Capítulo 25: La Sombra de los Winter

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Michael salió corriendo de la escuela, el eco de las palabras de Hades aún resonando en su mente. Necesitaba respuestas, necesitaba entender cómo algo que su padre había construido con tanto esfuerzo ahora pertenecía a los Winter. La desesperación lo impulsaba mientras recorría las calles hasta la oficina de su padre, rogando en silencio que todo aquello fuera solo una terrible confusión.

Mientras tanto, Rachel sentía cómo su mundo se desmoronaba. Su sueño de escapar de Dream Academy junto a Michael se había hecho añicos, y el temor de estar nuevamente bajo el control de los Winter llenaba cada rincón de su mente. Sabía que si intentaba huir, ellos la encontrarían. Eran como sombras al acecho, listos para extender sus garras sin importar dónde ella intentara esconderse. Los Winter podían alcanzarla incluso en los rincones más oscuros del infierno.

En ese mismo momento, Hades, Kris, Apolo y Jake se encontraban en el edificio corporativo Winter. El Sr. Winter había convocado a sus dos hijos y a sus sobrinos a su oficina para discutir los últimos detalles de la adquisición de la empresa del Sr. Vinach. La oficina era un espacio imponente, decorado con muebles de madera oscura, un enorme ventanal y un ambiente de control absoluto que reflejaba la personalidad del Sr. Winter.

El hombre, alto, delgado y con el cabello entrecano peinado hacia atrás, observaba con mirada calculadora a los cuatro jóvenes frente a él. Su rostro, de expresión gélida y severa, apenas dejaba entrever algo más allá de una fría satisfacción por la adquisición. Pero aún había una pregunta en su mente, una pregunta que no podía ignorar.

—¿Por qué se involucraron? —preguntó con una voz baja pero firme, dirigiendo sus ojos acerados a sus hijos, Hades y Kris, y luego a sus sobrinos, Apolo y Jake—. Saben que prefiero que se mantengan al margen de estos asuntos a menos que su papel en la familia lo exija.

Los cuatro jóvenes lo miraron con frialdad, sus expresiones tan neutrales y ausentes de emoción que parecían máscaras. Ninguno se molestó en responder. Simplemente continuaron observándolo, como si su presencia allí fuera solo un trámite. El Sr. Winter suspiró, su mirada vagamente pensativa mientras su mente se remontaba a los primeros indicios de la naturaleza oscura que compartían aquellos cuatro.

El Sr. Winter recordaba cómo, desde temprana edad, sus hijos y sobrinos habían mostrado una frialdad y una inteligencia perturbadoras. A pesar de que tanto él como su hermano, el padre de Apolo y Jake, habían crecido bajo los mismos valores familiares, los cuatro niños parecían haber heredado algo oscuro, una inquietante crueldad. Era como si una sombra los hubiera rodeado desde siempre, moldeándolos en seres complejos y despiadados.

Uno de los recuerdos más perturbadores del Sr. Winter se remontaba a una tarde cuando los niños tendrían unos diez años. Durante una reunión familiar en la finca de la familia, los adultos se habían ocupado en temas empresariales, mientras los niños exploraban los terrenos. Más tarde, cuando fueron a buscarlos, los encontraron en el jardín trasero, junto al estanque. Habían formado un círculo con pequeñas flores marchitas y animales muertos: ratones, aves y varios insectos alineados con precisión. Los cuatro observaban la escena con calma, sin el menor asomo de horror o incomodidad.

Hades, el mayor, levantó la vista con una sonrisa tenue y enigmática.

—Solo estamos aprendiendo, —dijo en voz baja— cómo se rompe todo lo que está vivo.

Sus palabras resonaron en la mente del Sr. Winter. Fue en ese momento cuando supo que aquellos niños no eran como otros. En lugar de juegos y risas, preferían el silencio y los secretos. Sus personalidades se desarrollaron como sombras en crecimiento, sin que nadie pudiera detener aquella transformación sombría.

Recordando aquel día y muchos otros momentos similares, el Sr. Winter reflexionaba sobre el papel que habían tenido las madres de los niños en moldear sus personalidades.

La madre de Hades y Kris era una mujer de una elegancia glacial, con una inteligencia manipuladora que siempre la rodeaba de un aura de misterio. Aunque mostraba una preferencia por Kris, su relación con Hades había sido compleja y distante. Hades era, desde muy pequeño, un enigma incluso para ella; su mirada inquebrantable y su silencio calculador la inquietaban profundamente. Con Kris, sin embargo, tenía una relación más cercana, casi protectora, debido al carácter reservado y observador de él. El silencio de Kris la calmaba, mientras que Hades, con su intensidad impredecible, era algo que nunca había llegado a comprender del todo, y que incluso la asustaba. Sin embargo, ambos compartían el respeto absoluto hacia su madre, algo que se transformó en una frialdad aún mayor conforme crecían.

Por otro lado, la madre de Apolo y Jake tenía un amor abrumador por Apolo, el mayor. Desde que era pequeño, Apolo había mostrado una inteligencia y eficiencia que su madre consideraba excepcionales, y desde entonces, se había apoyado en él de una manera que rayaba en lo enfermizo. Para Apolo, esto significó años de presión constante y expectativas insostenibles, lo que lo llevó a desarrollar una calma exterior y una sonrisa perpetua, un escudo contra las demandas asfixiantes de su madre.

En cuanto a Jake, ser constantemente relegado por su madre en favor de Apolo había dejado una marca profunda en él. Con el tiempo, aquella preferencia maternal se convirtió en una herida de inferioridad y rabia, que moldeó su carácter explosivo y arrogante. Jake buscaba la aprobación de su madre a través de la agresión y el impulso, una lucha constante por llamar la atención que, en lugar de satisfacer su deseo de reconocimiento, solo reforzaba el favoritismo de su madre por Apolo.

Para el Sr. Winter, aquellos defectos y oscuridades de sus hijos y sobrinos no eran más que herramientas útiles. Aunque la naturaleza fría y despiadada de los cuatro a veces llegaba a perturbarlo, no podía negar que aquel carácter les había hecho casi invencibles en los negocios. A ojos de los Winter, la compasión y el remordimiento no eran cualidades útiles; lo que los hacía poderosos era la habilidad de mirar al mundo con la misma frialdad calculadora con la que habían observado aquel círculo de animales muertos en el jardín.

Mientras los observaba en su oficina, el Sr. Winter sintió una mezcla de respeto y un ligero temor. Sabía que aquellos chicos, con sus naturalezas despiadadas, eran la verdadera fortaleza de su legado.

Escalva de los sueños perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora