puedes elegir la dificultad que prefieras. Los premios varían según el nivel: cuanto más difícil sea la sala, más dinero ganarás. También hay premios adicionales si completas todas las salas sin ser derrotado.”
Archyx observó las pantallas, notando que los entrenadores más avanzados estaban enfrentándose a poderosos Pokémon como Machamp y Garchomp en niveles extremos. Pero él no buscaba un desafío imposible, solo lo suficiente para ganar lo necesario.
“Quiero intentar las salas de nivel medio,” dijo, confiado en las habilidades de su Frogadier. Sabía que su compañero estaba en plena forma, especialmente después de haber pasado semanas entrenando juntos.
“Muy bien,” dijo la recepcionista, entregándole un pase especial. “Buena suerte.”
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La primera sala a la que entró era un campo de batalla rodeado por luces brillantes y una pantalla gigante que mostraba sus estadísticas. Su oponente, un joven entrenador con una gorra de visera, ya estaba esperando en el otro extremo.
“Prepárate,” dijo el joven. “Mi Electabuzz está listo para acabar contigo.”
Archyx sonrió, lanzando la Poké Ball al aire. “Frogadier, ¡adelante!”
El Pokémon anfibio apareció en el campo, ágil y listo para la acción. Electabuzz se adelantó con rapidez, lanzando un Puño Trueno hacia Frogadier. Sin embargo, Archyx ya había anticipado el ataque.
“Frogadier, esquiva y usa Salto Acuático.”
Frogadier desapareció en un salto relampagueante, esquivando el ataque eléctrico con facilidad, y reapareció justo detrás de Electabuzz, propinándole un golpe certero de agua. Electabuzz retrocedió tambaleante, claramente sorprendido por la velocidad de su oponente.
“¡Ahora, Hidro Pulso!” gritó Archyx.
Frogadier lanzó un torrente de agua en espiral hacia Electabuzz, golpeándolo de lleno y dejándolo fuera de combate.
La pantalla del gimnasio anunció su victoria, y Archyx sintió la satisfacción de haber superado el primer desafío. Después de unas pocas batallas más, su confianza creció. Frogadier manejó oponentes de todo tipo: un Graveler, un Feraligatr, y un Scyther, todos derrotados con una mezcla de velocidad y estrategia.
Al final de la serie de desafíos, Archyx había acumulado una suma considerable. La recepcionista le entregó un sobre con el dinero ganado, suficiente para cubrir sus necesidades y más.
“Bien hecho,” dijo la recepcionista. “No todos logran superar tantas salas con tanta facilidad. Puedes regresar cuando quieras por más desafíos.”
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Cuando Archyx regresó al departamento, encontró a Anna sentada junto a Latios, quien flotaba tranquilamente, con un leve brillo en sus ojos. Bulbasaur también estaba a su lado, jugando con una pequeña planta que había crecido en la maceta del balcón.
“¿Cómo te fue?” preguntó Anna, levantándose para recibirlo.
Archyx sonrió, mostrando el sobre con el dinero. “Nos irá bien por un buen tiempo. Frogadier lo hizo increíble.”
“Sabía que lo lograrías,” dijo Anna, aliviada. “Y Latios está mucho mejor hoy. Está empezando a moverse más por su cuenta.”
Archyx se acercó a Latios, acariciando su cabeza. “Eso es genial. Pronto estarás completamente recuperado.”
Con el dinero suficiente y Latios mostrando signos de recuperación, Archyx y Anna sabían que estaban en el camino correcto. Habían superado otro desafío juntos, y aunque aún quedaba mucho por delante, sentían que, con sus Pokémon a su lado, podrían enfrentar cualquier cosa que el mundo les lanzara.
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Pokémon: El legado del eclipse
AventuraPokémon: El Legado del Eclipse sigue a Anna y Archyx, una pareja de entrenadores que, al seguir los pasos de un legendario maestro Pokémon, se ven envueltos en la lucha contra una antigua fuerza oscura conocida como el Eclipse. En su viaje, enfrenta...