Rachel estaba sentada en la esquina del sofá viejo de la sala, mirando la única fotografía familiar que colgaba en la pared. Era un retrato sencillo, apenas iluminado, de una época en la que todavía se podía ver una chispa de esperanza en el rostro de sus padres. Su madre, Beatriz, una mujer delgada de cabello castaño oscuro, con las manos siempre ásperas por el trabajo y ojos marrones que reflejaban el cansancio, trabajaba como mucama para una familia adinerada, los Smith, desde que Rachel tenía memoria. Su padre, Edward, era jardinero; un hombre robusto, con cabello canoso y mirada severa, con unos ojos grises que hacían semejanza a un cielo nublado, de pocas palabras, pero con un carácter protector que transmitía seguridad a sus hijos. Su hermano mayor, Noa, un joven de complexión media y ojos marrones, con una expresión siempre seria, había dejado de estudiar cuando su promedio cayó en el último año de secundaria; sus padres lo obligaron a trabajar de chofer para la misma familia, asegurándose de que al menos uno de ellos pudiera aspirar a algo más.
Pero Rachel, a diferencia de su hermano, había sido becada para asistir a Dream Academy, el instituto más prestigioso del país. Con tan solo 15 años, medía 1.64, con un cuerpo pequeño pero un poco voluptuoso, rasgos que la hacían verse frágil, aunque su mirada, con sus ojos grises azulados, mostraba una determinación insospechada. Su cabello negro caía sobre sus hombros y resaltaba su expresión soñadora y optimista, esa que su familia siempre había alentado.
No podía olvidar el día en que llegó la carta. Su madre lloró de alegría, y su padre la abrazó como si ese pedazo de papel fuese la llave de su futuro. Tenían la esperanza de que, a través de esa beca, Rachel pudiera construir una vida diferente.
Al día siguiente, mientras empaquetaba sus pocas pertenencias, Beatriz la llamó desde la cocina, donde estaba preparando la cena.
-Rachel, ven aquí un momento.
Rachel se acercó y notó la expresión preocupada en el rostro de su madre, como si le costara trabajo poner en palabras lo que quería decir.
-Mamá, ¿qué ocurre?
-Es solo que... -Beatriz hizo una pausa, limpiándose las manos en el delantal-. Me siento feliz por ti, hija, pero también me preocupa. Dream Academy no es cualquier escuela. La gente allí... son distintos a nosotros.
Rachel asintió, entendiendo el peso de las palabras de su madre. Dream Academy era famosa por los estudiantes de élite que la frecuentaban: hijos de empresarios, políticos y personas con una riqueza inimaginable. Ella sabía que no encajaría en ese mundo, pero su determinación era más fuerte que su miedo.
-Mamá, voy a estar bien. Esto es solo el comienzo. Sé que no será fácil, pero esta es mi oportunidad.
Beatriz sonrió, aunque sus ojos seguían reflejando preocupación.
-Lo sé, Rachel. Solo recuerda quién eres, pase lo que pase. Nosotros estamos aquí, y siempre te apoyaremos.
Rachel asintió y abrazó a su madre, sintiendo la calidez y el amor que siempre había sido su refugio. Esa noche, mientras se preparaba para dormir, pensó en su familia y en lo que significaba dejar todo atrás. No podía fallarles, no después de todo el esfuerzo y sacrificio que ellos habían hecho por ella.
Al día siguiente, el viaje en autobús hacia Dream Academy fue largo y silencioso. Rachel miraba por la ventana mientras las calles grises de su barrio daban paso a avenidas amplias y llenas de jardines perfectamente cuidados. Era un mundo distinto al que conocía, un mundo en el que ella era una intrusa. Recordaba cómo los Smith la habían mirado cuando se enteraron de que iba a ser compañera de su hijo Theo en Dream Academy. Había visto el desdén en los ojos de la señora Smith, una mujer alta y elegante, de cabello oscuro cuidadosamente peinado y una sonrisa tan fría como sus ojos azules, como si la sola idea de que una chica de su posición se codeara con su hijo fuera una ofensa.
ESTÁS LEYENDO
Escalva de los sueños perdidos
RandomRachel no recordaba el último día en que se sintió libre. Los pasillos de Dream Academy habían sido su prisión desde el primer momento, pero solo ahora comprendía el verdadero alcance de esa oscuridad. La escuela que había sido su gran oportunidad l...