Capítulo 14: La Sombra en Silencio

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A medida que pasaban los días en Dream Academy, Rachel comenzó a notar una presencia constante y sombría, una sensación de ser vigilada en los momentos más inesperados. Esa presencia parecía acecharla en cada rincón, observándola sin intervenir. Sabía quién era. Kris Winter, siempre en las sombras, la seguía como si fuera parte de su propia sombra. A diferencia de Jake y Apolo, que eran directos en su crueldad o en su indiferencia, Kris era una figura de la que era difícil escapar.

Todo comenzó una tarde en que Rachel buscaba refugio en la biblioteca, donde pocas veces se encontraba con alguien del círculo de los Winter. Se sentó en una esquina apartada, con la intención de sumergirse en sus estudios y en ese silencio que siempre le proporcionaba un breve respiro. Pero la calma duró poco. Sintió una presencia a su lado antes de verlo realmente.

—¿Rachel? —La voz baja y grave de Kris la hizo sobresaltarse. Cuando levantó la vista, se encontró con él de pie, mirándola intensamente, su expresión impenetrable.

Rachel apenas podía descifrar su mirada; había algo en sus ojos que la hacía estremecerse. Intentó enfocarse en el libro que tenía frente a ella, pero Kris no se movía. Se quedó allí, en silencio, observándola.

—¿Necesitas algo? —preguntó ella, intentando sonar firme, aunque el tono de su voz temblaba un poco.

—Estaba... curioso. —Su voz era un susurro que solo ella podía escuchar. Parecía como si cada palabra que decía estuviera cuidadosamente medida—. Quería verte.

La incomodidad creció dentro de Rachel, y se removió en su asiento, tratando de ignorar el frío en su piel al ver cómo Kris la observaba. Con cada segundo, él se acercaba un poco más, hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para que ella pudiera sentir el calor de su respiración.

—¿Por qué? —preguntó ella, su tono desafiante. Algo en ella se rehusaba a mostrar miedo frente a él, aunque por dentro estuviera temblando.

Kris no respondió. En lugar de eso, extendió una mano y, como impulsado por un deseo que no lograba contener, la dejó descansar en su mejilla, rozando su piel. Rachel se congeló ante el contacto. Había algo extraño en la manera en que él la tocaba, como si su simple roce fuera una forma de apropiarse de ella, de conectar con algo más profundo y oscuro.

—¿Qué... qué haces? —logró murmurar, tratando de apartarse.

Kris la miró en silencio, sus dedos apenas rozando su piel. Pero sus ojos, oscuros y llenos de una emoción que ella no podía comprender, la estudiaban con una intensidad desconcertante.

—Eres... diferente, —dijo finalmente, su tono tan bajo que apenas era audible—. No como los demás.

Antes de que Rachel pudiera responder, Kris inclinó su rostro hacia ella, y sin previo aviso, deslizó su nariz sobre su cabello, inhalando profundamente. El gesto la dejó paralizada; nunca había sentido algo tan perturbador y, a la vez, tan inexplicablemente íntimo. Era como si él estuviera intentando comprender algo de ella que iba más allá de las palabras.

Rachel retrocedió de inmediato, su corazón latiendo rápidamente. Su respiración era irregular, y aunque quería salir corriendo, sus piernas parecían clavadas en el suelo.

—¿Qué te pasa? —preguntó ella, tratando de sonar firme.

Kris no se apartó. La observó un instante más, y por un breve momento, algo oscuro y vulnerable pasó por su mirada. Luego, volvió a su expresión impasible, como si aquel momento no hubiera sucedido.

—No espero que entiendas, —dijo finalmente, dando un paso atrás. Sus palabras eran enigmáticas, y el tono en su voz tenía un matiz de resignación—. No es algo que se explique. Pero... —Hizo una pausa, su mirada nunca abandonando la de ella—, hay algo en ti que hace que me resulte imposible alejarme.

Rachel no supo qué responder. Cada palabra de Kris era una mezcla de deseo y obsesión, una atracción que parecía tan incomprensible para él como para ella. La manera en que él la tocaba, la forma en que olía su cabello, su piel... todo parecía como si estuviera buscando algo perdido, algo que solo él podía comprender.

—No me sigas, Kris, —dijo ella, encontrando la fuerza en su voz a pesar del temblor en sus manos—. No quiero que te acerques.

Él no dijo nada, pero la sombra en su mirada se oscureció. Kris permaneció inmóvil, y por un momento ella pensó que obedecería, que la dejaría en paz. Pero en lugar de eso, se inclinó ligeramente hacia adelante, sus palabras apenas un susurro en el aire.

—No sé si puedo hacer eso, Rachel.

Sin decir nada más, Kris se alejó, sus pasos resonando en la calma de la biblioteca. Rachel sintió cómo el alivio y el miedo se mezclaban en su interior. No podía negar que había algo profundamente inquietante en él, algo que iba más allá de la simple crueldad de sus hermanos. La obsesión de Kris la hacía sentir atrapada, como si no hubiera escape. Pero mientras él desaparecía entre los estantes de libros, supo que aquel extraño y oscuro vínculo entre ambos no haría más que intensificarse.

Escalva de los sueños perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora