Capítulo 4: La Amenaza del Caos

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La tarde había caído en Ciudad Verde, y el cielo comenzaba a llenarse de tonos anaranjados y morados. Anna y Archyx decidieron pasear por el mercado local, disfrutando de la comida callejera y el bullicio de la ciudad. Los vendedores ofrecían sus productos mientras los entrenadores discutían sobre sus recientes batallas, creando un ambiente vibrante y alegre.

“¡Mira esos pasteles de bayas! Debemos probarlos,” sugirió Archyx, señalando un puesto colorido.

“¡Sí! Y también deberíamos buscar más Poké Balls,” respondió Anna, emocionada. “Nunca se sabe cuándo encontraremos un Pokémon nuevo.”

Sin embargo, la alegría del momento fue abruptamente interrumpida por un ruido ensordecedor. Unos aviones de combate sobrevolaron la ciudad, creando un sonido atronador que hizo temblar el suelo. La multitud se detuvo, mirando hacia arriba con miradas de confusión y miedo.

“¿Qué es eso?” preguntó Anna, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

“Parece que vienen del Norte. ¡Algo no está bien!” respondió Archyx, frunciendo el ceño mientras su mirada se dirigía a los aviones.

De repente, una voz de megáfono resonó por toda la ciudad. “¡Atención! ¡Estamos aquí en nombre del Ejército de la Región de Valoria! ¡Todos los entrenadores deben rendirse! ¡Esto no es un ejercicio!”

La confusión se convirtió en pánico. Los ciudadanos comenzaron a correr en diferentes direcciones, buscando refugio. Anna y Archyx intercambiaron miradas preocupadas.

“¿Deberíamos escondernos?” sugirió Anna, su voz temblando ligeramente.

“No, debemos ayudar. Si hay entrenadores atrapados o Pokémon en peligro, no podemos quedarnos de brazos cruzados,” respondió Archyx, su determinación brillando en sus ojos.

Ambos corrieron hacia la plaza central, donde un grupo de soldados vestidos con uniformes oscuros había descendido de los aviones, montando una operación rápida. Los soldados tenían la mirada firme y decidida, y algunos llevaban Poké Balls en sus cinturones, listos para combatir.

“¡Chicos, cuidado!” gritó un entrenador que estaba cerca, intentando reunir a otros entrenadores. “¡Parece que han venido a capturar Pokémon!”

“¡Vamos, Chikorita! ¡Froakie! ¡Estamos en esto juntos!” ordenó Anna, llamando a sus Pokémon para que se unieran a ellos.

“¡A la carga!” gritó Archyx, corriendo hacia el grupo de soldados que ya había comenzado a rodear a otros entrenadores. “¡No dejaremos que hagan esto!”

Una figura del ejército, un hombre robusto con una mirada fría y calculadora, avanzó hacia ellos. “¡No se interpongan en nuestros planes! ¡Todo Pokémon que encuentren aquí es ahora propiedad del Ejército de Valoria!”

“¡Nunca dejaremos que eso suceda!” exclamó Anna, su voz resonando con valentía.

“¡Chikorita, usa Látigo Cepa!” Anna ordenó. Chikorita extendió sus lianas, atacando a uno de los soldados, que logró esquivar el ataque, pero el movimiento distrajo a otros.

“¡Froakie, usa Burbuja! ¡No permitiré que capturen a nuestros amigos!” gritó Archyx, lanzando un ataque que impactó a un soldado desprevenido.

Los otros entrenadores se unieron a la lucha, creando un caos en la plaza. Pokémon de diferentes regiones luchaban junto a sus entrenadores contra el ejército invasor.

Lyra apareció en el borde de la plaza, armada con su pincel y rodeada de sus Pokémon. “¡Esto es una locura! ¡No podemos permitir que se lleven a nuestros Pokémon!”

“¡Lyra! ¡Necesitamos unir fuerzas!” gritó Anna, mientras esquivaba un ataque de un soldado que intentaba capturar a su Chikorita.

“¡De acuerdo! ¡Mis Pokémon y yo estamos contigo!” respondió Lyra, levantando su pincel en alto.

Los entrenadores se reagruparon, formando un círculo defensivo. Anna y Archyx se movieron con agilidad, luchando junto a sus amigos mientras trataban de proteger a los demás entrenadores.

“¡Surskit, usa Hidrobomba! ¡Distráelos mientras los demás luchan!” ordenó Lyra.

Los ataques se sucedían, y el ambiente se tornaba más caótico. El sonido de Poké Balls abriéndose y Pokémon saliendo de ellas resonaba por doquier. Pikachu, Charmander y otros Pokémon se unieron a la batalla, luchando contra los soldados.

“¡Necesitamos un plan!” gritó Archyx, viendo que la situación se intensificaba. “Si seguimos así, no podremos proteger a todos.”

“Debemos encontrar un lugar seguro donde reunir a todos,” sugirió Anna. “Si podemos mantener a los entrenadores a salvo, podremos hacer frente a estos soldados.”

“¡La biblioteca! Es un edificio grande y seguro, y podemos atrincherarnos allí!” propuso Archyx, señalando hacia el gran edificio al otro lado de la plaza.

“¡Vamos!” exclamó Anna, guiando a Chikorita hacia el edificio. “¡Chicos, hacia la biblioteca!”

Con determinación, los entrenadores comenzaron a retroceder, luchando y creando un camino hacia la biblioteca. Froakie y Chikorita continuaron atacando a los soldados, creando distracciones mientras el grupo se movía en dirección al refugio.

“¡No dejaré que se escapen!” rugió el líder militar, persiguiéndolos con furia. “¡Atrápenlos a todos!”

Mientras corrían hacia la biblioteca, Anna sintió que su corazón latía con fuerza. Sabía que este era solo el comienzo de una gran batalla, y que tendrían que luchar con todas sus fuerzas para proteger su hogar y a sus Pokémon.

Al llegar a la entrada de la biblioteca, el grupo se apresuró a entrar, cerrando la puerta detrás de ellos. La sala estaba oscura y llena de estanterías, pero era su único refugio.

“Estamos a salvo por ahora,” respiró Anna, apoyándose contra una estantería. “Pero tenemos que pensar en nuestro próximo movimiento.”

“¡No podemos dejar que se salgan con la suya!” gritó Lyra, su mirada ardiente. “Debemos defender nuestra ciudad y nuestros Pokémon.”

Archyx asintió, viendo la determinación en los ojos de sus amigos. “Si trabajamos juntos, podemos detenerlos.”

Pokémon: El legado del eclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora