Capítulo 3 [Soy como tú]

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-Narrando Stephanie-

Lo miré esperando a que hablara, una cosa es que por la universidad me acosara a preguntas pero presentarse en mi casa era demasiado.

-Lo tuyo no tiene límites. ¿Qué pasa? ¿Tú tienes secretos?.

Ví que se puso nervioso y tardó en contestar, estuve apunto de darme la vuelta y seguir mi camino. No quería ser mal educada pero Brandon comenzaba a incomodarme a pesar de que me parecía bastante atractivo.

-Tienes razón, lo siento... -se notaba arrepentido-.

-Tengo prisa Brandon, nos vemos mañana.

Me dí la vuelta y seguí mi camino.

Llegué a la biblioteca y por suerte no había mucha gente puesto que estabamos a comienzos de curso. Empecé a leer el libro y al cabo de unas horas noté una mirada sobre mí, aparte la mirada del libro y lo miré. Era Austin mi compañero de clase, me estaba mirando sonriendo. No me había dado cuenta de la preciosa sonrisa que tenía y que esos rizos resaltaban más sus ojos.

-¿Te vas a aparecer así siempre? -reí-.

-No quería asustarte, ¿Puedo sentarme?.

-Sí claro.

Me agradaba mucho su compañía y eso que apenas habíamos hablado.

-¿Qué haces tan tarde aquí?

-Es obvio ¿no? -levanté el libro-.

-Hicé una pregunta un poco estúpida -se rió mirandome-.

Notaba que se me quedó mirando a los ojos y me sentí incómoda, desvié la mirada al libro porque su mirada me penetraba hasta el punto de ponerme nerviosa. Miré la hora y era de madrugada, tendría que volver ya a casa.

-Será mejor que me vaya... -susurré, realmente no quería irme-.

Me levanté pero cuando quise coger mis cosas se me cayeron todas al suelo. Maldita torpe, estaba quedando mal.

-Tranquila te ayudo -comenzó a ayudarme y ví que estaba apunto de rozarme la mano-.

La quité corriendo y sentí que me estaba mirando extrañado.

-Buenas noches Stephanie -me dedicó la mejor de sus sonrisas-.

-Buenas noches Austin y gracias -sonreí señalando las cosas que me había recogido del suelo-.

-Narrando Anne (la primera chica que se presentó a Stephanie)-

Horas, horas y horas. Sentía que llevaba allí una semana atrapada quien me manda hacerle caso a Deborah la hermana de mi mejor amiga, Brittany.

¿Qué que me ha pasado? Iba para mi clase cuando me encontré a Deborah un poco misteriosa diciendome que en la azotea me esperaba alguien muy importante. Tonta de mí que me lo creí y subí. Ahora estoy atrapada con la persona que peor me cae de la universidad, ese chico rubio de preciosos ojos azules pero un engreído... Si, Derek. Llevabamos horas aquí arriba y empezaba a hacer frío.

Me senté en el único banco que había aquí arriba intentando darme calor.

-Ponte mi chaqueta -ví que se la quitó y me la tendió-.

-No aceptaré nada que sea tuyo.

-No seas tonta Anne, estas helada -cogió la chaqueta echandomela encima-.

-No pienso darte las gracias.

-Tampoco las quería -ví que se sentó a mi lado-.

Conseguí quedarme profundamente dormida y los primeros rayos de sol me despertarón. Ví que estaba acostada encima del pecho de Derek mientras el me abrazaba para poder darnos calor y no morir congelados allí arriba. Me separé de él y ví como se despertaba, así parecía guapo y el sol hacía que sus grandes ojos azules brillasen.

-Gracias por la chaqueta -me la quité mientras se la daba-. Fue de gran ayuda la verdad.

-Al final me distes las gracias -se rie-

Estupido... Fuelo único que susurré hasta que escuché que alguien abría la puerta. Por fin iba a salir de allí y no le vería más la cara a Derek.

Cuando bajé las escaleras me encontré con Brittany, menos mal alguien que si me agradaba.

-Anne, ¿Se puede saber dónde has estado? Te estuve llamando.

-Me quedé encerrada en la azotea por culpa de tu hermanita -dijé de mala gana-.

-¿Qué? Esa mujer no para nunca... ¿Estabas sola?.

-Para mi desgracia acabé allí con Derek, imaginate la tortura. Brittany ire a casa a cambiarme asi que volveré después del almuerzo. -le dí un rápido abrazo y me fuí de allí.

Cuando llegué a casa ví que habían colado una nota por debajo de mi puerta, comencé a leerla y estaba claro que el día podía ir a peor. Por problemas familiares a Derek lo habían echado de su casa y por orden de la universidad se vendría un tiempo a la mía. Esto tenía que ser una broma.

-Narrando Stephanie-

Entré a la universidad tarde... Típico en mí. Me fui hacia mi taquilla y cuando la cerré me asusté porque había una persona mirandome con una sonrisa que, la verdad, podría comerse el mundo y conquistar a la chica que quisiera.

-Hola preciosa, me llamo Cameron -dijo sin quitar la sonrisa-.

-Encantada, soy Stephanie -le devolví la sonrisa-.

Preciosa, es cosa mía o este chico estaba coqueteando conmigo... Nunca fuí buena para los novios y mi intención aquí no era esa. Fuimos juntos a clase ya que le tocaba la misma que a mí. Tocó el timbre y la hora del almuerzo le acompañaba, tenía hambre asi que menos mal que tocó ya.

Decidí ir a fuera para evitar encontrarme con nadie y noté que alguien me seguía.

-¿Por qué haces esto? -me giré y vi quién era-.

-Solo quiero saber que te pasa -me miro y vi en su mirada curiosidad y a la vez preocupación-.

Esta situación me estaba superando, estaba cansada de ese chico y de esquivarle sus preguntas. No lo pensé dos veces y un impulso fue lo que me llevó a decir lo que dije.

-Tu ganas -tiré la bandeja al suelo-. Vas a saber que es lo que me pasa, sígueme.

No estaba pensando las cosas, tampoco quise hacerlo. Solo quería acabar con esto ya y es lo que iba a hacer. Fuimos a las vías del tren que estaban a pocos metros de la universidad, esas vías estaban abandonadas pero aún tenían corriente eléctrica asi que me servían.

Cuando llegamos ví una pequeña luz, miré a Brandon y elevé un poco mis manos haciendo que esa pequeña luz se apagara y encendiera todo el rato hasta hacer explotar la bombilla. Brandon no quitó el ojo en todo lo que hicé pero no se sorprendió.

-Por eso mi sangre salió así ¿Contento?. Más te vale no decir nada.

-No lo hare, puedes confiar en mi.

Asentí, no se porque pero confiaba en él. Decidí irme ya pero Brandon volvió a llamarme.

-Soy como tú.

Ahora si que me dieron ganas de matarlo con mis propias manos (irónico porque podía). ¿Se estaba riendo de mí?.

-No debí haberte contado nada, soy una estúpida...

-No Stephanie, me hago invisible y puedo hacerme de acero.

Mis ojos se iluminaron, no se porque pero lo creí al momento. Analicé en mi cabeza y la verdad es que tenía sentido, desde que lo conozco cada vez que aparece de la nada me asusta y es uno de los más fuertes de la clase de gimnasia. Estaba feliz, había alguien como yo y esa noticia en vez de asustarme o ponerme triste me dio esperanzas.


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