Los meses pasaban lentamente, y Rachel cada día se sentía más aislada. Su círculo social había desaparecido, y aquellos que alguna vez la habían apoyado ahora la miraban desde la distancia, temerosos de desafiar el poder de Hades. Sus "amigos" anteriores la evitaban, y cualquier persona que alguna vez mostró interés en acercarse a ella había sido ahuyentada.
Las burlas y el maltrato se convirtieron en una rutina. Los estudiantes, siguiendo las instrucciones tácitas de los Winter, se encargaban de hacer su vida en la academia insoportable, hablando de ella a lo lejos, riéndose y compartiendo rumores cada vez que la veían pasar. La mayoría ni siquiera la miraba a los ojos; ella era un espectro, una sombra a la que nadie quería asociarse.
En una ocasión, un grupo de estudiantes aprovechó un momento en que estaba sola para empujarla, susurrándole insultos antes de desaparecer rápidamente al escuchar pasos. En otra, notó cómo le habían dejado agujas escondidas en su escritorio, y sintió el pinchazo en la piel antes de darse cuenta de lo que ocurría. Para Rachel las burlas y el maltrato eran ya una rutina, en una ocasión, incluso le hicieron pequeños cortes en los brazos con navajas. Rachel había aprendido a soportar en silencio, tratando cada herida como una cicatriz que reforzaba su resistencia.
Sin embargo, lo que más la devastaba era la presión psicológica ejercida por Hades. Su habilidad para manipular y destruir a alguien sin apenas esfuerzo era brutal. Él nunca se conformaba con insultos simples, sino que cada palabra era cuidadosamente elegida para atacar su autoestima, para hacerle sentir que su existencia no tenía valor. Le repetía que sus sueños y esfuerzos eran inútiles, que en Dream Academy no era más que un peón desechable, una molestia que él toleraba únicamente por diversión.
Rachel, sin embargo, se aferraba a un objetivo: resistir. Sabía que, si dejaba que ellos la quebraran, todo lo que había trabajado por alcanzar desaparecería. Cada noche, al regresar a casa, se miraba en el espejo y repasaba mentalmente las razones por las que no podía rendirse. Su reflejo mostraba el desgaste, pero también una voluntad inquebrantable, la esperanza de que, algún día, podría dejar atrás el sufrimiento y ser libre.
En esos momentos de soledad, Rachel comprendió que su verdadera victoria no sería enfrentarse a ellos o salir ilesa, sino conservar su dignidad. Sabía que los Winter podían tratar de destruirla, pero mientras mantuviera la cabeza en alto, nunca podrían arrebatarle su fuerza interior.
Los días de sufrimiento continuaron para Rachel, pero con cada muestra de su resistencia, algo oscuro y retorcido parecía agitarse en Hades y los gemelos. Rachel, con su obstinación y su determinación inquebrantable, despertaba en ellos una emoción difícil de explicar, una mezcla de frustración y un extraño tipo de fascinación que los hacía regresar a ella, buscando una reacción que nunca lograban obtener.
Para Hades, Rachel era un enigma. Su imponente presencia, su fuerza calculada y sus palabras diseñadas para hacerla sentir insignificante parecían tener poco efecto en ella. Cada vez que la confrontaba, esperaba ver el miedo o el sufrimiento que provocaba en otros, pero Rachel mantenía sus emociones bajo control. Su mirada desafiante y su negativa a doblegarse encendían algo en él, algo que iba más allá de su deseo de control. Era como si la fuerza silenciosa de Rachel rompiera con la monotonía de su poder absoluto, y eso lo intrigaba y lo emocionaba de una forma que él mismo no comprendía del todo.
Apolo y Jake no eran inmunes a esta sensación. Para ellos, Rachel era como una prueba interminable, un desafío constante. La miraban como si fuera una presa que debían cazar, pero cuya fuerza de voluntad solo hacía que el juego fuera más entretenido. Apolo, con su sonrisa tranquila, a menudo se quedaba observándola en silencio, fascinado por la fortaleza inesperada en una chica que, a primera vista, parecía tan frágil. Su resistencia era como una chispa que él deseaba apagar, pero que a la vez lo atraía.
Jake, en cambio, encontraba en esa resistencia una especie de reto personal. Su carácter altanero y su necesidad de control lo impulsaban a actuar de manera cada vez más cruel, buscando romperla y disfrutar de cada instante en que ella se negaba a ceder. Cada vez que Rachel soportaba sus acciones sin una lágrima, sin un gemido, él sentía cómo crecía en él una mezcla de frustración y emoción que lo obligaba a regresar, a ver cuánto más podía aguantar. Su expresión de disfrute ante cada desafío de Rachel mostraba una fascinación perversa.
Hades y los gemelos compartían esta extraña emoción, una combinación de desprecio, curiosidad y una admiración oscura. Rachel, con su fuerza silenciosa, era un enigma en un mundo donde ellos lo tenían todo y nadie se atrevía a desafiar su autoridad.
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Escalva de los sueños perdidos
RandomRachel no recordaba el último día en que se sintió libre. Los pasillos de Dream Academy habían sido su prisión desde el primer momento, pero solo ahora comprendía el verdadero alcance de esa oscuridad. La escuela que había sido su gran oportunidad l...